Puntaje del Disco: 5,5
- Part of Me: 5
- Time: 6
- Sweet Revenge: 4
- Get Up: 5
- Ground Zero: 5
- Never Far Away: 8
- Take me alive: 7
- Long Gone: 5
- Scream: 6
- Enemy: 4
- Other Side of Town: 5
- Climbing Up the Walls: 7
- Watch Out: 5,5
- (Hidden Track) Two Drink Minimum: 8
En la tapa de Scream, Chris Cornell parece estar a punto de romper su guitarra contra el suelo. Y basta escuchar las dos primeras canciones del disco para desear que lo hubiera hecho.
La experiencia de escuchar Scream deja toda una serie de profundos interrogantes. ¿Que le pasó a este buen muchacho? ¿Desde cuándo canta como Britney Spears? ¿Era necesario el uso y abuso del Auto-Tune, un recurso digital típico del pop que se utiliza cuando el cantante canta mal? No podemos decir que Chris Cornell sea un revolucionario, pero francamente se esperaba más de él que un disco deliberadamente comercial, producido específicamente para ser utilizado en cortinas de programas de televisión y escuchado por quinceañeras que se creen re-rebeldes. (El “re” es indispensable. La rebeldía ya pasó de moda, lo que se viene es ser re-rebelde. Tomen nota chicos).
Empezamos con “Part of me”. En ella, un hombre está justificándose con su novia/pareja/mujer, diciendo que tal vez pudo haber pensado estar con otra mujer, pero finalmente no lo hizo. El estribillo, que chorrea machismo, dice “esa perra no forma parte de mí”. Todo un intelectual, ¿eh? Y pensar que para escribir la letra de esta canción sólo hicieron falta… ¡seis personas! Timothy Mosley, Jerome Harmon, Johnkenun Spivery, Ezekiel Lewis, Balewa Muhammad y el propio Chris Cornell.
Musicalmente hablando, Cornell abandonó la contundencia de las guitarras eléctricas, tan características de sus anteriores bandas Soundgarden y Audioslave, para encarar su disco sazonado con lo más tipificado del R&B, hip-hop, y pop. El uso de nuevos recursos y sonoridades no es, demás está decirlo, criticable. Sólo que Chris Cornell, y su productor, Timbaland, tomaron lo más gastado de esos significantes y los usaron mal. Con la honrosa excepción de “Never Far Away”, que demuestra que hacer buen pop, hoy en día, también es posible.
Lo más triste de todo, es que cuando uno se pone a escuchar el álbum, después de pasada una hora empieza a sonar un blues con todas las de la ley y Cornell en lo mejor de su vocalización y uno dice “¡Epa! No está todo perdido”, y cuando nos queremos fijar en el título del tema, (“Two Drink Minimum”, nombre blusero si los hay) ¡resulta que es un Track oculto! Lo mejor del disco está oculto, literalmente. ¿Vergüenza de ser rockero, tal vez? ¿No quería ofender a los púberes re-rebeldes con una demostración de su verdadera habilidad musical? No lo sabremos, hasta su próximo disco.
La curiosidad: El disco debutó Nº 10 en los Billboard de Estados Unidos, siendo el primer disco de Cornell como solista que llega al top ten. Sin embargo, a la semana siguiente bajó al Nº 65, rompiendo el récord del peor desplome de posición en la segunda semana en dos años y medio.
Barba