Los Brujos – Guerra de Nervios (1995)

Puntaje del Disco: 6,5

  1. Victoria:
  2. Psicósis Total: 7
  3. Atlánticos: 8
  4. El Detonador: 8,5
  5. La Fiesta del Infierno: 7,5
  6. Aguaviva: 7
  7. Espíritu de Velocidad: 6,5
  8. Ondas Martinot: 6
  9. El Vengador: 6
  10. Azúl Lucero: 5,5
  11. El Gato Rabioso: 7,5
  12. Nada: 8,5
  13. Gran Sheelo
  14. Tónico Para Soñar I:
  15. Tónico Para Soñar II: 6
  16. Tónico Para Soñar III: 7
  17. Reina en las Nieves: 6
  18. Captain Fetogia: 7
  19. Victoria 2: 6

El tercer trabajo de la banda de rock alternativo argentina Los Brujos, Guerra de Nervios (1995), se basó y tomó la estética en la afición de la banda por la ciencia ficción, tanto musicalmente como en el arte gráfico del CD donde tomaron el concepto de afiches y carteleras retro del género.

“Se llama así porque en los shows de Los Brujos hay mucha energía que nace desde los cuerpos de cada integrante, y en el disco se transmite ese espíritu. Además un nervio es un receptor de estímulos y la música estimula varios al mismo tiempo, produciéndose de esta manera una guerra de nervios”, comentaba Ricky Rua.

Lo cierto es que a pesar de contar con invitados importantes como como Gustavo Cerati, Daniel Melero, Gabo de Babasónicos y Aitor Graña de Juana La Loca, las composiciones no lograron el impacto de sus primeros discos. Hay sobre abundancia de instrumentales y temas de rellenos y salvo la excepción de algunos destacados como “Atlánticos”, “El Detonador”, “El Gato Rabioso” y “Nada”, el resultado estuvo por debajo de las expectativas.

Guerra de Nervios se convirtió en lo último que editaron por muchos años, ya que el grupo anunció sorpresivamente su separación en 1998 a través de su sitio oficial. Su regreso y resurgimiento comenzó a surgir quince años después y en Abril de 2014 presentaron su nuevo sencillo en el programa radial de Mario Pergolini para finalmente regresar al año siguiente con su cuarto álbum de estudio, Pong!.

F.V.

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Pigeons Playing Ping Pong – Psychology (2014)

Puntaje del Disco: 8

  1. F.U.: 9
  2. Melting Lights: 7
  3. Julia: 6
  4. Schwanthem: 8
  5. Zydeko: 7,5
  6. Time to Ride: 8
  7. Sunny Day: 8
  8. Moonwalk: 7,5
  9. Horizon: 10
  10. Lightning: 8,5
  11. White Night: 7,5
  12. Live Life: 8,5
  13. Upfunk: 7,5

En una época donde las pistas de baile comunes están copadas por géneros determinados—léase reggaetón, pseudo-electrónica, trap y demás estilos relativos—, la simple escucha de bandas bailables ajenas a éstos se hace complicada; no porque no abunden, sino por su poca distribución comercial a comparación de la constante difusión de otras. En este sentido, cuando uno por fin halla un artista que lo complace musicalmente, a punto tal de poder cantar y bailar sus canciones, la sensación conseguida resulta gratificante. Y Pigeons Playing Ping Pong, con su álbum Psychology, sin lugar a dudas logra que uno alcance dicha satisfacción.

La banda estadounidense, nacida en Baltimore, sacó en el año 2014 su segundo disco de estudio, que conserva fuertes rasgos funkys. No obstante, a lo largo del mismo también se puede apreciar otro elemento que caracteriza no solo a esta producción, sino a la banda en sí misma: la influencia ‘groove’, rítmica, propia de un sensacionalismo jovial, que invita a los oyentes a disfrutar de sus sonidos volados y pegadizos, en un primer momento; y a acompañarlos, luego, con movimientos físicos dignos del funk más sensacional.

