Estábamos esperando desde hacía 45 minutos. En el medio había pasado Baltasar Comotto y sus Dragones Albinos, que sonó decente aunque no pudo satisfacer nuestra necesidad de revolución balcánica.
Una neblina densa, herbal, amarga y picante, sobrevolaba nuestras cabezas. El Luna Park estaba lleno, mucho más de lo que esperaba. Ya nos dolían los pies, nos estábamos impacientando. Ni bien venía un técnico a chequear el sonido o algo, estallábamos en gozoso vitoreo pensando que se trataba de un músico, pero la desilusión tiene pasos ligeros.
Finalmente, cuando estábamos preparando los cócteles Molotov para tirárselos a los organizadores, llegó Emir Kusturica disfrazado de piloto y todo su séquito de muchachada instrumental. Luego del caluroso recibimiento que les otorgamos, sonaron los primeros acordes y comenzó lo que sería una calurosa noche de fiesta gitana, música entretenida y populismo demagogo.
Musicalmente, estuvo bien, aunque no increíble. Con un despliegue que incluía dos guitarras, dos baterías (y percusiones), bajo, saxofón, tuba, acordeón, teclados y violín, el sonido pudo haber estado mejor, y en ningún momento The No Smoking Orchestra pudo demostrar estar a la altura de sus grabaciones de estudio.
Esto no fue en detrimento de la fiesta que se vivía en el campo: pogo, mosh, deathwall, bardo, baile y locura. Mucha locura.
La selección de los temas no dejó nada a desear. Estuvieron presentes los ¿hits? “Unza Time”, “El Bubamara Pasa”, “Pitbull Terrier” y varias canciones pertenecientes al repertorio de “Gato Negro Gato Blanco” y “La vida es un milagro”. También ofrecieron un solo de saxo, uno de tuba, uno de de violín y uno de guitarra. Éste último, ejecutado por el propio Kusturica, se pareció más a una alarma de incendios que a un solo. El apodo de Emir “Clapton” Kusturica resultó ser una exageración indecente, ya que todo el sonido que fue capaz de robarle a la guitarra fue un tímido “plín plín”.
Pero lo más impactante, sin lugar a dudas, es el show dispuesto por Nele Karajlik, voz principal y animador, Kusturica, y el resto de la banda, que incluía:
Si bien la mayoría de estas cosas ya habían estado presentes en espectáculos anteriores, Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra satisfacieron ampliamente nuestra sed de potencia de los balcanes. Luego de una noche larga e intensa, salimos bajo el cielo estrellado del Bajo porteño, totalmente transpirados y destruidos.
Si deciden volver alguna vez más (cosa que con toda seguridad lo harán) les recomiendo que los vayan a ver y disfruten de la fiesta. A menos que quieran escuchar buena música serbia. En ese caso les recomiendo que escuchen su disco.
Barba
lo mejor de esta nota ¡¡¡ los dibujos ¡¡¡ viva kusturica ja,ja,ja,ja,ja,
jajaj si fue asi, te falto que se tiro entre la gente, cuando se armo la hoya
seee emir es un groso sabelo no seamos caretas la musica q nos impone alegra y es completamente muy sactifactoria a nivel musical instrumental