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Imitación redonda de amor

Yo no era nadie en especial. Yo era tan pequeño y simple como mis negocios. De hecho, dudo que ahora eso haya cambiado. Solo ahora me doy cuenta de lo insignificante que yo era. Lo que es más, sigo siendo insignificante. Sin embargo, creo tener suficiente autoridad para contarles esta historia. Mi historia con esa mujer. Siéntense y escuchen.

Muchas lenguas se derretían hablando de ella. Yo me creía la gran cosa. Si algo siempre fui es alguien curioso. Un escritor de pura cepa. No tendré madera de campeón, pero soy un payaso agradable, y eso también les gusta a las chicas. Decidí probar suerte. Dejarme llevar por mi racha de novato. ¿Vieron que los que son novatos en algo suelen tener más suerte en su primer intento? Yo me dejé dominar por esa mentalidad y por los dados trucados a mi favor.

Fui al bar en el que me dijeron que ella solía estar. Incluso me dieron una descripción de ella y un consejo como bono: «Te deseo buena suerte, pues ella no es para cualquiera». ¿Qué tendría de particular esa mujer? ¿Por qué dicen que no es para cualquiera? Tampoco es que me importe demasiado, ya que yo no era cualquiera. Eso me decía a mí mismo. La encontré hablando con otras personas. Me sumé al coro de adulación. Pero primero, los modales.

—Hola —le dije yo.

—Jolaloga —me respondió ella.

Ahí empezó todo. De pronto, el boleto en forma de consejo de aquellos que me advirtieron fue cobrado. Otras personas se hubieran ido de ahí pensando que les estaban tomando el pelo, pero yo no. No entendía esa palabra, pero a la vez tenía todo el sentido del mundo estéticamente hablando. «Jolaloga». ¿Qué clase de significado tendrá esa palabra? ¿Será un simple «hola» o esconderá algo más? Quizás sea una frase entera comprimida a una única palabra. Me perdí en mis divagues mentales, hasta que alguien me advirtió.

—Che, te está preguntando tu nombre. Respondele.

—Perdón. Me llamo Tomás. ¿Y cuál es tu nombre?

—Patricia.

Bueno, eso sí que podía entenderlo. En ese momento, creí que todo volvería a la normalidad. Que ella hablaría como hablamos el resto de los seres humanos. Ja, ja, ja. Qué iluso fui. Otra vez me estaba ahogando en mis pensamientos, hasta que Patricia vino a rescatarme.

—¿Estás anemórido, querido? —me dijo al verme distraído.

—Sí. Supongo que sí —respondí al no tener idea de qué debía decir en realidad. Esa mujer era dulce, sí, pero inentendible.

—¿Estás seguro de que estás bien? —me preguntó otra de las personas.

—Sí —contesté en seco.

Así que me preguntaba si yo estaba bien. ¿Cómo esperaba que la entendiera, con esas palabras raras que usa? Lo peor es que sentido tenían. Los demás eran capaces de entenderla, pero yo no. A mí no me decía nada su lenguaje artificial, pero aun así me llamaba mucho la atención ella, así que decidí quedarme por ahí.

Compartimos unas cervezas entre los muchos que estábamos ahí, en ese grupo de extraños. Ella hablaba en lo que sea que estuviera hablando y yo hacía como que entendía. En el fondo estaba frustrado. ¿Por qué esos brutos sabían perfectamente lo que quería decir y para mí era todo tan abstracto? Normalmente sería al revés. Pero todo estaba bien. Lograba disimular como el mejor. De pronto, ella paró en seco la conversación.

—Vamos por un boltance —dijo en voz alta.

—Buena idea. Tengo sed —respondí yo nuevamente divorciado de sus palabras.

—Sed de bailar, querrás decir —me dijo otra persona.

—Sí. Exactamente —contesté como si entendiera algo de lo que estaba pasando.

Nos levantamos de nuestros asientos y nos apoderamos de la pista de baile y de la atención de la gente. Le pusimos nuestro sello de pertenencia. Éramos como veinte personas todas robando la atención, en especial Patricia. «Reina» le decían. Era un apodo cliché que no se acercaba ni le hacía justicia a su dialecto tan único. Puede que no entendiera nada, pero era evidente que era una forma espectacular de hablar la suya. La cuestión es que bailamos. Yo hacía lo posible por mantenerme en mi zona segura, por no destacar. Normalmente haría lo posible por ser el centro de atención, pero era evidente que yo estaba muy por debajo de Patricia. En este contexto, ella era un gato mimado, y yo solo un ratón mojado. La diferencia de edad mental era abrumadora. Por suerte o por desgracia, ella puso su atención en mí, el pobre diablo que era incapaz de entenderla. Se me acercó bailando, me tomó de las manos y me volvió blanco de miradas contra mi voluntad. Supuse que la mejor forma de pasar más o menos desapercibido era destacando, así que di todo de mí. Si algo siempre fui es un buen imitador. Copié sus pasos de baile, me convertí en su espejo. Era prácticamente mejor que todos los amigos de ella, aunque fuera por imitación. Una superioridad artificial, pero me bastaba. Cuando terminamos (y gracias a Dios que terminó) todos aplaudieron. Ella estaba yéndose con dirección a la salida. “Fue una buena aventura” pensé. Hasta que de pronto…

—Seguime —dijo ella dirigiéndome la mirada.

Tenía sentimientos encontrados en ese momento. Por un lado, al fin algo que entendía. Por el otro, ella quería seguir conmigo un poco más. Y me llamaba solamente a mí. A mí y a nadie más. No quería decir que no. Quería ver a dónde me llevaba todo esto, pero a la vez no tenía a nadie que me ayudara a entender sus palabras. Estaba por mi cuenta en los brazos de la suerte. Decidí arriesgarme.

Salí a la calle junto con ella, paró un taxi y nos subimos. ¿A dónde me estaría llevando? La verdad es que una parte de mí quería quedarse con la sorpresa de saber qué es lo que seguía. Mi cabeza maquinaba las ideas más extrañas posibles. Desde que me estaba llevando a un culto satánico para ser sacrificado a la posibilidad de que terminara en un lugar donde todos hablaban raro como ella, de modo que hasta preguntar dónde está el baño llevara a las combinaciones de palabras más extrañas e inentendibles, lo que haría que terminara meándome encima por la incapacidad de entender. Claro, a sus amiguitos no les pasaba eso. Para ellos, cada palabra era trascendental y perfectamente comprensible. ¿Quién me manda a meterme en estos embrollos?

Mientras yo hacía este viaje a lo más profundo de mis pensamientos, el taxi hacía el suyo hacia su destino. Resultó ser que fuimos a su departamento. Entramos y ella me hizo señas de que esperara (Sí, lo único que le entendía eran las señas). Fue a otra habitación. De pronto, sentí que mi teoría de un culto satánico era lo mejor que podía pasarme. No sé por qué. Supongo que porque las palabras raras de esa gente son más fáciles de asimilar y comprender que las palabras raras de ella. Al menos aparecen en algún diccionario. La cuestión es que Patricia apareció vestida de cuero y con un látigo en la mano. Me pasó el látigo.

