Con su particular estilo circense y lleno de alegría y color, Los Auténticos Decadentes instalaron a comienzos de la década de los noventa, una nueva forma de diversión. La idea principal era pasarla bien. Y eso era básicamente lo que estos locos querían. Los éxitos como “Loco”, “Entregá el Marrón” y “Vení Raquel” instalaron definitivamente a los Decadentes como una entrañable banda popular y una de las más adecuadas al momento de la parranda.
En 1991 el grupo liderado con Chucho editó su segundo disco de estudio: ¡Supersónico!. “Este disco suena más armado. Con un estilo más definido. No te voy a decir que somos perfectos, pero por lo menos sabemos que no nos equivocamos” decía por entonces el cantante a la revista Humor.
En cierto sentido Cucho no estaba desacertado. El material no está mal pero no mejoró la producción anterior y el nivel de vetas vio reflejado este leve bajón. Sin embargo, los muchachos parecen sobrellevar esta situación tal como reza “Ya me da igual”, un clásico que fue también llevado a las tribunas futboleras.
Canciones referidas a situaciones cotidianas de la vida y a los excesos de las fiestas, como «La Bebida, el Juego y las Mujeres» son algunas de las canciones que conforman este disco, que aunque no fue una gran producción, mantiene la alegría inigualable de los Decadentes.
James Chambers nació el 1 de abril de 1948 en St. Catherine, Jamaica. Desde pequeño mostró talento para la música y comenzó a aparecer en eventos locales; hasta que a los 14 años se mudó a Kingston, donde se cambió su apellido por Cliff y donde también grabó sus primeros sencillos. Allí conoció además a Leslie King, quien sería su productor hasta su fallecimiento en 1971. «Miss Jamaica,» «King of Kings,» «One Eyed Jacks” fueron algunos de los hits que Cliff consiguió en Jamaica durante aquel tiempo.
Sin embargo, el primer disco fue editado en 1968 bajo el nombre Hard Road, que le otorgó a Jimmy una notoria popularidad más allá de su país. En 1969 fue lanzado el segundo material de estudio, que en los Estados Unidos se vendió un año después con el nombre de Wonderful World, Wonderful People, que ubicó a Cliff en los principales rankings a ambos lados del Atlántico.
Sobre las bases del reggae, el ska y el R&B, Jimmy Cliff condensa lo mejor sus raíces en once grandiosos temas. Desde la rítmica “Time Will Tell”, pasando por “Use What I’ve Got” y “Sufferin’ in the Land”, por nombrar algunos. Con letras simples pero a la vez comprometidas, Cliff marcó un importante avance en su carrera con este disco que se convirtió en un clásico y que le permitió despegar con su música.
Mejor pero nada impresionante. El segundo disco del Bordo es menos cuadrado, se aleja del rock rolinga para ser algo un poco más auténtico. En Un Grito en el Viento las composiciones mejoran bastante, incluso por varios tramos algunas melodías contagian y están más que bien. De todas formas, no hay nada especialmente sorprendente o que te llegue a volar la cabeza… hay mejores intenciones pero el Bordo no deja de ser un grupo de medio pelo.
Esa sensación queda impregnada en cada uno de los temas del álbum: las canciones son más que nada escuchables, pero no son memorables. Aun así hay algunas gratas sorpresa como “Te devoran” por su estilo tanguero y “Con el cuerpo a la mitad” por su melodía y singular ritmo que la distingue sobre el resto.
El resto son cortes pasables de rock enérgico como “A mi favor” y baladas agradables y normales como “Volando” y «Volviendo el Sol». También hay lugar para los cortes mediocres como “Donde voy”, “El grito” y “De vuelta al juego”.
En fin, bien por el Bordo que, a pesar de seguir siendo un grupo de barrio, siguió creciendo respecto de lo que fue Carnaval de las Heridas, de hecho ganaría bastante popularidad que lo asentaría en poco tiempo como un grupo ya conocido del rock nacional.
Persy
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