Miró a La Virgen María,
la abrazó con amor,
besó su mejilla y le rogó piedad.
Escaló por los muros del mundo,
se montó en una nube blanca y esponjosa,
enredándose entre suspiros de algodón.
Entre flores pavimentadas,
sobre el verde humo de la industria petroquímica,
sonreía entre diamantes vestidos de miel
con collares de oro, seda fina y hortensia azul.
El corazón embestido contra las estrellas;
el viento despeinó su corcel imantado,
los jardines oxidados formaron sus paraísos primitivos.
Se posó frente al altar de nuestra madre
y lloró antes de poder morir;
lloró sin palabras,
sin paz, sin amor.
Murió, porque el mundo no supo qué otra opción podía ofrecerle.
Kobda Rocha
Tu puntuación
(Votos: 0 Promedio: 0)