—Guapeá —me dijo.

Yo no sabía qué hacer. El sentido común me decía que mi ama quería jugar al esclavo, pero no tenía idea. En otro contexto, hubiera tenido sentido. El asunto es que ella era tan particular que no sabía que debía hacer. Decidí latiguear todo lo que viera a mi alrededor por las dudas. ¡Zas! Le di a un jarrón. ¡Zas! Al televisor. Yo daba y daba a cada objeto. Ella me miraba.

—Perihardo. Eso me gusta —decía.

No entendía qué mierda significaba «perihardo», pero que dijera que le gustaba me incitó a seguir con lo que estaba haciendo. Fue así que yo seguí dándole a cada objeto hasta que, de pronto, ella se interpuso entre un cuadro y mi látigo. Yo me asusté por haberla agredido.

—Disculpame. Por Dios, discúlpame —le suplicaba.

Su respuesta me dejó confundido.

—Sí, sí. Guapeá con extrañeza. Haceme un portal didactil —era lo que gemía—. Qué perihardozo que sos – Me dijo con una sonrisa y aplaudiendo.

—Este… gracias —le respondí. Supongo que, por lo que dijo antes, ese «adjetivo» era un halago.

Y así fue esa noche. Jugamos juegos de adultos, ella hablaba en lo que sea que estuviera hablando y yo improvisaba para quedar bien con ella. A pesar de que ella se la estaba pasando muy bien, yo cada vez estaba más y más harto. No era nada contra ella, pero me molestaba soberanamente ser tan inútil como para no saber de lo que hablaba. Mi orgullo era una bomba de tiempo.

Después de unas horas, ella decidió seguir dándole luz a esa noche eterna. Llamó a un Uber con la intención de… cualquiera fuera su intención. Cada vez se me hacía más difícil dejarme llevar y pasarla bien. Simplemente quería que todo terminara, pero no encontraba la oportunidad de decírselo. Esto me iba a pasar factura pronto.

Llegó el coche, bajamos a la calle y nos subimos a él.

—Koravaremos aún más. Nietzsche apenas empieza —dijo.

Fue ahí que mi estupidez me hizo perderme.

—¡Basta! ¡No lo soporto más! ¿No podés hablar normal? —fue lo que alcancé a gritar, ya cansado de mi propia inutilidad para entender lo que intentaba decir.

Ella soltó un par de lágrimas.

—Me ofrendás. Creí que te andareabas del resto. Resultaste ser solo un logo más en mi televisor

Me quedé callado una vez más.

—¿No te da vergüenza? —se metió el chofer—. La ofendiste. No hay nada que hacerle. Eso es lo que pasa cuando creés que alguien es diferente al resto y solo resulta ser un imbécil más.

Ni siquiera en ese momento había captado que eso era lo que trataba de decirme en su lenguaje inventado. Debería haberme sentido culpable por hacerla sentir mal, pero la verdad es que me sentía más molesto por mi propia incapacidad de sacar un significado de sus palabras. Tenía a los dos en contra ahora. Solo pude gritar por silencio, a lo que ambos obedecieron. El viaje continuó callado, pero los ojos de ella apuñalaban a los míos. Tal era su venganza por atreverme a no entender ni media palabra de lo que me decía. Venía fingiendo tan bien que encajaba con ella, pero la ilusión se rompió. En ese coche se respiraba veneno. Fue así que, al llegar a mi casa, me bajé de ese toxi-Uber y me prometí a mí mismo jamás volver a verla. No era nada personal, pero yo no estaba a su altura. Siendo honestos, lo que pasó en ese auto era lo esperable. Ese Uber era un Uber lógico. O sea, me gusta su cuerpo pero no entiendo su alma. Eso es hacer trampa. Pero la verdadera paz es decir la verdad. Al menos me siento bien conmigo mismo y no necesito mentirme. Viendo el lado positivo, ahora tengo material para escribir esta historia. No habré entendido nada de lo que me dijo, pero al menos recuerdo todo, y voy a hacerme millonario.

Motorik

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El plan del plan de la mariposa

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Me pasa que a veces me recomiendan escuchar alguna banda o algún tema y en ese momento me suena horrible…

Y no le doy pelota…y sigo escuchando lo que venía escuchando…

(la vida misma…

a veces vienen a tus oídos aquellas “verdades” que no estás preparado para escucharlas y ni pelota!!!)

Pero este verano caí en el issoca y escuché al Plan de la Mariposa y a Mochi …

¡¡¡Músicos de la ostia!!!

A los dos mi amiga personal Vicky me los había mostrado

y ni pelota…!!

No sé en qué va eso…

No sé de qué depende eso…

Hoy observo mi historial de youtube,

y a que no saben cuáles son los temas más buscados?

Clarita la cuenta…!!

Es más, los re recomiendo,

(a sabiendas que habrá oídos que no estén preparados para oírlos y otros que si…)

 

Buen día,

Buen día, como un rezo, como un pacto de esperanza.

Y gracias al plan porque este mundo si que se merece su paz…

y también la mía…!!

y me voy a seducir a mi sombra, ¡¡a ver si pica!!!

Coca y Bonjour
Natalia Balul (profesora de Filosofía y escritora)

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La Guerrera Digital y su Avatar de Carne y Hueso

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Cabalgando una supernova de misiles.

Jugando con armas en el carrusel de tu locura.

Bailando en los brazos de una máquina de guerra.

Ahí entrás vos,

Hija de un big bang bélico.

 

Tu nombre es sinónimo de mal augurio.

Sos un arsenal viviente.

Una guerra caminante.

Limpiás tu cuerpo en una bañera de balas.

¿Qué puede ser mejor?

 

Decido abrir el cofre en el que guardás tus motivos,

Tomo tus papeles y los ojeo rápidamente.

Contra todo pronóstico,

Hay pasado en vos.

Me compraste y te compré.

 

Te movés en los verdes campos de batalla.

Tus únicas amigas son tus armas.

Amigas de varios y oportunos tamaños.

Les das nombres,

Hablás con ellas,

Las disparás.

Generás muertes de colores

Y caras felices de aniquilación.

 

Bailás como ejercicio de locura.

Bailás según mis comandos.

Siempre que bailás hacés un “shake”.

Siempre que bailás, bailo yo también.

 

El tiempo pasa, y nos hacemos mejores.

Somos los mejores en lo que hacemos,

Aunque a muchos les desagrade nuestro talento.

Ahora somos uno solo.

Somos una única entidad pulverizante.

 

Somos tan buenos

Que miles de ojos se posan en nosotros.

Estamos invitados al torneo más importante.

El torneo de la elite de leyendas.

Ahí estaremos.

 

Nos comportamos mal.

Somos rebeldes según las reglas.

Esa es nuestra manera de jugar.

Pronto lo vivirán en su carne.

