Mi niña bien

Las niñas bien no escuchan Rock & Roll, mucho menos Heavy Metal, ¡y no se diga Reggae! Esa música es de marihuanos, de drogadictos, de delincuentes. Es más, eso ni siquiera es música; es puro ruido sin sentido.

Las niñas bien tampoco salen de noche. No beben alcohol, no fuman, no dicen groserías. Por supuesto, tampoco usan minifaldas ni escotes. Cero maldad, cero perdición, cero vicios. ¡Cero!

Las niñas bien llegan vírgenes al matrimonio. No conocen carne hasta después de ser entregadas en el altar. Un beso pequeñito de vez en cuando, pero ¡nada más!

Las niñas bien obedecen a sus padres siempre. Son muy obedientes, ¡deben serlo! porque después obedecerán a su esposo. Deben ser buenas mujeres, respetables y sumisas. Nunca nunca nunca pueden equivocarse. Tienen que ser elocuentes y capaces de soportarlo todo. ¡Todo! Incluso la vida, incluso al marido maldito que se aprovechará de ellas por inútiles, ingenuas y estúpidas. Pero no me hagas caso, hija, tú no serás como yo… tú serás diferente. A mí porque tu abuela me educó como pudo; soy la más chica de nueve hermanos. Pero tú eres diferente, nena… porque me tienes a mí ¡toda para ti!, porque tú eres mi única hija, y porque tú sí eres una niña bien.

Por eso se fue tu papá.

Kobda Rocha

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