De esta manera, el CD inicia con “F.U.”; una representación hímnica del género antes mencionado; ya desde el comienzo los autores de esta obra nos demuestran el impulso que pueden tener para movilizar cuerpos. El sonido que desprenden las guitarras recuerda los años sesenteros donde el funk comenzaba a brillar; asimismo, la línea que sigue el bajo conserva al oyente a flote en todo momento, entre un mundo real y la ilusión de aquello que escucha. Tal es el protagonismo que los instrumentos tienen, y su permanencia escénica no finaliza en la primera canción—de la misma manera sucede con la esencia funk. “Melting Lights”, “Time to Ride” y “Up funk” son los ejemplos paradigmáticos que acompañan al track número 1 en lo que respecta a la hegemonía del género comentado.

No obstante la inherencia de dicho estilo durante toda la extensión del álbum, sucede que, en otros momentos del mismo, se utilizan ciertos arreglos y estruendos de pedal que enaltecen otra propiedad muy interesante: el concepto psicodélico de Pigeons Playing Ping Pong. Ya sea por la combinación de los punteados—por algunos segmentos, relajantes cual potente narcótico; por otros, semejantes a una inyección de epinefrina— con los bajos retumbantes, o por la modificación sonora que le da el fantástico uso del pedal, algunas canciones se alcanzan a percibir surrealistas. “Moonwalk”, “Schwanthem” y “Sunny day”  podrían servir como prueba suficiente, pero existe una composición que las hace palidecer—y no solamente a ellas. El clímax del álbum se alcanza cuando “Horizon” tira sus primeros acordes al aire: los instantes iniciales del tema sumergen al oyente, para que luego éste pueda dormirse lúcidamente por un par de minutos. Así las cosas, después la canción empieza a tornarse vibrante y compulsiva, para finalizar en el mismo ambiente onírico que había presentado de forma previa. De todas las joyas, el diamante más brillante.

Por último, se podría decir que la evaluación cualitativa del álbum no encontraría pormenores importantes; esto quiere decir que la calidad del mismo se encuentra casi intacta. Sin embargo, los oyentes de hartazgos rápidos podrían considerar que es un álbum con pistas bastante repetitivas. Asimismo, quien elija Psychology por creer que su título corresponderá a líricas complejas y/o profundas, quizás podría llevarse una pequeña decepción. No obstante ello, estos elementos no alcanzan a frustrar la imagen poderosa que Pigeons Playing Ping Pong nos dejó con su segundo disco de estudio. Demás está decir que se recomienda escucharlo.

Comentario Bonus-track: Llegando al décimo segundo track, “Live life”, la banda adecúa su estilo funk al sonido tranquilizante propio de una composición reggae. En sí misma, la inclusión de una canción como esta representa un acierto gratificante del grupo, por lo cual merecía una mención especial.

Juan Pablo Pigliacampo

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Juana la loca – Resplandece (2018)

Puntaje del Disco: 4,5

  1. Fuera de vos: 5
  2. Sexy nova: 5
  3. Dame tu mano: 4
  4. Estrella fugaz: 4
  5. Cristales: 7
  6. Nació para mi: 3
  7. Sentirte: 7
  8. Juego de placer: 3
  9. Nueva sensación: 3
  10. Burbujas de amor: 4

Si hay algo que cuesta, incluso duele, como  escritor de reseñas, e incluso como fan de una banda, es ser decepcionado por una banda que en un momento marcó una etapa de tu vida, y que podrías considerar de tus favoritas. Esto fue lo que percibí al momento de escuchar Resplandece, última entrega de Juana la Loca.

Desde sus comienzos, el grupo supo conquistar a sus oyentes con dos discos avanzadísimos para la época y para el rock argentino que en ese momento se escuchaba. Creadores de un concepto, se autodenominaron “la primera banda sónica Argentina”, y, con álbums como Electronauta del 93, y Revolución, del 95, conquistaron a una generación ansiosa de un nuevo sonido, con raíces británicas e influencias shoegaze, pero en español.