 

Ya estamos en nuestra propia liga legendaria.

Hemos aniquilado con nuestras manos hechas de números.

La sangre enemiga es solo un código más.

Esta no será la excepción.

 

Una lluvia de campeones nos empapa.

Sus caricias balísticas nos debilitan.

Algo explota en nuestra piel

Y nos duele en todo el cuerpo.

Cancelemos el dolor para siempre.

 

Ateos de nuestras heridas.

Negacionistas de nuestro sufrimiento físico.

Intocables por obligación.

Es la única forma de seguir vivos.

 

Nos complementamos como nada en el mundo,

Ya sea el real o el digital.

Somos la unidad tóxica por excelencia.

Apuntamos,

Disparamos,

Cavamos tumbas de piedad.

Con cada victoria en combate

Nuestra felicidad florece como cicuta.

 

Llega el final de nuestro viaje.

Estamos listos para lo que sea.

¿Y qué tenemos acá?

Llega otra como nosotros.

Llega en versión “exterminadora”.

Ahora somos nuestros propios depredadores.

 

Locura contra locura de locuras.

La maleza del interés crece y crece.

El público nos aplaude.

Nos espera ver ganar.

 

Nuestra contrincante nos acorrala.

Masticamos fuego oponente.

El dolor alza su cabeza una vez más.

Morir debería estar prohibido para nosotros.

Pronto lo estará.

 

Comenzamos a emocionarnos.

Hay cierta épica en estar contra las cuerdas.

Corremos sin intenciones de escapar.

Eyaculamos disparos en todo horizonte.

Si hay un punto de no retorno,

Que sea este.

Y es este.

 

La victoria es nuestra hoy.

El público nos regala hasta su último aliento.

Obramos un milagro,

Como sacerdote y sacerdotisa de la guerra.

El premio es nuestro,

Hasta que de pronto…

 

Algo me está pasando.

Me siento como una bala perdida.

Como un arsenal psicópata.

Debí traer más que palabras a esta lucha armada.

Ahora es tarde para volver a ser yo.

 

Siempre fui un espejo detrás de otro,

Me pregunto si siquiera mi historia fue mía.

Pero ya no me importa,

Porque empiezo a aborrecer lo aburrido.

Vamos a desatar el pandemonio, “cara de tiburón”.

Veamos que tiene para ofrecer la realidad.

Llegó la hora de mostrar mi certificado de loca.

 

Motorik

 

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El mejor artista jamás escuchado

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¡Mi obra maestra está arruinada! – Gritaba Adrián Padrón en medio de los coros del público.

Adrián Padrón era un hombre normal. O casi normal. O muy poco normal. En realidad, estaba en las antípodas de lo que significa ser normal. Era un hipster. Y de la clase más radical posible. Tan radical que uno casi diría que era un personaje inventado para un cuento. Casi.

Volviendo a Padrón, él intentaba evitar como la plaga cualquier cosa que lo equiparara con el resto de los mortales. Entre sus lecturas de Edward Gorey, Thomas de Quincey o François Villon, sus películas orientales independientes de los años 60 y sus bandas que solo la madre y los miembros conocían, había redefinido lo que significaba ser un hipster. Al menos de puertas para adentro, pues en la vida cotidiana leía, veía y escuchaba lo que los demás leían, veían y escuchaban, no fuera cosa de que su verdadero estilo de vida fuera conocido e imitado, dejando así de ser único en su tipo. Un día, mientras escuchaba a Klaus Schulze en la soledad de su casa por Spotify, le llegó la revelación de su vida:

“¿Cómo puede haber más gente que conozca a mis artistas favoritos? Si los estoy escuchando en internet, significa que alguien más tiene conocimiento de su existencia. No puedo tolerar eso”.

Padrón pensó y pensó. Exprimió todo el jugo que le pudo sacar a sus neuronas hasta que la solución le cayó como lluvia:

“¿Y si formara mi propia banda? Una banda que nunca saliera del garaje de ensayo. Eso sería genial. Pero claro, esto tiene un problema: si reúno gente para tocar, ya no sería la única persona en conocer su música. Otras personas cerca podrían llegar a escucharnos tocar. Ah, ya sé. ¿Qué tal si formara una banda mental? Escribiría las canciones en mi cabeza y jamás saldrían de allí. Padrón, sos un genio”.

Fue así que Adrián empezó a buscar a los miembros para su proyecto en los recovecos de su memoria. Probó suerte con personajes de su infancia, como Luke Skywalker en la guitarra y la voz, Ryu de Street Fighter en la batería y Roger Rabbit al bajo. Los llevó a ensayar a los estudios Abbey Road de su mente y vio que lo hacían muy bien. Había compenetración instrumental y buena onda entre los tres. Solo había un problema:

“Ahora que lo pienso, estos tres están muy quemados. Todo el mundo los conoce. No faltaría mucho para que tenga que ver a Jessica Rabbit, Darth Vader o Chun Li. Todo bien con ellos, pero solo yo debo de escuchar a esta banda. Yo y nadie más”.

Y fue así que los echó a los tres con el previo agradecimiento por sus servicios. Volvió a simbólicamente prender fuego su cabeza para dar con la solución. Y ahí estaba:

“Voy a crear mis propios músicos. Pensándolo bien, va a ser un solista. Después de todo, varios músicos, por más que sean ficticios, tendrían que colaborar entre sí, y eso haría más conocida a la banda. Jamás. Y, de paso, voy a fundar mi propio estudio discográfico mental. Va a ser tan bueno como Abbey Road pero con toda la intimidad de un estudio pequeño. Nadie más va a saber de mi nuevo artista favorito. Solo yo”.

Fue así que Adrián se encerró en su mundo mental y comenzó a construir “Padrón Studios”: “el extranjerismo lo hace más extravagante y le da un toque de categoría”, dijo en su mente. El lugar era colosal y su construcción debería de haber tomado meses e incluso años en terminarse pero, como se trataba de una obra en su cerebro, no le tomó más que un par de horas. Después creó de cero a su multiinstrumentista, compositor, productor e intérprete. A pesar del hipsterismo que emanaba, su imagen era totalmente opuesta a la de un hipster promedio (“No soy un hipster promedio. Ni siquiera soy hipster”). Vestía camisas de leñador, campera de cuero, pantalones cargo, zapatos de tanguero y llevaba mucho maquillaje: “Esto va a representar muy bien su eclecticismo y va a impedir que lo relacione con una corriente musical específica”. Lo más importante ahora era ponerle un nombre. Pensó pensó pensó pensó. Al final, el nombre que eligió fue… ninguno.

“¿Para qué ponerle nombre? Eso me haría saber qué responder si alguien me preguntara qué estoy escuchando. Este proyecto debe ser lo más secreto posible”.

Fue así que el cantante y multiinstrumentista sin nombre entró en “Padrón Studios”. Tomó su guitarra acústica imaginaria para empezar a componer. Hasta que Padrón lo detuvo.

