Cuando la calidad del sonido del escenario no se caracteriza por ser la mejor, hay que saber tocar muy bien para que no resulte cacofónico para el público. Sobre todo si antes de tu banda tocó una que más o menos, a duras penas, se tiraba algunas que otras buenas frases musicales. Pero no mucho más que un par de acordes con formas monótonas en los cuatro o cinco temas que sonaron. Sin Final logró purificar esos viejos y empolvados parlantes con una impronta propia para llevarse todos los aplausos del festival. Porque cuando hay ensayo se nota y aún más cuando los músicos saben de lo que se trata. Más aún cuando es gente que tiene sapada encima y que logran, entre sus miembros, captar mutuamente la idea de cada uno, que se entienden como si fuera un equipo de fútbol.
Sería difícil encajar esta banda con algún género pero tiene una marcada inspiración en famosas bandas como Iron Maiden. Una suerte de post-rock, rock metal, post-punk a mi parecer, aunque, para ser más específicos, ellos se definen como metal fusión progresivo. Pero bueno, lo decía Spinetta, cada cual haga la música que le guste sin necesidad de encajarla en una etiqueta predeterminada. Una chunga combinación de estilos que da su fruto con buenos cambios en el tiempo. La banda cuenta con seis integrantes; 2 guitarras (“El Chino” Ogura y Martín Nocito), 1 bajo (Tebo Penovi), 1 cantante (Andrés Recchia) y 1 baterista (Nicolás Diebra).
El baterista siempre es clave para que una banda se exprese como desea. Sin Final no tiene excepción en esta regla pues todo lo propuesto en el escenario estuvo muy bien conseguido. En este caso, manejaba muy bien el tempo, por lo que la banda podía hacer puentes que quedaban bien (algunos con silencios en el medio) para unir las distintas partes que tenían las composiciones. El primer tema arrancó con mucha energía, coordinando muy bien las escalas entre las guitarras.
En general, la técnica lograda mediante la práctica y la perseverancia de esta gente ayudó mucho. ¿Por qué? ¿Cómo te das cuenta de eso? Por la versatilidad de las melodías. Se puede notar que cualquier escala no va con cualquier escala y esto remite a la prueba de que los integrantes de Sin Final saben perfectamente lo que están haciendo. Además, el registro del cantante, Andrés Recchia, hace que se acople con los diversos tonos por los que se mueven los temas. Los dos guitarristas van turnándose casi espontáneamente los acompañamientos y los solos con silencios que retoman el riff característico de cada canción. Asimismo, el uso de las pedaleras es mesurado y en el momento justo.
El guitarrista apodado “El Chino”, merece un párrafo aparte. Charlando con algunos de los integrantes, me lo habían advertido; “este tipo es un animal”. La verdad, se notó demasiado. Excesivamente. Un tipo que toca cinco horas por día hace que no tenga ningún tipo de sentido lo bueno que es cuando se sube a un escenario. Para él, las cuerdas parecían de manteca.
En fin, una gran banda under. Cuando hay esfuerzo, dedicación y, por sobre todo, amor por lo que uno hace, las cosas salen bien. No fue menos de lo que esperaba, ya sabía que eran muy buenos músicos. Y si los vas a saludar y te quedás charlando, están con la mejor onda, hasta capaz te terminás tomando una birra cerrando el festival a todo rock.
Wilcrak Badios