A lo largo de los años, el grupo comenzó a optar por un sonido más comercial, resultado que se ve definitivamente en su primer disco de los 2000, el genial Belleza (2002), que si bien había perdido su sonido sucio y experimental, daba a sus fans un conjunto de canciones con melodías frescas y pegadizas. Pero a lo largo de los años, el nivel disminuyó con los siguientes trabajos. Si bien Casablanca (2005) y Pastillas para el dolor (2012) no son para nada malos álbums, vemos la falta de ideas y la repetición de recursos de forma cada vez más pronunciada.

Resplandece, editado seis años después de su último álbum, es el punto máximo de los defectos de una banda que cada vez suena más repetitiva y menos innovadora. Las diez nuevas canciones que ofrece el grupo recuerdan muchísimo a Juana la Loca, en un mal sentido. Son ecos de canciones que ya se escucharon en otros discos. Y si, esta agrupación siempre tuvo temas que nos recordaban a alguna otra canción suya de otro álbum. Esta vez esto se agrava: En este álbum todas las canciones se parecen melódicamente entre ellas. Da la sensación de que el grupo intenta desesperadamente crear ese nuevo “Sábado a la noche”. Y no me refiero sólo a la música , sino también a la búsqueda lírica. Resplandece nos ofrece unos pocos tópicos: El sexo, el (des)amor, la noche, y los excesos. Y ese no es el problema, el problema es que no salen de eso, y el álbum simplemente se vuelve monótono y aburrido. Volviendo a lo musical, el dilema es el mismo. Verso, estribillo, verso. A pesar de la (re) incorporación de Aitor y Roberto, guitarra y batería originales, el disco suena musicalmente flojo. Estructuras y solos predecibles, y un Rodrígo Martín que tiene claramente la voz muy afectada lo cual hace perder fuerza al disco.

Quiero recalcar, para terminar, que Resplandece, a pesar de todo, no es un álbum con malas canciones. Son simples, pegadizas y que te dejan un buen sabor si no conoces a la banda, y las escuchas como singles, por separado. El problema es cuando las mismas forman parte de un disco, y de una banda que se jacta de “reinvertarse, no reiterarse” pero cae desde hace años, disco a disco, en la misma fórmula. Mención aparte para “Cristales” y “Sentirte”, las únicas dos canciones que, a mi parecer, han mostrado una reinvención y que Juana la Loca puede ser aún más que sólo Juana la Loca.

Fran

 

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Courtney Barnett – Tell Me How You Really Feel (2018)

Puntaje del Disco: 7,5

  1. Hopefulessness: 8
  2. City Looks Pretty: 8
  3. Charity: 7,5
  4. Need a Little Time: 8,5
  5. Nameless, Faceless: 6,5
  6. I’m Not Your Mother, I’m Not Your Bitch: 7,5
  7. Crippling Self-Doubt and a General Lack of Confidence: 7
  8. Help Your Self: 7
  9. Walkin’ on Eggshells: 7
  10. Sunday Roast: 8

Luego de su exitoso álbum debut, Courtney Barnett se uniría Kurt Vile para lanzar un disco que prometió pero que no resultó ser tan auspicioso como se esperaba. Es como si Courtney hubiera sido tapada en lugar de desatar todo su talento. Por lo que la llegada de su segundo disco solista era esperado para escuchar más de lo que ya había hecho en su primer álbum. Sin embargo, esta nueva placa nos muestra que tuvo un claro declive en su nivel compositivo.

En Tell Me How You Really Feel, Barnett nos ofrece canciones Indies que están bien, pero que dejan la sensación de poco. Hay un detrimento en las melodías y en la calidad de las canciones. Temas como “Nameless, Faceless”, dejan una impresión de que no está haciendo nada verdaderamente especial. Pero lo que más se extraña es la onda dylanesca que Courtney llegó a tener en su debut.