_ Pensándolo bien, empezar a componer canciones con guitarra ya está muy visto. Mejor agarrá otro instrumento.

El artista rebuscó entre todos los instrumentos que había por allí: “¿Piano? No. ¿Armónica? No. ¿Saxofón? No. ¿Batería? Tampoco. ¿Triángulo? Me parece perfecto”.  Empezó a juguetear con el instrumento: “Bien. Este tema podría tener una introducción de triángulo a destiempo. Es un inicio. Ahora sí que puedo pasar a la guitarra nuevamente”. Agarró e interpretó un síncopa en un 4/4. “Genial. Ahora viene un solo de batería en contratiempos con la armónica”. Grabó las pistas individualmente y las unió más tarde. El resultado fue un éxito.

_ A ver. Mostrame cómo suena la canción completa – Dijo Adrián para sus adentros.

El innombrado obedeció. El resultado final, para Padrón, era un coro de ángeles. Claro que no tenía coros, porque las voces eran algo ya muy visto en la música, pero se entiende la expresión.

Y así pasó Adrián sus días. Con su artista componiendo y componiendo en signaturas extrañas y mezclando técnicas de lo más variopintas en auténticas sinfonías que solo él mismo tenía derecho a conocer. En pos de enriquecer su mundo interno, comenzó a hacer reiki y meditación para aprender a controlar su mente y dedicarle más tiempo a la composición músico-cerebral. Se podría decir que había inventado un género musical nuevo, al cual tampoco se había animado a ponerle nombre para que no perdiera su uniquez. Ya fuera en el trabajo o en reuniones de amigos, él siempre reproducía esa música celestial en su cabeza, y además se sentía orgulloso de ser la única persona en el mundo que conocía la obra de ese artista anónimo. Ni los diarios hablaban de él, ni sus amigos, ni siquiera el más informado de los melómanos tenía idea de aquel músico que bien podría ser el nuevo John Lennon. Todo era perfecto.

Un día, después de un interminable día laboral, se fue a acostar. Se descambió, se puso su pijama y se durmió con pasmosa facilidad. Todo normal hasta ese momento. Cuando entró en sus sueños, vio a su artista interior tocando la canción sin nombre número 29. Se sentó a escucharlo tocar. Entre el cansancio que sentía y la distracción que esa música mental le provocaba, sintió con su sistema auditivo interno unos pasos. Era ni más ni menos que Darth Vader, que se acercó a escuchar lo que sonaba. Estaba tan cansado incluso dormido que no le dio mayor importancia. Volvió a sentir pasos, pero de tacón. Era Carmen Sandiego, que también venía a escuchar esa música. Después sintió cientos de pasos pequeños a la vez. Eran los pitufos, que se sumaban al espectáculo. Más tarde sintió una brisa muy potente cada vez más cerca de él. Superman también quería escuchar. Así, poco a poco, iban acercándose personajes de todos los lugares posibles. Danny Phantom, Timmy Turner y sus padrinos mágicos, Batman, las chicas superpoderosas… Todos se habían sumado a ese ahora multitudinario concierto. Del susto que le provocaba la idea de ver a más gente disfrutando con su artista exclusivo se despertó de golpe.

Eran las ocho de la mañana. Padrón se cambió y desayunó antes de irse al trabajo. Fue hasta la parada de colectivo, esperó el suyo y, al subirse, decidió empezar a reproducir su música favorita en la cabeza. Sin embargo, algo pasaba: le costaba mucho enfocarse en escucharla. Incluso le pasó lo mismo en su trabajo, frente a la computadora. Decidió solo esmerarse en cumplir con el prontuario. Ya habría tiempo para la diversión.

Llegó a su casa, se sentó en el sillón frente al reproductor de música que solo tenía para darle ambiente a sus fantasías. Cerró los ojos para enfocarse y se durmió.

En su camino al “Padrón Studios”, vio una gran fila de personajes. Se abrió paso entre ellos para llegar al lugar. Ya enfrente del mismo, abrió la puerta de entrada y subió las escaleras hasta la sala de grabación. Para su sorpresa, su artista no estaba allí. De pronto, escuchó algo en la distancia:

_ Y este tema se llama El rock cerebral.

Reconocía esa voz. Corrió por las calles de su mente varias cuadras etéreas y, de la nada, se encontró con un gran estadio hecho a imagen y semejanza del estadio Wembley. Entró al lugar, y ahí estaba: su cantante sin nombre, tocando para una gran multitud. Imaginaria, pero multitud al fin y al cabo. Se abrió paso entre gente como el Guasón, Geralt de Rivia y Arsene Lupin para llegar hasta la primera fila. Subió al escenario y encaró al artista.

_ ¿Qué estás haciendo vos? – Dijo Padrón al artista.

_ Primero que nada, mi nombre es Pablo Latimer. Segundo, ¿Qué hacés vos acá, sin entrada e interrumpiendo mi recital? Mirá, la gente se está enojando. Hacé rápido.

_ Bueno. ¿Cómo puede ser que esté toda esta multitud reunida acá? Yo me aseguré de que nadie más te escuchara.

_ Es simple. La noche anterior, por el agobio del trabajo y tu cansancio extremo, descuidaste tus pensamientos. Ese sueño que tuviste sobre mí tocando para otra gente hizo que tu subconsciente me asociara con otros personajes y otra gente en general. Esto también hizo que, subconscientemente, yo consiguiera varios contactos en este pequeño mundo interior tuyo. El motivo por el que no pudiste escucharme tocar durante el día es porque estaba ocupado reuniendo gente para este concierto y ensayando. Estuve practicando todo el día en la sala de Capitol Records que te habías olvidado que existía en tu memoria. Este concierto que estoy dando es tan solo el primero de una gira mental mundial que estoy planeando. Van a verme muchas personas, incluidas las versiones imaginarias de tus amigos y tu familia. Es más, pronto voy a ir de gira a la mente de otras personas. Aunque no te des cuenta, a veces tarareás dormido las canciones, y eso hace que cuando estás en compañía de tus amigos, ellos te escuchen y mis melodías queden grabadas en su memoria. No falta mucho para que yo me convierta en una celebridad subliminal. Andá a las bateas a escucharme tocar o andate, que tengo un público al que conformar.

Adrián se fue corriendo del lugar mientras gritaba su frustración. Pablo tomó el micrófono:

_ Perdonen la interrupción. Ahora sigue la canción llamada La cacería de las sombras, el amor y yo.

Padrón corrió por la ciudad inexistente hasta llegar lejos de la civilización, bien al extremo de sus pensamientos. Era un lugar lleno de neuronales praderas y montañas. Construyó una cabaña de madera fantasiosa y se encerró ahí.

Al día siguiente y desde ese momento, la vida de Padrón dio un giro de 360 grados. Exacto, 360 grados. Su vida sigue siendo tal cual fue siempre. Se levanta, desayuna, va a trabajar y ocasionalmente se junta con sus amigos y su novia. Sin embargo, dejó de escuchar música. Tanto real como imaginaria. Ahora, en sus momentos de distensión, cierra los ojos y se imagina en su cabaña. Vive feliz de la caza, la pesca y la agricultura psicológicas. No pretende nada más.

