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Fito Páez – Abre (1999)

Puntaje del Disco: 8

  1. Abre: 7
  2. Al lado del camino: 10
  3. Dos en la ciudad: 8
  4. Es sólo una cuestión de actitud: 7
  5. La casa desaparecida: 9
  6. Tu sonrisa inolvidable: 8
  7. Desierto: 6
  8. Torre de cristal: 6
  9. Habana: 7
  10. Ahí Voy: 6
  11. La despedida: 9
  12. Buena Estrella: 7

Hacía cinco años que Fito Páez no lanzaba un disco como solista, su última producción había sido Circo Beat (1994) que si bien fue un éxito, generó en Páez cierta aversión hacia las multitudes y las grandes discográficas que lo acompañarían el resto de su carrera; a su vez se había truncado su proyecto con Sabina, después de su pelea, que así y todo dejó un disco: Enemigos Íntimos (1996).  Después de éstos desencantos, decide retomar un proyecto en solitario distinto de sus últimas producciones y hacerlo mucho más íntimo.

De este deseo, surge el álbum Abre, o como le gustaba decirle a él: “pequeña teoría acerca del fin de la razón”. Las canciones de éste disco son mucho más largas que las anteriores producciones, y el componente lírico se vuelve incluso más relevante que lo instrumental (eso no quita que el disco tenga unos arreglos exquisitos), volviendo a lograr una mezcla entre lo melancólico y lo alegre muy particular.

El álbum comienza con la canción homónima “Abre”, un mantra en donde Fito hace una declaración de principios, juega con el poder del sintetizador y hace un uso maestro de los coros para desplegar sus ideas sobre ciertos tabúes y pensamientos; abrirse a todo y no tenerle miedo a nada sería el resumen, sin importar el qué dirán. Después de semejante apertura sigue uno de los puntos fuertes del disco y de la carrera de Páez, “Al lado del camino”, sin duda de las mejores canciones de su carrera. Si bien la musicalización es bastante simple (si se la compara con otras obras del autor), la letra es la que se lleva toda la atención. El propio Fito siempre dijo que era la canción que lo definía; un poema hermoso de 5 minutos en el da entender cómo ve el mundo y como se ve él mismo, es así donde podemos catalogar a al oriundo de Rosario casi como un poeta.

El disco continúa con “Dos Días en la Vida” uno de los cortes difusión del disco, en dónde Fito nos vuelve a hablar de amor, pero ya sin la inocencia de años anteriores y se lo nota mucho más maduro; los arreglos son impecables, con un manejo de los instrumentos de vientos formidable (los saxos aquí son increíbles); siguiendo con “Es sólo una cuestión de actitud”, una canción de corte optimista (del estilo de “Dar es dar”, otro éxito del autor) a la que ya nos tiene acostumbrados, no hay mucho más que agregar, des mi opinión no es tan elevada como las otras.

Luego, sigue con otro punto fuerte del álbum que es “La Casa Desaparecida”, otra vez un poema musicalizado, de 12 minutos de duración, en el que hace un análisis de la Argentina como país y de los argentinos como sociedad, intensamente emotivo y una delicia lírica, muy difícil que no te llegue. Sigue “Tu sonrisa inolvidable”, una canción que toma varios elementos del landó, un género musical afro peruano muy interesante; líricamente menos potente que las demás, volviendo a apostar por una letra amorosa pero con distancia.

Desde acá hasta los últimos temas del disco, creo que se desarrolla la parte menos interesante, si bien son buenas canciones y terminan de redondear al álbum creo que se encuentran por debajo de lo que viene siendo la obra en su conjunto. “Desierto” nos vuelve a traer al Páez violento, con una canción cuasi erótica y en donde desprende toda su locura en 7 minutos; en “Torre de cristal” encontramos una canción que sirve como descanso para el disco y relajar, vuelve a los 4 minutos y se trata de un tema de amor bastante más parecido al Fito de años anteriores.

En “Habana” el rosarino vuelve a meternos en su mundo raro y complejo, una carta de amor a la ciudad cubana en donde (parece ser) conoció a alguien importante que lo marcó, los arreglos son interesantes y comienza a abrir cierto aire melancólico que da a entender que se empieza a terminar el disco; lo mismo con “Ahí Voy”, donde vuelve a meternos en un tema optimista y con cierto aire melancólico.

Para cerrar, Fito vuelve a pisar fuerte, La despedida para mi gusto es una de las joyas de éste disco, que lamentablemente con el tiempo se fue olvidando, pero es una carta de despedida desgarradora, increíblemente compuesta, con arreglos que lo hacen parecer un tango al piano, puede pecar de ser demasiado “depresiva” pero eso no quita que escucharla en el momento indicado la puede volver una canción imborrable en tu vida. Para cerrar, está “Buena Estrella”, que como nos tiene acostumbrado Páez, cierra con cierto optimismo, y con una mirada positiva hacia el futuro; después de una canción anterior tan fuerte, cerrar con felicidad el disco era lo menos que se esperaba.

En resumen, estamos ante uno de los grandes discos que hizo alguna vez el autor de El amor después del amor (1992) y lamentablemente uno de sus últimos al máximo nivel. Si bien en su momento, no se le dio la trascendencia que se esperaba, con el tiempo fue sumando adeptos que lo han colocado a la altura de las joyas artísticas del autor. Si nunca lo escuchaste o no le diste una oportunidad, y si te interesa la lírica en las canciones sumado a arreglos destacables y con mezcla de algunos ritmos latinos, éste disco te va a encantar.

Germán Albariño

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