Por eso Tell Me How You Really Feel es un disco que en su conjunto tiene un sabor a Indie Rock bastante convencional. Que no está mal, que es diverso en lo que ofrece (puede ir de canciones bien Pop como “Charity” a temas que muestran su faceta más rockera como “I’m Not Your Mother, I’m Not Your Bitch”), y que tiene buenos momentos como “Hopelessness” (con su melodía más oscura), “City Looks Pretty” (destacándose en sus cambios de estructura), “Sunday Roast” (con su onda más tenue que le da un encanto particular) y especialmente en “Need a Little Time” (que tiene la mejor melodía del álbum). De todas formas, si la australiana los capturó por lo que hizo en su primer trabajo, sepan que no van a encontrar un álbum a la misma altura en esta oportunidad.

Persy

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Desde el Underground: Pantuflas

Género: Postrock, Indie Rock, Rock Alternativo, Instrumental.

Disco: Persigue (EP)

Reabrimos una vieja sección de la pagina en el que recomendamos bandas emergentes.

En este caso, Persigue es el primer disco de este trío de música experimental, su formación no es tradicional ni responde a un género especifico ni franja temporal, si roza algunas configuraciones del nuevo estilo del PostRock. Dos guitarras eléctricas una de sonido elemental, que conserva la esencia del instrumento más tradicional y una guitarra eléctrica inundada de efectos analógicos que transportan a diversos paisajes sonoros , una batería electrónica que con intención conserva los mejores sonidos y arreglos propios de una batería acústica.

Lo instrumental predomina en primer plano, con armonías disonantes que se arriesgan a interpelar al oído común, la ausencia de “voz” hace que la música se centre en sus colores tonales y armónicos, además de su falta de estructura interna convencional, resalta los arreglos rítmicos inesperados haciendo de la exploración sonora la parte fundamental de la composición y construcción de esta obra.

Nada cumple con el estereotipo instrumental, persigue efectivamente persigue la posibilidad de una nueva escucha para el oyente.

El trio “Pantuflas”, con un nombre extravagante, de igual manera elige nombrar sus temas, las palabras no tienen demasiado valor al parecer, no así; los sonidos, siendo “PIUM”  el primer tema del disco, como entre payasos aterradores, las guitarras  se arrastran al ritmo cauteloso de una batería que parece dar una caminata. Le sigue “33(de mano)” con más claridad, menos paisajes y más construcciones melódicas, que se diluyen casi al final con la predominancia de ritmos claros y una melodía lineal pero contundente y afable a la vez. La opacidad de “TOM4” se ve exacerbada en los efectos impredecibles de una batería que combina lo electrónico con lo acústico junto a las cuerdas eléctricas que producen  disonancias no permitidas para el oído educado. Sin más emerge: “32”, un tren karmático que se acelera al ritmo del bombo mientras un payaso se pasea en monociclo en su interior, los efectos sonoros de la guitarra acompañan la marcha junto a la crudeza de una distorsión poco preparada asisten a un viaje persecutorio. Y para el final, sin perder la oscuridad característica de este disco se termina en “zapalita (Evolución)” un corazón latiendo desde la batería anuncia la llegada de cuerpos extraños, una de las guitarras nos presenta un paisaje sonoro casi desértico, gaseoso y reverberante mientras la otra nos sostiene en un bajo pedal incesante.

«Recomendacion final importante« Escuchalo en unos buenos auriculares y dejate llevar al viaje sonoro que Pantuflas te propone.

Escuchá Persigue desde aquí:

V y B

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Bush – Sixteen Stone (1994)

Puntaje del Disco: 8,5

  1. Everything Zen: 9,5
  2. Swim: 7,5
  3. Bomb: 7
  4. Little Things: 8
  5. Comedown: 8,5
  6. Body: 8
  7. Machinehead: 8,5
  8. Testosterone: 8,5
  9. Monkey: 8
  10. Glycerine: 8,5
  11. Alien: 7,5
  12. X-Girlfriend:

La mejor y última gran década musical tuvo espacios para el estrellato fugaz de grupos de grunge o post grunge como Bush (los Nirvana británicos), que no se sostuvieron a lo largo del tiempo como otros pero que fueron capaces de crear discazos como: Sixteen Stone (1994).

