Devendra Banhart – What Will We Be (2009)

Puntaje del Disco: 7,5

  1. Can’t Help But Smiling: 7,5
  2. Angelika: 7,5
  3. Baby: 9
  4. Goin’ Back: 8
  5. First Song for B: 8
  6. Last Song for B: 7,5
  7. Chin Chin & Muck Muck: 7
  8. 16th & Valencia, Roxy Music: 8
  9. Rats: 8
  10. Maria Lionza: 7,5
  11. Brindo7,5
  12. Meet Me at Lookout Point: 7
  13. Walilamdzi: 6,5
  14. Foolin’: 7

Sencilla, fresca, relajada y libre de ambiciones (casi emulando el estilo Jack Johnson) es la fórmula que encontraría Devendra Banhart, este freak mezcla de mochilero con estrella de rock, para su séptima placa What Will We Be grabada en el norte de California en el año 2009.

Siempre fiel a su origen latino “Es una parte que tengo adentro”, incluiría su cuota de tema cantado en español en “Brindo” y en “Angelika”. “Siempre escucho música nueva, pero la mitad de la música que escucho diariamente es la de siempre. Y eso es música latina. Caetano Veloso, Atahualpa Yupanqui, Víctor Jara, Violeta Parra, Simón Díaz, Eduardo Mateo, Gilberto Gil. Toda esa gente”, asegura Devendra. Afirmación que se puede corroborar por algunos pasajes folk y bossa nova de su música.

Entre los puntos altos emergen “First Song for B” “Baby” con su aura retro, “16th & Valencia, Roxy Music” un homenaje a la banda que forma parte del título del tema y la guitarrera “Rats”, algo atípico dentro de su repertorio. Así y todo, globalmente es un álbum un poco monótono y estamos ante un paso atrás en su carrera, pero sin dejar de lado su impronta e identidad característica.

F.V.

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Dame una G

La palabra del día es “Gay”. Una palabra que supondría no causar ningún revuelto en pleno siglo veintiuno. Dos mil y veinte años de calendario cristiano debería ser suficiente esfuerzo de madurez en este asunto… pero no lo es. Lamentablemente para algunos y afortunadamente para otros, lo “Gay” sigue siendo un tabú… a veces… en algunos contextos… de algunas formas… y en modos algo extraños… pero sigue siendo tabú a fin de cuentas. No importa lo que se diga de los griegos, o de los egipcios, incluso de los religiosos contemporáneos o de la fuerza bruta, armada y salvaje de los gobiernos macho-alfas. Marchas, revueltas, revoluciones, movimientos sociales masivos, drogas, teorías, estudios, psicología, sociología, historia, asesinatos, muerte, violencia, manifestaciones pacíficas, tratados, leyes, discursos, filosofía, poesía, ¡nada ha servido para hacer que mi padre cambie de opinión cuando le digo que soy “Gay”! Para él, cualquier cosa que no sea heterosexual está mal. Ninguna lesbiana, Gay, bisexual, trasvesti, transgénero, transexual, intersexual, pansexual, asexual, demisexual, queer ni zoosexual le hará entender su propia postura, su cosmovisión, su ideología, su constitución integral como ser humano. Reto a cualquiera a posarse frente a mis tíos y abuelo, y ganar el debate discursivo (sin utilizar la fuerza, claro, pues eso sería hacer trampa). Por supuesto que el cocowash mediático y retórico puede funcionar, pero no se atendería la situación desde la razón, desde la comprensión racional de las perspectivas. Así pues, establecido que en el mundo (sí, en este mismo planeta) hay aún resistencia al concepto “Gay” y todo lo que eso implica y de lo que eso se desprende, hablemos de música Gay.

Como en todas las artes atendiendo a una temática en específico, hay tres formas de música Gay: 1) música hecha por Gays, 2) música hecha para Gays, y 3) música que refiera a Gays. Y de ahí, podríamos hacer otra división: a) la música intencionalmente Gay y b) la música Gay por accidente, acaso por incidente. De lo cual podríamos subdividir la música consumida por Gays, la no consumida por Gays, la consumida por todos y la consumida por ninguno. En este punto, vamos cayendo en el absurdo humano de lo creativo por casualidad, es decir, la creación con intención. Qué es de quién o para quién: cabe la pregunta qué es Gay, qué es negro, qué es ciego, qué es sidoso, qué es cubano. ¿Cuál es la música cubana: la creada por cubanos? ¿Cuál es la música sidosa: la creada por sidosos? He aquí el absurdo en que el artista toma una postura, ya sea porque pertenece a ese mismo grupo identitario o porque esa masa (tonta y manipulable como todas las masas) paga bastante bien por sus servicios. En suma, los temas de la realidad ya no sirven al arte sino que el arte sirve a la realidad y sus temas. Y entramos a otra discusión aún más profunda que nos llevaría siglos resolver. Así que, entendiendo ya que para el consumo mediático masivo capitalista lo Gay no es más que otra oportunidad de seguir haciendo dinero, hablemos de música Gay.