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Todos vivimos en un submarino amarillo

  • Ayuda, necesito a alguien. Por favor, ayúdeme. No quiero perderla, y yo la amo.
  • De acuerdo, de acuerdo. Quiero saberlo todo.
  • ¿Por dónde empiezo?
  • Por el principio. Solo apague su mente, relájese y flote en su arroyo.
  • ¿Y eso significa…?
  • Empiece por el principio.

Mi nombre es Juan Pablo, y no me gustan los Beatles. No significan nada para mí. Ni los odio ni los amo, pero estoy más cerca del primer sentimiento que del segundo. Después de todo, son solo un grupo que la pegó por ser comercial. Escuché toda su discografía para poder confirmar mi postura. Pasé por todas sus etapas: De “Twist and Shout” a “Come Together”. Los Beatles, definitivamente, no son para mí, y nunca me privé de mostrar cierto orgullo en esto. Aunque a la vez estoy harto de oírlos en todas partes, aun cuando no suenan sus canciones. Desde gente que manifiesta que todo lo que necesitás es amor, que en juntadas que duran hasta el amanecer mis amigos comenten que aquí viene el sol, que mis propios días sean tan solo un día en la vida. Es desesperante. Esta indiferencia se fue convirtiendo en intolerancia pura, y esto me trajo hasta aquí, con usted. Le voy a contar mi historia.

Una noche cualquiera estaba en un bar con mi novia Eleonora. Habíamos pedido una porción de comida bastante generosa. Un churrasco y pan para mí, y ella había pedido lasaña vegetariana. Ambos charlábamos de nuestras vidas:

  • ¿Qué hiciste estos últimos días? – Pregunté para ponerme al día.
  • Trabajé mucho. Sobre todo ayer. Ayer y hoy. – Respondió ella.
  • Un día muy ajetreado, ¿verdad? – Volví a preguntarle.
  • Sí. Ser recaudadora de impuestos no es tarea fácil.
  • Sabés que podés contar conmigo para cualquier cosa, ¿verdad?
  • Sí. Sabés muy bien que te llamaría si necesitara a alguien.

Mientras que ella se tomaba su tiempo para comer, yo devoraba a lo bestia bruta. Ella lo notó e intentó detenerme.

  • Tomate un poco de tiempo antes de tragar. Sos una morsa.

¿”Soy una morsa”? ¿Cómo la canción de los Beatles? Y no solo eso, sino que todas sus frases estuvieran cargadas de referencias a sus canciones me molestó demasiado. Recién ahí me di cuenta. Intenté razonarlo con ella:

  • Querida, está bien. Te perdono que me compares con una morsa, pero decime por qué tenés que meter referencias a canciones de los Beatles en cada frase – Sí, hasta yo me estaba pegando esa costumbre.
  • Por nada en particular – dijo – ¿Por qué? ¿Qué pasa?
  • Nada, nada.

Entonces, la música empezó a sonar. Justo cuando estaba pensando en los Beatles, sonaron los Rolling Stones. Ni más ni menos que la canción “I Wanna Be Your Man”, compuesta por Lennon y McCartney. Vaya suerte la mía. Ella me invitó a bailar:

  • No me gusta bailar – Rechacé.
  • Por favor, complaceme.
  • Está bien – Me rendí.

Nos despedimos de nuestros asientos y movimos el cuerpo. Giramos y gritamos. Todo el mundo nos observaba con admiración. En medio de la danza, compartimos más palabras aún:

  • Todos nos están mirando – Dije.
  • Sí. Acá, allá y en todas partes – Agregó.
  • ¿Otra vez con canciones de los Beatles? – La situación había pasado de anecdótica a molesta.
  • Oh, querido. ¿Todo tenés que relacionarlo con los Beatles hoy? – Ella empezaba a molestarse por mis acotaciones.
  • ¿Y cómo no hacerlo? Todo me está recordando a ellos esta noche.
  • No le des más importancia. Sigamos bailando. Abrazame fuerte.

En ese momento no lo soporté más.  Me cansé, la solté respetuosamente y nos fuimos del lugar tras pagar la cuenta. Todo con la mayor de las sutilezas que podía permitirme. Nos fuimos cada uno por nuestro lado, ya que era muy obvia mi molestia. La acompañé a tomar un taxi sin que ninguno de los dos dijera nada. Se subió al taxi y se fue. La vi parada ahí, esperando el taxi, más preocupada que molesta por mi actitud. Solo me dijo buenas noches. Después volví a mi casa y me fui a dormir.

Cuando me levanté temprano en la mañana, levanté mi cabeza. Todavía estaba bostezando. Vi mi celular y tenía un audio de ella. No lo había escuchado aún. Me sentía avergonzado por mi actitud de la noche anterior. Luego fue que decidí pedir un turno con usted. Necesitaba solucionar mis problemas a la brevedad. Caminé por las calles de la ciudad y veía a toda la gente solitaria. ¡Toda la gente solitaria! Ya me estaba hartando más y más. Originalmente estaba viniendo a contarle de la culpa por cómo traté a mi novia, pero después me di cuenta de que tenía que ver mi problema Beatle. Y aquí estoy.

  • Es una situación muy típica. Odiar algo con fervor hace que de algún modo lo atraigamos a nosotros. Usted tiene que aprender a convivir con los Beatles – dice el psicólogo.
  • ¿Usted cree?
  • Sí. Y también debe hablar con su novia. Pero sea cuidadoso. No estoy seguro si ella lo ama aún.
  • Creo que tiene razón – digo, intentando convencerme a mí mismo -. Gracias, doctor Roberto. Estoy mejorando. Me siento libre como un pájaro – intento ignorar estas referencias –. Adiós.
  • Adiós – me dijo -. Si aún tiene problemas con los Beatles, puede ir a la india – Bromea.

Abandono el complejo. Pongo mi mejor cara de felicidad. “Si cayera en la obsesión, puedo contar con el doctor. Pero lo dudo. En mi vida voy a necesitarlo” pienso. “Realmente tenés poder sobre mí, pero voy a vencerte” Le digo mentalmente a mi problema.

Pasaron los días, y todo más o menos iba encaminado. Alguna que otra referencia menor a algún tema desconocido. Nada grave. Me reconcilié con mi novia. Seguíamos juntos. Parecía que iba a volver todo a la normalidad. Sin embargo, mientras pateaba las calles junto con ella, oí a un tipo interpretando “What You’re Doing”. Nada grave, o al menos eso pensaba. Pasé de largo, hasta que escuché frases al azar de la gente:

  • Ey, mirá lo que estás haciendo – Decía uno.
  • Me siento triste y solitario – Comentaba otro al celular.
  • ¿Qué me estás haciendo? – Gritaba un tercero enojado.
  • Me tenés corriendo, y no es divertido – Veía un corredor decirle a su personal trainer.