A fines de 1992 el cantante y guitarrista Gavin Rossdale y el guitarrista Nigel Pulsford se reunieron en un concierto en Londres y decidieron comenzar a experimentar con sonidos agresivos y a la vez melódico con influencia de grupos americanos como Pixies y Nirvana. El resultado de esta mezcla recibió mayor aceptación en Estados Unidos que en su país natal, donde alcanzaron un éxito marginal, convirtiéndolos en una de las bandas comercialmente más exitosa de mediados de los noventa.

Aunque ni su composición ni sus letras resultaron por demás originales, Sixteen Stone se encuentra impecablemente producido y ejecutado y además incluye los sencillos más significativos en la carrera de Bush, tal es el caso de “Everything Zen”, “Machinehead”, “Glycerine” y “Comedown”.

Durante el resto de los noventa Bush continuaría siguiendo las reglas y los estándares del rock alternativo estadounidense, con algunos altibajos, hasta su cuarta placa Golden State en 2001, donde sus miembros contarían con un tiempo para dedicarse a otras inquietudes, como la carrera de actor de Rossdale, antes de volver a reformarse diez años después.

F.V.

Tu puntuación
(Votos: 1 Promedio: 3)

Soundtrack de los muertos

Extraído del libro P L A G I O S

Hoy tuve un sueño extrañísimo:

No estoy seguro de poder explicar el escenario con precisión; era un tanto apocalíptico, aunque no como lo hubiera imaginado. Tal vez mis expectativas son muy diferentes al escenario actual por culpa de todas esas películas del fin del mundo y apocalipsis zombie que solía ver con mi hermano cuando éramos jóvenes.

Lo mejor de todo fue ver a mi hermano otra vez. A penas si lo recuerdo, o recordaba. Esta situación me trajo su presencia de vuelta. ¿Cómo podría describir a mi hermano? Él nunca fue tan estúpido como yo; él era sensato, era sabio, atinado en sus ideas y en sus opiniones. Sin embargo, ahora que nos reencontramos ―debo confesar― se mira cambiado… como más viejo y más listo, pero sin el toque jovial y burlesco que solía tener.

¿Qué le iba a decir?, ¿cómo se lo iba a explicar? Crucé medio país para encontrarlo, creí que él… pensé… tal vez, a estas alturas, ya estaría muerto. No busqué a mi madre ni a mis hijos; en ese momento, cuando vi morir a mi ex-esposa, sólo pensé en mi hermano. Aún, sólo pienso en él, en protegerlo, en mantenerlo con vida. A veces pienso en mi hija; quizás ella siga con vida. Algunas veces la sueño: sonríe me dice “¡Papi, te amo!” comienza a bailar con su vestido floreado me abraza luego sigue bailando llena de alegría veo a su madre también ambas bailan sonrientes hermosas tan llenas de vida tan llenas de amor.

Yo no sé cómo llegó o por qué regresó, pero estoy feliz de que lo haya hecho. Uno puede enterrar a sus padres, divorciarse, molestarse con sus amigos, pero jamás olvidar a un hermano. Y él es el único que siempre se quedó conmigo; él es el único que me acompañó en mis viajes; él es el único por quien podría morir; él es el único que puede golpearme hasta agonizar sin que yo lo deje de querer; él es el único.

Aquí todo parecía tan tranquilo que por unos días olvidé que el mundo se estaba yendo al carajo. Me dediqué a pasar tiempo con mi hermano: bebimos, pedimos pizza todos los días, jugamos ajedrez. Él no preguntó, sólo sirvió el vino (ya ni siquiera sé qué bebimos) y levantó su vaso diciendo “¡Por la estupidez humana!”, ¡por la estupidez humana, pues!

