Black Sabbath – Tyr (1990)

black sabbath tyr 1990

Puntaje del Disco: 5,5

  1. Anno Mundi: 7
  2. The Law Maker: 6,5
  3. Jerusalem: 5,5
  4. The Sabbath Stones: 6
  5. The Battle of Tyr: 3
  6. Odin’s Court: 4,5
  7. Valhalla: 6,5
  8. Feels Good To Me: 4
  9. Heaven in Black: 5

Black Sabbath lanzó en 1990 Tyr, un álbum semi-conceptual sobre la mitología nórdica con los típicos tintes diabólicos y oscuros que ya son un trademark de la banda. Y el disco es eso: oscuro. Probablemente una de las grabaciones más duras y oscuras de Black Sabbath, recupera pocos de sus sonidos tradicionales y es en general bastante aburrido.

Con letras trilladas y previsibles (algo que se mantendrá en todas las canciones), el álbum se abre con «Anno Mundi», una epopeya metalera que tiene la inconstrastable cualidad de tener un riff poderoso que la mantiene a flote durante sus más de seis minutos. En «The Law Maker» y «Jerusalem» todavía podemos encontrar a un tradicional Black Sabbath, aunque un poco diluído en la intención de sonar metalero pero quedar pelotudo.

«The Battler of Tyr» debe ser, con poca competencia, el peor y más prescindible instrumetal en la historia de la discografía universal. Un minuto a punto muerto, que incita a la reflexión: “¿para qué caranchos compré este disco?”. Seguido de «Odin’s Court», una cancioncita soft (una mariconada, para lo que viene siendo el disco) con letra de metal pesado nórdico.

«Valhalla» remonta un poco. Aunque si no fuera porque ése es el nombre de la canción, jamás entenderíamos que dice eso. El inglés Tony Martin pronuncia “Valhalla” como “Van Halen”, y entonces uno escucha cosas como esta: “Raise your hands / Reach and Van Halen will save your soul”. Poco serio.

Y después llega «Feels Good to Me». En una pésima movida por parte de la discográfica y de la banda, decidieron incluir este track sólo para poder tener más temas en el disco. Y el tema está vergonzosa y absolutamente desconectado con el resto de las canciones. Abandonamos para siempre las tierras nórdicas para sumergirnos en una sentimentalismo gastado y aburrido, musicalmente inequiparable con lo que veníamos escuchando hasta entonces, derrumbando irremediablemente la pretensión de un “álbum conceptual”. Solo este tema le baja un punto al disco, por estar totalmente descolgado.

Queda claro que unos buenos riffs, sonido pesado y letras mitológicas no alcanzan para hacer buena música.

La curiosidad: Aunque parecería que Tony Martin basó las letras de sus temas en un manual de séptimo grado sobre mitología nórdica, las runas de la tapa del disco son tomadas de la Piedra de Rök (Suecia), una roca tallada al rededor del siglo IX d.c. que tiene una de las inscripciones rúnicas más extensas que se conocen.

Barba

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