Intenté hacer oídos sordos de estas frases, siempre guiándome por lo que me dijo usted. Hasta que en las siguientes cuadras…

  • Ella solo tenía diecisiete. Sabés a lo que me refiero.
  • La forma en la que ella se veía no tenía comparación.
  • ¿Así que cómo podría bailar con otra cuando la vi parada ahí?

Era peor que antes. Ya no solo oía los títulos de las canciones, sino también las letras. La gente hablaba como si estuviera dentro de un musical de los Beatles. Quizás para ellos fuera el paraíso, pero para mí era horrible. Hui lejos de ella:

  • Querido, ¿a dónde vas? – me dice.
  • Lejos de todo.

Corrí. Incluso consideré comprar un boleto para viajar a la India, como usted me dijo en broma, pero me pareció que sería demasiado y no quería sumar más analogías Beatle a mi catálogo de desgracias. Fue ahí que decidí contactarlo de vuelta a usted, doctor.

Habiendo escuchado mi historia, el psicólogo se pone en posición de pensar. Me sigue la corriente:

  • Por lo que me cuenta, su día se rompe, su mente le duele, y todo por los Beatles – dice analizando la situación.
  • Exactamente – le respondo.
  • Sí. Estoy viendo a través de usted. Puedo ver esa angustia, esa frustración.
  • Es tal y como me estoy sintiendo.
  • No se ve diferente, pero cambió. Su tranquilidad se está yendo, y siente que va a perder a esa chica.
  • El amor tiene la costumbre desagradable de desaparecer de la noche a la mañana, y yo estoy haciendo suficiente mérito para que ella me deje. Ayer mis problemas parecían tan lejanos, y ahora parece que están acá para quedarse.
  • Piénselo así, Juan. Todo tiene una razón de ser. Quizás deba volver a la fuente de sus problemas. Al inicio.
  • ¿A qué se refiere, doctor? ¿Debo escuchar otra vez a los Beatles?
  • La solución a su problema podría estar en su música.
  • Si usted lo dice.

Vuelvo caminando a mi casa. Pienso sobre lo que me dijo: “La solución a su problema podría estar en su música”. Me pongo los auriculares, abro Spotify en mi celular y busco “B-E-A-T-L-E-S”. Escucho los temas en el orden en que entraron a mi vida en estos últimos días. Me gustan, pero a la vez no me dicen demasiado. Las vuelvo a escuchar una vez, y otra, y otra. Para la cuarta escucha la cosa me sorprende. ¿Qué es esto? ¿Sus canciones me fascinan? Sí, me FASCINAN. Con mayúsculas. Arreglos impecables, melodías totalmente creativas… Vuelvo a escuchar las canciones para confirmar que no me volví loco. Definitivamente es cierto. Esas canciones son geniales. Decido arriesgarme un poco más y pasar a otras canciones del grupo. El sentimiento es el mismo. Esa banda de música para gente vieja de repente me parece lo más exultante que haya pasado por mis oídos. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo pudo este grupo pudo tenerme engañando tanto tiempo, haciéndome pensar que eran una manga de mediocres? Ya en mi casa, me voy a dormir.

Mientras caminaba para venir aquí, me pasó algo sorprendente: ¡No escuché ni una referencia al grupo! Era increíble. Parece que por fin estoy curado. ¿Usted que piensa?

  • Eso es quizás lo que usted necesitaba. Amar a los Beatles. Después de todo, si tras tantas décadas siguen siendo tan queridos, es por algo.
  • Es cierto. ¿Cómo no lo vi antes? Tanto tiempo de mi vida sin apreciar su gran música. Gracias, doctor. Le debo una. Ahora iré a recuperar a mi novia.

Decido irme del consultorio. Tomo el primer taxi que encuentro a la casa de Eleonora. Llego y toco la puerta, y ella me abre:

  • Hola – Le digo.
  • Chau – Me dice e intenta cerrar la puerta, molesta. Yo se lo impido.
  • Esperá. Sé que estuve mal en estos días, con este asunto de los Beatles, y te pido mil perdones.
  • ¿Y cómo sé que no vas a huir despavorido ante la próxima referencia a los Beatles que encuentres?
  • ¿Querés bailar? Tengo la música ideal.
  • Lo voy a aceptar como compensación por el baile que arruinaste el otro día.

Entro a su casa, pongo la música y bailamos al ritmo de los Beatles, como no podía ser de otra manera. Ella parece feliz de nuevo por haberme recuperado tal y como era antes y yo definitivamente estoy feliz por haber superado mi obsesión. Resultó ser cierto que, al final, el amor que recibís es igual al amor que das. Los Beatles lo transmitieron mejor que nadie. Ahora lo comprendo. Gracias, John, George, Paul y Ringo.

Motorik

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Psicoprincesa

Inspirado en la Princesa Azula, personaje de la serie «Avatar: La leyenda de Aang»

 

Princesa del fuego.

Prodigio del combate.

Sos una corona de celos e inestabilidad

Decorada con la más obscena perfección.

 

Obsesionada con mamá fantasma.

La preferida de papá rey.

Eterna rival de tu hermano desfigurado.

 

Envidiabas a tu hermano, y lo castigabas

Como castigando flores en un jardín real.

Solo querías que mamá te consintiera.

Ahí tu infierno abrió sus puertas infectadas.

 

Cazás a tus familiares por órdenes de papá.

Esa subespecie de fracasados y traidores.

Les prometés un nuevo mañana

Pero el mañana no existe.

No para ellos, y tampoco para vos.

 

Buscás unas viejas amigas,

Y sabés dónde encontrarlas.

Entre circo y sombras te tragás el orgullo.

Algo tenés que sacrificar.

 

Perseguís un nuevo objetivo

En caída libre por una bajada demencial,

Pero la tierra no está de tu lado hoy.

Tu presa escapa por muy poco

Aunque sonreís igualmente.

Siempre hay otro día y otra oportunidad.

Y otra, y otra más.

 

Decidís ser tu enemigo.

Sos tan auténtica cuando fingís ser otra,

Princesa de las impostoras.

 

Conspiraciones,

Reverencias carentes de humildad.

Nada se escapa de tus diestras manos.

Movés los hilos de los que también colgás.

 

La suerte te sonríe.

Las noticias vuelan con el viento.

Tu hermano y tío están en la ciudad.

Ya no tenés que disfrazarte.

 

Tu cobarde tío escapa,

Tu aún más cobarde hermano se cansó de huir

Y te reta a un duelo de honor.

Retrocedés valientemente.

Que tus sirvientes se encarguen.

 

Ya tu hermano está encerrado entre diamantes.

Sin embargo, le ofrecés una nueva oportunidad,

Pues será cobarde pero no traidor, como su tío.

Cualquiera sea su decisión, la vas a respetar,

Salvo que elija mal.

 

Tu hermano eligió bien.

Eligió lo que querías que eligiera.

Luchan juntos contra arcoíris de vientos

Y guillotinas de agua.