Los primeros días no dijo nada, sólo se dedicó a comer y beber. Nunca supe cuándo comenzó a beber, pero no pregunté y de hecho no me interesa. Pero después vino esta cosa… ni siquiera sé cómo llamarlos: ¿Deadites?, ¿Zombies?, ¿Caminantes? Mas nada de lo que Hollywood me mostró se parece a esto. La verdad es que pasó mucho tiempo desde que empezó hasta que yo vi al primero. Mi hermano levantó una muralla enorme, armó barricadas, elaboró trampas e instaló alarmas en toda la casa. Dijo que ya los había combatido antes. ¡Dios, lo dijo con una calma y una seguridad impresionantes!

Él había caído inconsciente por culpa de las drogas que se metió. Yo estaba un poco mareado, pero desde Tijuana ya no había podido dormir realmente tranquilo por más de dos horas. Pasaron al rededor de dieciocho horas antes de que él despertara, tiempo suficiente para asegurar su casa y hacer reservas de comida para varios meses. Creí que, cuando despertara, me llamaría loco o enfermo, pero sólo se levantó y dijo “¡Yo te sigo, hermano!”.

Estuvimos encerrados durante semanas. Si algo aprendí de George A. Romero, es que lo más importante en una situación de tal naturaleza es el ejercicio, mucho ejercicio. Sentí recobrar la juventud: aislados del mundo como cuando adolescentes, compitiendo por quién tenía el cuerpo más musculoso, hablando de cosas inútiles y sin sentido, escuchando música ―La Música, nuestra música.

Un día llegó el Blastardo con aquella mujer. Mi hermano lo conocía a él, pero ella era una total extraña que se había encontrado en el camino. Pidió que lo llamemos Blast porque, dadas las circunstancias, podía utilizar el nombre que quisiera. Llegó con armas y libros en blanco: las armas para sobrevivir, los libros para coexistir.

Cuando llegó el Blastardo con ella, entre los cuatro creamos un tracklist que escucharíamos en caso de morir, es decir, lo escucharíamos en el preciso momento de nuestro fallecimiento. Cada uno tiene en su poder una USB con el soundtrack de nuestra muerte. No fue una tarea fácil. De hecho, hubo todo un procedimiento: 1) los cuatro debíamos escuchar la canción dos veces, una todos juntos y una individualmente; 2) quien hubiese propuesto la canción, debía dar argumentos de por qué consideraba que merecía su lugar en la lista; 3) si alguien estaba en desacuerdo, establecía su opinión y quien estuviera a favor debía contraargumentar sucesivamente; 4) después de terminada la discusión, debíamos escuchar la canción nuevamente ―en grupo y en solitario―; 5) y finalmente se hacía una votación para decidir si entraba o no en la lista. Con una buena colección musical, uno no se acobarda ante la muerte. Inclusive, a veces deseo morir sólo para escuchar la música que me acompañará en el viaje.

Estar aquí con mi hermano es una experiencia única. No creo que alguien en este mundo pueda ponerse a hablar de música justo a la mitad del apocalipsis. El Infierno de Dante, ¡cómo bromeamos con eso! A veces alguien soltaba tan buen discurso ―discursos que podían durar días― que de algún modo nos convencía de agregar su canción a la lista. Mi hermano, por ejemplo, nos convenció de votar a favor de la canción que musicalizó la película Cannibal Holocaust. Muchas y muy buenas canciones quedaron fuera; igual que la gente hoy en día.

De vez en vez, nos poníamos a bailar. A mí me gustaba verla a ella porque tenía un hábito de bailar saltadito y sus pechos brincaban de un lado a otro. Si mi hermano supiera que yo llegué a considerar la posibilidad de estar con ella, no… Lo envidio; de los tres, ella lo eligió a él. No puedo creer que nunca me casé. Cuando encaras la muerte a diario, te das cuenta del gran valor de las banalidades.