Indudablemente, se tienen que mencionar todas esas canciones y grupos que han sido catalogados como Gay ya sea por la misma comunidad Gay o por el resto, o por amba, aunque no necesariamente hayan surgido con esa intención. Un ejemplo de esto es Goodbye Horses de Q Lazzarus, la cual, a pesar de ser cantada por una mujer sin intenciones originales de representar a una comunidad Gay, gracias a la película The Silence of the Lambs (1991) y a la magnífica interpretación de Ted Levine como Buffalo Bill bailando al ritmo de esta melodía, se posicionó como una de las canciones pilares (casi de culto) no sólo de lo Gay sino de toda la población HLGBTTTIPADQZ.

Otra mención inevitable es la gran labor que hizo Village People al tomar la imagen de los estereotipos masculinos (el vaquero Marlboro, el motociclista metalero, el policía, el soldado, el obrero, et cetera) y estetizarlos, sensualizarlos al grado más extremo. El impacto que provocó fue inmenso porque nunca hubo un sentido Gay explícito: los cuerpos estaban bien torneados, las ropas no fueron —como solía decir mi abuela— feminizados, los bailes eran sensuales (sí) pero no más que un tango, y las letras de las canciones siempre estuvieron apegadas al discurso normado del sistema social (YMCA, la musculosa Macho Man y, claro, la inolvidable In The Navy). En realidad, fueron unos genios, porque los hombres nunca dejaron de ser hombres, nadie podía negarles ese título; la única diferencia es que no eran el tipo de hombres que nos habíamos acostumbrado a idealizar durante siglos, lo cual era exactamente el punto de todo esto: un homosexual no deja de ser hombre, sólo es otro tipo de hombre.

Y, sin embargo, lograron cumplir el objetivo planteado, porque dejaron en la consciencia colectiva una idea fija y renovada de aquellos estereotipos de macho alfa. Esto se comprueba con, por ejemplo, el video de Mope de la banda Bloodhound Gang, la cual es un collage paródico de muchas cosas al mismo tiempo, y entre tantas también de esta nueva herencia que dejó Village People al poner a dos policías danzando ahora sí sexosamente con un arcoíris formado con la bandera Gay de fondo (y usando, por cierto, a Frankie Goes to Hollywood diciendo “Relájate y no lo hagas”, referencia importantísima por ser un mensaje harto machote que se transparenta con ver su respectivo video “Relax” donde hay violaciones, feminicidios y usanza de mujeres por placer sexual).

Como nota especial, y por puro divertimento, haré mención de ese capítulo de Los Simpsons en que Homero cree que Bart es Gay y, hombrecito como lo quiere, pretende mostrarle el mundo de “los hombres más rudos del país”. Una fundidora de acero, símbolo del trabajo duro, afianzado idealmente con lo masculino, resulta ser el escenario perfecto para una comunidad Gay. Extrañamente, en esa escena los trabajadores Gay comienzan a bailar al ritmo de Gonna Make You Sweat del proyecto C&C Music Factory, la cual nunca tuvo nada qué ver con el movimiento Gay pero que, por su género musical, por su cercanía con lo declaradamente Gay y su sonido ahora ya relacionado con la comunidad, ahora era catalogada como una canción más de y para los Gays.

Así, podríamos mencionar muchísimas referencias musicales relacionadas con lo Gay, ora intencional ora incidentalmente. Quizá también sería importante mencionar a esas personalidades que se posicionaron como estandartes de esta revolución sexual, como Sir Elton John y Freddie Mercury. Incluso podríamos decir muchísimo acerca de los Gay en el Punk, el Metal y hasta el Grupero, géneros esencialmente masculinos, misóginos y mucho machos. Quién no recuerda ese momento en que Rob Halford, vocalista de Judas Priest, se declaró abiertamente homosexual. Cómo olvidar las letras de Jonathan Davis, el freak violado por su padre, violentado por su madre, el que chillaba “como niñita”, el clown, el faget, el que vestía lencería femenina en el video A.D.I.D.A.S. (siglas, oportunamente, de Todo El Día Pienso En Sexo). Y, nomás por no dejar de mencionarla, Gloria Trevi, la diosa de la noche, uno de los actuales totems Gay de Méjico al menos, entre otros tantos, erige un desenvolvimiento exuberante de la música consumida por Gays, que no necesariamente es restrictiva de esta comunidad.