Ganan esta batalla y van por más.

Son una familia feliz de nuevo.

 

Vuelven los héroes a casa,

Bañados en gloria y honores.

Cayeron los muros de la libertad.

Larga vida a la tiranía sin barreras.

 

Ves tu leyenda en la distancia,

Y la recibirás con los brazos abiertos.

Esto es lo que esperaste toda tu corta vida.

Para esto respirás.

 

Después de la tormenta viene la calma.

El descanso del guerrero.

Pero no hay paradas para tu tren hecho de infierno.

Pisando castillos y exprimiendo guerra de un juego

Dejás tu marca de maldad ineludible.

 

En medio de una fogata

Tus amigas y hermano cuentan sus verdades.

Despellejan sus dolores más profundos.

Te hacen sonreír con tanta fuerza

Que algo se rompe en tu interior.

Hojas marchitas del mismo árbol.

 

En tu vida de lujos y grandezas

Cruzarte con tu hermano es un mal inevitable.

Será tu sangre,

Pero jamás tu igual.

 

Está inseguro,

Está dudando.

Saboreás la tensión.

Anhelás con el alma que de un paso en falso.

 

Buenas malas noticias.

Tu hermano es un traidor.

Solo era cuestión de tiempo.

Siempre supiste leer su mirada chamuscada.

 

En roca hirviente reclamás tu recompensa:

Tu hermano pudriéndose.

Pero el éxito es un bien escaso.

Tus amigas te traicionan.

Cuando exigís un por qué

Descubrís algo incómodo:

La gente ama más de lo que teme,

Y vos ya destronaste al amor.

 

No más días de playa.

No más vacaciones felices.

Que ellas se pudran en una celda,

Lejos de tu mirada dorada.

Ya ni querés un gris deleite.

 

Te preparás para una conquista mundial

Al estilo de padre e hija.

Es tu último bastión de cordura

Pero él ya decidió por vos.

Se convertirá en el rey del mundo,

Y vos serás la reina de tu nación.

Un honor ser leyenda de segunda clase.

 

Reina de las sobras,

Y sin amigas que te lo festejen ya.

Te desterrás a vos misma.

Solo te quedan fantasmas.

 

Reina de las sobras,

Vienen por vos y por tus dominios.

Es tu hermano con sus nuevos amigos.

Él sabe que estás acá, allá, en todas partes,

Como una flama enloquecida.

 

Sos una estrella moribunda.

Ardiendo como nunca ardiste,

Pero a punto de apagarte.

Te movés en laberintos desesperados de fuego y agua,

Pero incluso el caudal tranquilo bajo tus pies viene por vos.

No hay nada más que puedas hacer.

 

Encadenada al piso y rota en lágrimas,

Ya tu futuro pertenece a un cuarto acolchado.

¿Lo que sigue? Desaparecer en la noche.

Para siempre.

Motorik

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Mejores Discos de Rock Internacional del 2019

Se acercan las fiestas, se acerca fin de año, y como es usual en esta época, en Persi Music cerramos el año publicando los Mejores Discos de Rock Internacional del 2019.

Al igual que nuestro Ranking de los Mejores Discos de Rock en Español, se publicará la reseña de un disco por día en cuenta regresiva (del puesto 10 al puesto 1), hasta completar el Top Ten de los 10 más destacados.

Y como es tradición, les dejamos los listados de los Mejores Discos del 2019, según algunas de las revistas de música más populares que existen hoy en día.

Como se puede ver algunos artistas se repiten en los listados, como Lana del Rey y Nick Cave (que parecen picar en punta). Lo cual marca una tendencia que no siempre se da todos los años, donde los artistas apuntados por las revistas, muchas veces no suelen ser similares. Aunque claro, nunca faltan los listados polémicos como el de la Rolling Stone, que parece instalar al Pop y al Trap como los únicos géneros importantes de la época, con una alarmante escasez del Rock.

También hay que decir que muchos de las bandas referenciadas ya fueren repasadas en nuestra sección de Últimos Lanzamientos. Pero, para saber quienes fueron los mejores del año tendrán que seguirnos en los próximos días.

Listados de los Mejores Discos del 2019

Rolling Stone
  1. Ariana Grande – thank u, next
  2. Billie Eilish – WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?
  3. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  4. Taylor Swift – Lover
  5. Bad Bunny – X 100PRE
  6. Lizzo – Cuz I Love You
  7. Vampire Weekend – Father of the Bride
  8. Miranda Lambert – Wildcard
  9. DaBaby – Baby On Baby
  10. The Highwomen – The Highwomen

Fuente: https://www.rollingstone.com/music/music-lists/best-albums-2019-914750/

SPIN
  1. Big Thief – Two Hands
  2. Purple Mountains – Purple Mountains
  3. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  4. Angel Olsen – All Mirrors
  5. FKA twigs – MAGDALENE
  6. Freddie Gibbs & Madlib – Bandana
  7. Bill Orcutt – Odds Against Tomorrow
  8. Mdou Moctar – Ilana: The Creator
  9. black midi – schlagenheim
  10. Ras G & The Afrikan Space Program – Dance of the Cosmos

Fuente: https://www.spin.com/featured/best-albums-2019/

Q Magazine
  1. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  2. Michael Kiwanuka – Kiwanuka
  3. Aldous Harding – Designer
  4. Little Simz – GREY Area
  5. Nick Cave & The Bad Seeds – Ghosteen
  6. Fat White Family – Serfs Up!
  7. Weyes Blood – Titanic Rising
  8. Fontaines D.C. – Dogrel
  9. Billie Eilish – WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?
  10. Angel Olsen – All Mirrors

Fuente: https://www.qthemusic.com/articles/our-top-50-albums-and-an-exclusive-cd-in-the-new-issue

NME Magazine
  1. Billie Eilish – WHEN WE ALL FALL ASLEEP, WHERE DO WE GO?
  2. Tyler, the Creator – IGOR
  3. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  4. slowthai – Nothing Great About Britain
  5. Little Simz – GREY Area
  6. FKA twigs – MAGDALENE
  7. Fontaines D.C. – Dogrel
  8. Michael Kiwanuka – Kiwanuka
  9. Weyes Blood – Titanic Rising
  10. Clairo – Immunity

Fuente: https://www.nme.com/features/the-greatest-albums-of-2019-2586777

Pitchfork
  1. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  2. FKA twigs – MAGDALENE
  3. Big Thief – U.F.O.F.
  4. Angel Olsen – All Mirrors
  5. Solange – When I Get Home
  6. Bad Bunny – X 100PRE
  7. Helado Negro – This Is How You Smile
  8. Fennesz – Agora
  9. Weyes Blood – Titanic Rising
  10. Purple Mountains – Purple Mountains