Y entonces sucedió: escuchamos la lista.

Cuando ella murió… al menos mi hermano dice que mueren, yo no estoy seguro de ello. Siempre creí que atacarían a los vivos, que los morderían, que se los querrían comer o que se endemoniarían y nos asesinarían. Pero no sucedió. De hecho, nada pasó en absoluto. Ella sólo se quedó ahí sentada, viéndonos ―tal vez, pensándonos. Dejó de hablar, dejó de comer. Se movía, pero no hacía nada humanamente estable. Es como si estuviera viva y sin consciencia. Yo digo que se vuelven animales, que piensan sin razonar.

Por alguna extraña razón, ella me recordaba a Ariella, mi ―digamos, por ponerle un nombre―, mi pareja. No es que no la aprecie, sino que el término noviazgo no es aplicable al tipo de relaciones que suelo entablar últimamente. No podía dejarla ahí nada más. Simplemente no pude abandonarla igual que a todas las demás. Mi hermano tampoco pudo; decía que él no la veía muerta, sino photoshopeada. Decía que la veía como si fuera foto de perfil en facebook: como más guapa, pero como vacía.

Mi hermano la bañaba y le cambiaba la ropa. Una ocasión sucedió que la vistió de una manera idéntica a la chica que me gustaba en la universidad. Ese día no pude dejar de verla. Mi hermano se extrañó con mi actitud, así que me aconsejó alejarme de ella. “No la vayas a tocar, está muerta. ¡Ni se te ocurra!”. Ganas no me faltaban. Por suerte el Blastardo me mantuvo entretenido con su teoría sobre esta cosa; habló de números transgresivos e ideas infinitesimales o algo así.

Yo ya sabía que esto no iba a durar.

Traté de disfrutarlo, pues todos sabíamos lo que estaba por venir.

Tarde o temprano todos moriríamos.

Y sucedió: llegaron por montones, entraron a la casa, nos acorralaron, expusieron sus argumentos, dispararon dos o tres veces, amenazaron con matarnos. Nada que no estuviera previsto. Así que tome el control de los explosivos y amenacé con volar toda la casa si entraban al último cuarto, donde estábamos nosotros. Después, creo que entraron. O tal vez nosotros salimos. No recuerdo. En mi cabeza sólo hay tres memorias de ese momento: (1) Blast se desquició y mató a todos. Gritaba algo de que yo era el único que podía cambiar el mundo, que si había alguien que podía salvar a la humanidad, ese alguien era yo. Recuerdo pensar en él como un Rick Grimes o un Ash Williams, recuerdo su rostro lleno de terror y al mismo tiempo de heroísmo, recuerdo que me protegía con su cuerpo y su vida. (2) Recuerdo verla a ella vaciar cartuchos completos sobre los invasores. Pensé… pienso que ellos protegen a los que quieren. Creo que después de todo nosotros éramos su familia. La imagen que tengo de ella es borrosa, como que la veo pelirroja y sin dientes. (3) Veo a mi hermano encender el estéreo, conectar su USB y caer moribundo sobre la cama. Aún escucho su voz diciendo “Ahora tú también tienes un Luca Brasi, ya no me necesitas”. Aún lo veo cerrar los ojos con una gran sonrisa y el rostro ensangrentado. Aún recuerdo la bala que le atravesó el cuello.

Glo hull… gloh último que freckerdo ss berlaella conn-n-n metragll des… des… d-d-senn-n-ntenn glah ckama juntmí. .Gsuh ckabllo. nn-n sspelda ung… ang… ung… mm-mim gherrmm-mann-n-n ung… ung… glah . k . ka-m; kamu; glah-;.?¡… glah kmossick,

Probablemente él hubiera preferido morir al ritmo de Opeth o Korn, pero Tool fue la musicalización de su agonía. Además, verlos ahí ―uno medio muerto y otra totalmente muerta― era la representación exacta de las líricas: This body, holding me, reminding me that I am not alone in this body, makes me feel eternal. Embrace this moment; remember all this pain is an illusion.

