Caravan – Caravan (1968)

Caravan - Caravan (1968)

Puntaje del Disco: 8

  1. Place of My Own: 8,5
  2. Ride: 8
  3. Policeman: 7,5
  4. Love Song with Flute: 7,5
  5. Cecil Runs: 8
  6. Magic Man: 7,5
  7. Grandma’s Lawn: 8,5
  8. Where but for Caravan Would I?: 9

Hablar de Caravan es hablar de una de las bandas más originales e innovadores del rock británico y es hablar de la historia de un género, el que crearon junto con sus coetáneos Soft Machine, la Escena de Canterbury, que recoge a todos aquellos grupos (no necesariamente de tal ciudad) a los que el rock psicodélico o progresivo se les quedó musicalmente algo pequeño y empezaron a experimentar con sonidos más jazzísticos, logrando concebir, en algunos casos, una inteligente y atractiva mezcla entre tres formas de ver la música, y, en un muchas ocasiones, algunos de los más soporíferos discos que ha compuesto nadie. El caso de Caravan, sin duda alguna, habría que etiquetarlo dentro de ese primer grupo.

Caravan se formó a finales de los años sesenta por los antiguos miembros de la, hoy por hoy desconocida banda, Wilde Flowers. La formaron el vocalista y guitarrista Pye Hasting, el bajista y también cantante Richard Sinclair, el batería Richard Coughlan y el teclista David Sinclair, de quien hay que decir que años más tarde se haría enorme en otros discos de la banda hasta convertirse en uno de los más grandes teclistas de la historia del rock. El grupo resultó, y en el 1968, apenas un año desde su formación ya habían firmado con Advision Studios para lanzar su disco debut, al que titularían como a la misma banda, Caravan.

Siendo finales de los años sesenta, el disco aún no presentaba las características propias que definirían a Caravan en un futuro, (excesos, solos que no acaban nunca, decenas de riffs disparatados metidos a presión en el lapso de un minuto…), como tampoco lo hacían las demás bandas que junto con los hoy tratados creaban el inicio del género; pero lo que está claro es que lo que suena en este álbum no había sonado antes de ninguna manera (tal vez lo más parecido sea el Pink Floyd más primitivo, aún sin haber demasiados parentescos) y es por ello que el álbum llamo la atención y se convirtió en una obra de obligada escucha, no tanto por la calidad (innegable) de sus canciones, como por todo lo novedoso que aportaba.

Pese a presentar un nivel parejo hay que destacar tres canciones: la primera de ellas es «Place of my Own», el clásico inmediato del álbum y una de las canciones insignia del grupo, puro pop psicodélico de primera categoría, aunque, desde mi punto de vista, algo sobrevalorado, teniendo en cuenta la gran repercusión que tuvo aun teniendo Caravan temas seguramente más meritorios. También hay que destacar la genial «Grandma’s Lawn», un oscuro tema que, por su rareza y por su frescura, así como por el muy bien ejecutado trabajo por parte del teclado, se te hace corto. Y por último la perla del disco, el auténtico reflejo de la magnífica discografía que se avecinaba para estos jóvenes universitarios británicos, «Where but for Caravan Would I?», un auténtico balazo en forma de canción, más de nueve brillantes minutos que dejarían claro que estábamos frente a una banda a tener en cuenta. Destacable nuevamente David Sinclair al teclado, ¡que teclista más infravalorado!

Con esta joya Caravan cerraría su valiente disco debut de una manera brillante, pero, por suerte para todos nosotros, lo mejor de la banda aún estaba por llegar.

Mauricio G.

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