Tras 10 años largos de espera, el Dios blanco del blues arribaría a Buenos Aires con la difícil tarea de exorcizar la cancha de River Plate luego de las dos presentaciones de Justin Bieber.
Al presenciar este tipo de shows uno se da cuenta que cada recital puede ser muy distinto entre sí, en cuanto al público que lo acompaña y a la forma de disfrutarlo. El concierto de Clapton es el tipo de presentación que uno tiene que sentarse, relajarse y abrir su mente para regocijarse con el buen blues que nos brinda esta leyenda viviente. Ideal para escuchar en un bar tomando una cerveza o incluso comiendo nachos con queso. Pero la convocatoria y la importancia de Eric hacen que una multitud se movilice y llene un estadio. Había más gente en la cancha de River de lo que imaginábamos, sabiendo que las entradas no eran “TAN” caras y que no estaban agotadas. Y en la general había que molestar a otros para hacerse un lugar.
Clapton salió al escenario a la hora estipulada, sería tan puntual que llegamos tarde e incluso nos perdimos un par de canciones. Y ya desde entonces empezaría a demostrar su genio blusero, siendo versátil, improvisando mucho con su guitarra celeste y blanca, con varios solos tremendos, pero cantando bastante poco (él solo hacía hablar a su guitarra) e incluso dando lugar a teclado y órgano a cargo de Tim Carmon y Chris Stainton, que le dieron nuevas alternativas a los clásicos y sobre todo a las canciones no tan conocidas, extendiéndolas, por momentos, demasiado.
El setlist no difirió mucho de lo que venía tocando en Brasil. Fiel a su estilo, interpretó varios covers como “Hoochie Coochie Man” de Muddy Waters y “I Shot the Sheriff” de Bob Marley y luego tuvo una seguidilla de temas acústicos con el “viejo” Eric sentando como si diera lecciones, finalizando esa serie con una pálida versión semi blusera de “Layla” que dejó bastante que desear. Un clásico ansiado que podría haber sido un momento clave para levantar el espectáculo tirando la casa por la ventana pero que se perdió en la nada. Una de las cuestiones más reprochables del show, junto con la ausencia de algunos clásicos indispensables como “Sunshine of Your Love”. No así, “Badge”, el temazo de su época en Cream, fue uno de los puntos más altos de la noche, rockeando más alto, dibujando una sonrisa en cada fan por lo que este maestro hacía.
Luego de rockear con “Badge”, “Wonderful Tonight” le puso letra a hermosa balada que fue del deleite de las parejitas que colmaron el Estadio. Después vino una gran versión de “Before You Accouse Me” y tras el clásico de Robert Johnson, “Littel Queen of Spades”, “Cocaine” tuvo a cargo el cierre a pura emoción.
Tras un breve receso los músicos retornaron a escena en lo que parecía una culminación con varios clásicos más. Sin embargo, sólo “Crossroads” fue la elegida para darle fin a un concierto muy apreciable pero con ciertas sensaciones de vacío. De todos modos nos fuimos sabiendo que vimos a un grande y recitales así son difíciles de olvidar.
Persy/Piro
Le vi este año en Londres, gastandome una pasta para ir a verle y sali totalmente decepcionado. Toca y siente como si fuese un oficinista al que se le escapa el metro ….. una pena.
Fue muy emocionante para mi, con 22 años ver a un idolo, icono, genio de la música, lo que mas me gusta de Eric es el Blues, asi que pasé una noche espectacular en la que no me pude quedar quieto, de hecho abandoné mi asiento de platea baja para ir arriba y dejarme llevar por su musica, piano y teclado increíble, creo que ya no voy a llegar a vivir un show como el del viernes.
Lo de las sensaciones de vacío coincido, de parte de Eric y del público, y se entiende. Es un genio, apenas salió no lo podía creer y se me escaparon unas lágrimas mientras mi cuerpo se movía al ritmo del blues.La versión de Layla no me disgustó. Saludos.
Dicen que las comparaciones son odiosas, pero en algunas oportunidades son inevitables. Yo estuve en el estadio aquel 6 de octubre de 2001 donde Clapton arrasó Bs. As. y primó el blues con covers como Key To The Highway (temazo con el que abrió esa noche), Got You On My Mind ó Stormy Monday. Pero también hubo espacio para el rock de Badge, Cocaine, Layla (no la versión de este finde) ó Sunshine Of Your Love.
Esta vez, sentí que tocó “a media máquina”. Si analizamos los temas individualmente, los covers estuvieron fantásticos y valieron la entrada que pagamos (“Before You Accouse Me”, “Little Queen of Spades”, “Hoochie Coochie Man” y “I Shot the Sheriff” donde la guitarra de Slowhand gentilmente nos acarició). Pero si analizamos el setlist completo…nunca llegó a explotar. Y el amague final con “Crossroads” donde parecía que arrancaba la última parte del show y….de repente se despidieron, fue tristísimo.
El único atenuante para esta crítica, fue la disposición de la gente en el estadio. A los organizadores, les importa sólo el dinero. En vez de tener un “campo” lleno de gente, ocuparon únicamente la mitad del mismo con costosas sillas que atentan contra el clima del espectáculo (parecía que estaban dormidos). Mientras que las tribunas, colmadas de fans, estaban a 100 metros del artista.
Con ese marco, sumado a que Clapton nunca se caracterizó por su “euforia”…. se me vino a la mente el libro “Crónica de una muerte anunciada”. Basta de sillas en los estadios. Si eso no cambia……preparémonos para más sensaciones agridulces como las del viernes pasado.