En cada corazón humano hay un vacío profundo. ¡Cuánta aflicción se anida en esta infeliz travesía! El dolor desciende junto al moribundo puñal de la avaricia clavado en la existencia. Quemando como brasa, la antorcha arde. Ese sentimiento vivirá en ti hasta que el amor sea la verdad.
Te han dejado sin alma. Eres otra vida inútil, sin alma, sin nada en tu corazón. Eres la obra que contradice la perfección magnificente del paraíso. Eres el pretexto de Dios para verter su ira sobre nosotros y nos conduzca finalmente a la extinción. Eres la más completa colección de pesadillas infames. Eres la secular región abismal de oscuridad y locura donde miles yacen caídos en el hambre, roídos por la fatal declinación de voluntades. Eres la presa fatídica e infértil que soporta vivir como engendro. Eres la resultante enfermedad que habita en la especie, que la reduce a contriciones. Eres la imagen deplorable de una vida desollada. Eres un perro adornado con desilusión y amargura, sólo un despojo más, habitualmente loco. Eres vil… Tu vida postrada está, escurriendo en dolor.
En tus manos se posa un sufrimiento perpetuo, en tus labios se dibuja el sopor inexorable. Sufres en el fango como los gusanos que se arrastran por las nebulosas esquinas de los pesares sólo para mordisquear la fruta podrida. Los demonios que prolongan tu terrible realidad son la ironía, el suplicio y la estupidez. Un curso ciego rasga tu futuro, anda por el tiempo bordando destrucción. Caes rendido, recortado con reproches. Tu felicidad ha huido muy lejos de ti.
Miras al cielo y está lloviendo, es el llanto de aquellos tiempos pueriles en que una entidad cósmica era tu única guía. Recuerdas con flaqueza aquel lugar donde la oscuridad no gobierna la tierra. Quisieran que alguien extendiera su mano y te llevara en un viaje astral hasta esa luz infinita de calma y serenidad. Largos son tus sueños, pero son sólo sueños.
Cada mañana al despertar, te miras atrapado en cuatro paredes; estás encarcelado, internado en la demencia de una casa que te sienta a esperar tu muerte. Sombras espantosas cubren los despojos de tu hogar. Los días pasan en vano, lentamente van tornando miserable tu rostro. Tus ojos buscan mil palabras para suplicar al cielo un poco de sueño dulce bajo la quietud de las estrellas y el arrullo de las brisas de algodón. Pisoteado, dolorosamente penetró el veneno en tu cerebro, te mintió, te alejo de la algazara con tétricas formas implacables. Tu destino es un abismo en la trama humana y aún no has encontrado los signos que provocan tu dolor. No hay cura para tu desgracia; todos tus sueños agonizan dentro de las profundidades de la tristeza…
Kobda Rocha