…ckunn-ndd-d-dssperrteeeee-e-e .todd-dgsstabera rojjoh. .gelh. ,gelh, mm-m-munn-ndd-dogh ess ess… ess esss …ess rojjoh,

Cuando desperté, se escuchaba Là Où Naissent Les Couleurs Nouvelles. Primero pensé que estaba muerto, pero enseguida me percaté de que sólo había sido un sueño; pues lamentablemente sigo vivo.

Kobda Rocha

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Somos todas iguales

Las minitas amamos los payasos y la pasta de campeón
dijo un celebre filosofo y yo le creí…
Si queres ganarte a esa minita…
levanta la vara!!!!
No prometas lo que no vas a cumplir,
ni mientas al pedo
Todas queremos lo mismo
una charla interesante, risas, cariño, atención, un «gesto»…un muy buen «gesto»
esos gestos que te dejan sonriendo todo el día,
un mensaje, un abrazo……en fin lo que todas queremos…

Brillá mi amor, brillá!!!
Dá lo mejor, pero no solo hoy…
intentá todos los días conquistarla…

Si sabes que todas queremos lo mismo!!!
Al final que pasó con eso de que eramos todas iguales…?
y bueno…
es cierto…
¡¡¡Así que muchachos…levanten la vara…!!!
porque todas queremos lo mismo…
a las minitas nos gustan los payasos y la pasta de campeón…

(cada cual interpreta a este filosofo como quiere…al fin de cuentas no existe una verdad…sino solo interpretaciones decía Nietzsche y obviamente le creí)

Coca y Bonjour
Natalia Balul (profesora de Filosofía y escritora)

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)

Me’Shell Ndegéocello – Comfort woman (2003)

Puntaje del Disco: 9

  1. Love song #1: 8
  2. Come Smoke My Herb: 8
  3. Andromeda & The Milky Way: 9
  4. Love Song #2: 9
  5. Body: 6,5
  6. Liliquoi Moon: 9,5
  7. Love Song #3: 8,5
  8. Fellowship: 7
  9. Good Intentions: 6,5
  10. Thankful: 9

Relajate y apagá la luz…

Antes que nada, un consejo: Escuchalo sin compañía, sin ruido externo, con poca luz, con un buen trago y con mucha atención.

Comfort woman, el quinto disco de Me’Shell Ndegéocello (un quinto disco que disputa el podio de los primeros lugares con varios de sus 12) fue considerado como uno de los más finos y delicados discos de soul contemporáneos allá por el 2003, y la verdad que no le erraron.

Si alguna vez quisiste saber que siente volar de noche, entre las  nubes y que una suave brisa te dé en la cara, Comfort Woman puede ser lo más cercano a esa sensación.

Como algo casi etéreo, la voz (coros y demás efectos) de Me’Shell  se desplazan suavemente como la sombra de una nube sobre un campo acariciando cada uno de los compases de cada canción. Es un disco plenamente intimista con una alta carga de sensualidad y sin fisuras,  donde el Soul, el R&B, el Dub, algunas pinceladas de Jazz y unos sutiles toques de psicodelia comulgan a la perfección con la propuesta del bajo de Ndegéocello y un slow-tempo que alterna entre batería y «maquinitas». Un buen puñado de canciones con un claro espíritu nocturno. Cálidas para el inverno y reconfortantes para el verano, pero que a fin de cuentas generan una amena sensación de bienestar interno.

Hablar en particular sobre cada canción sería redundar todo el tiempo, el disco es un todo que tiene una clara intención de lo que quiere lograr o adonde quiere llegar y destacar como preferido algún tema sobre otro sería una apreciación subjetiva que podría  condicionar la escucha, pero bueno, algo hay que poner.

Que disfruten el vuelo.

Seba Bustos

Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)