Fuente: https://pitchfork.com/features/lists-and-guides/best-albums-2019/

Stereogum
  1. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  2. Angel Olsen – All Mirrors
  3. Purple Mountains – Purple Mountains
  4. Big Thief – U.F.O.F.
  5. Vampire Weekend – Father of the Bride
  6. (Sandy) Alex G – House of Sugar
  7. Nick Cave & The Bad Seeds – Ghosteen
  8. Great Grandpa – Four of Arrows
  9. Billy Woods & Kenny Segal – Hiding Places
  10. Fontaines D.C. – Dogrel

Fuente: https://www.stereogum.com/featured/best-albums-2019/

Slant Magazine
  1. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  2. FKA twigs – MAGDALENE
  3. Nick Cave & The Bad Seeds – Ghosteen
  4. Thom Yorke – ANIMA
  5. Carly Rae Jepsen – Dedicated
  6. Vampire Weekend – Father of the Bride
  7. Purple Mountains – Purple Mountains
  8. Clairo – Immunity
  9. Alex Cameron – Miami Memory
  10. Jenny Hval – The Practice of Love

Fuente: https://www.slantmagazine.com/features/the-25-best-albums-of-2019/

MOJO
  1. Nick Cave & The Bad Seeds – Ghosteen
  2. Bill Callahan – Shepherd in a Sheepskin Vest
  3. Bruce Springsteen – Western Stars
  4. The Comet Is Coming – Trust in the Lifeforce of the Deep Mystery
  5. Aldous Harding – Designer
  6. Fontaines D.C. – Dogrel
  7. Lana Del Rey – Norman Fucking Rockwell!
  8. black midi – schlagenheim
  9. Purple Mountains – Purple Mountains
  10. Lee «Scratch» Perry – Rainford

Fuente: https://www.mojo4music.com/articles/mojo-314-january-2020-leonard-cohen

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Mejores Discos de Rock en Español del 2019: Los últimos sobrevivientes

La difusión del Rock y de los grupos emergentes parece cada vez más difícil en estos días. El cierre de la famosa revista Los Inrockuptibles a nivel local, como una fuente importante para descubrir nuevos grupos es un duro golpe. Incluso la Rolling Stone de Argentina, perdió su dominio propio y ahora es solo una sección de La Nación, en donde lo que más escasean son las críticas y la difusión de nuevas bandas. Y si vamos más hacia el Under, los Premios Mr. E, en donde Mr. E se toma la dedicación de escuchar, reseñar y premiar a grupos independientes argentinos, también se tomó un respiro este año.

Peor aun es saber que mucho no parece importar. En un mundo en el que nuevos géneros que son como el Fast Food de la música, como el Trap, que acaparan la atención de los más jóvenes y de las grandes corporaciones dispuestos a difundirlo, el Rock parece estar estancado y en un momento de declive. Pero si se investiga y se revuelve un poco, podemos encontrar interesantes propuestas a nivel local dentro del mundo emergente.

¿Qué nos queda para seguir estando informado sobre lanzamientos a nivel local? Todavía existen algunas pagina con información y reseñas sobre discos, como Indie Hoy (y esperamos que sigan existiendo). Y por supuesto, también está Persi Music como uno de los últimos sobrevivientes en tratar de difundir bandas locales con reseñas, entrevistas y este mes publicando nuevamente los Mejores Discos de Rock en Español del 2019.

El Ranking de este año hará foco en el Rock Argentino, si bien aparecerán reseñas de otras bandas de habla hispana. Y al igual que en el 2018, se tendrá en cuenta los discos de aquellas bandas que nos escribieron para competir y formar parte del Ranking.

Así damos inicio a nuestra selección de los Mejores 10 Discos de Rock en Español del año, publicando a partir de mañana un disco por día como cuenta regresiva (desde el puesto 10 al puesto 1) hasta completar el Ranking. ¡Sean bienvenidos a uno de los últimos Rankings sobrevivientes a lo mejor del Rock en Español del año!

Persy

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El Muerdo

Cada vez que se me Zafa un tornillo…

me gusta salir a buscar Claridad por ahí…

Armo la mochila, alisto el auto y salgo al son de la canción de la carretera,

Me voy lejos de la ciudad.

Me pierdo,

un poco queriendo,

un poco sin querer.

Escucho música y me dejo llevar,

voy cantando, mirando el paisaje,

jugando con las patentes de los autos,

y sobre todo pensando…

Y la música me ayuda un monton!!!

Descargué un disco que se llama Viento Sur, del Muerdo.

y cada uno de sus temas es como un himno a mi corazón…

Les juro que pareciera que lo hizo con esa intención.

Acompañar en el viaje, (mínimo tiene que durar 51 minutos)

Pero en este no me sigan,

porque a veces yo también ando perdida.

Por eso, porque el Muerdo fue muchas veces sin querer mi compañero de viaje,

Feliz y saltando en una pata

cuando me enteré que había cruzado el charco

Lo fui a ver a Mar del Plata.

Me pareció justo acompañarlo en SU viaje…

Tal vez vino porque lo llamaba, y en su sendero de paso lento,

se va al rato nomás, sabiendo que deja sembrada en la tierra su canción…

Sin prisa de llegar…

Gracias Muerdo porque sin saberlo muchas veces le diste Claridad a mis días…

y finalmente todo encaja…porque cuando es la hora todo llega!!!

y que sople viento no mas!!!!

Coca y Bonjour
Natalia Balul (profesora de Filosofía y escritora)

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Nanan – Casa de Floresta

A veces, Youtube me sorprende, mientras me preparaba unos mates y de fondo en la cocina algo hervía,

Youtube me tiró este tema:

Casa de Floresta – Nanan

y juro que me puse a bailar,

yo, la que menos movimiento cree que tiene

Pata dura como pocas.!!!

Pero cuando nadie nos ve uno realmente cree que puede llegara a ser hasta Julio Boca…

Me puse a escuchar este tema y la verdad no entendía nada pero me deje llevar…

con solo mirar la cara de satisfacción que tienen estos muchachos al cantar me hizo disfrutar ese momento como si fuese el último,

Mientras los miraba una sonrisa se había instalado en mi cara,

y mi mente había volado a ese lugar,

así como estaba,

en pijama y con el mate medio lavado.

Youtube había logrado creear lo que nadie había podido hasta el momento…

La Maquina de traspolar personas!!

Gratis…

y ni lo sabia!!!

Gracias por este momento exclamé!!!

En una segunda vuelta,

( porque soy re cabeza)

quise entender que decían…

y puse:

Casa de Floresta, Namam, letra traducida

y mori MAS de amor,

Ni les cuento cuando me entere que vibra a 432 hz, que es la frecuencia natural para estimular la armonía interior, encontrar tranquilidad y conexión universal.

Algo así como lo que el medico me receto!!!

Asi que lo quise compartir,

me parece que vale la pena escucharlos…

Mejor dicho…

Juro que quita la pena…

Escuchenla y despues me cuentan.

Yo compre!!!

y quiero vivir

En una casita hecha a mano

En un bosque donde puedo plantar lo que quiero

Y caminar de pie en el suelo

Coca y Bonjour
Natalia Balul (profesora de Filosofía y escritora)

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