Quiero hacer otra pausa para nombrar dos canciones de las cuales no quiero opinar sino sólo recomendar y dejar que cada uno genere su propio comentario. 1) Tlalpan Girl de la banda A Love Electric, y 2) Ladyboy Fisted de la banda Isaacarum.

Aunque estoy dejando pasar por alto mucha música, he de terminar esta digresión con una banda mejicana abiertamente Gay: Larva. De hecho, ellos se venden como Puro Pinche Gay Metal. Al principio, por supuesto, el mensaje estaba un poco más oculto. Por ejemplo: en su disco Anormal, siguiendo la línea del New Metal, parecía ser el discurso de una niña depresiva suicida harta de este mundo que no entiende ni la entiende; en Casa de Alfileres, parecía ser el discurso de un adolescente raro que no encaja con el modelo común de la sociedad; y así, cada álbum trataba de evidenciar a ciertos personajes marginados por los amplios grupos sociales dominantes, cosa nada diferente con la comunidad Gay. Finalmente, poco a poco, con una carrera musical consolidada (por tocar bien, no por ser Gay), lograron develarse como una banda Gay haciendo Gay Metal. Hasta aquí, todo va bien. El problema comienza cuando llega la declaración de Peech en una entrevista para un documental sobre el movimiento Gay en Méjico: A la comunidad metalera no le importa si Larva es Gay, en tanto toquen buen Metal; en cambio, la comunidad Gay discrimina a Larva por tocar Metal, a pesar de ser Gay.

Kobda Rocha

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Kingdom: Segunda Temporada

Puntaje de la Temporada: 

 

  • Año: 2020
  • Género: Acción, Terror, Drama histórico
  • Director de Serie: Kim Seong-hun
  • Reparto: Ji-Hoon Ju, Doona Bae, Kim Sungkyu, Hye-Jun Kim, Suk-ho Jun, Seung-ryong Ryu, Sang-ho Kim
  • IMDb Rating: [wpmdb_imdb] (Votes: [wpmdb_votes])

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El Hoyo

Puntaje de la Película:

 

  • Año: 2019
  • Género: Ciencia Ficción, Thriller
  • Director: Galder Gaztelu-Urrutia
  • Reparto: Ivan Massagué, Zorion Eguileor, Antonia San Juan, Alexandra Masangkay, Emilio Buale
  • IMDb Rating: [wpmdb_imdb] (Votes: [wpmdb_votes])
  • Rotten Tomatoes: [wpmdb_rotten_tomatoes]

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Pappo’s Blues – Pappo’s Blues Volumen 8, Caso Cerrado (1995)

Puntaje del Disco: 7,5

  1. Tren Azul: 8,5
  2. Ruta 66: 8
  3. Solo En Este Mundo: 9
  4. Yo Me Quedo Con Lucy: 8,5
  5. Blues Para Mi Guitarra: 7,5
  6. Castillos Mágicos Españoles: 7
  7. Algunos Deslices: 6
  8. People Don’t Care: 6,5
  9. Paramount Souffle: 7,5
  10. Penetieso Blues: 6
  11. P.B.A Boogie: 7
  12. Duendes: 7,5
  13. Perro En La Vereda: 7
  14. Tomé Demasiado: 8

Luego de cumplir uno de sus sueños y tocar con el mismísimo B.B. King en el Madison Square Garden de Nueva York, Pappo reorganiza su mítica agrupación Pappo’s Blues, tras una década entera dedicado al Heavy Metal con Riff, secundado por el bajista Machy Madco y el baterista Black Amaya entre otros editando para 1995 su octavo álbum de estudio: Pappo’s Blues Volumen 8, Caso Cerrado.

Para este regreso Napolitano volvería a lo que mejor sabía hacer, Rock and Roll, blues y Hard Rock con la pasión de siempre, incluyendo en su repertorio clásicos traducidos al castellano como “Ruta 66” y Castillos Mágicos Españoles” de Jimi Hendrix.

Desde el comienzo con composiciones densas y pesadas como “Solo En Este Mundo”, “Tren Azul” y “Yo Me Quedo Con Lucy” se auguraba el regreso a las grandes ligas y sus mejores momentos, pero con el correr de los temas este entusiasmo se va deshilachando con temas entre aceptables y descartables que no aportarían demasiado, salvándose solamente “Blues Para Mi Guitarra” donde “El Carpo” explica su pasión inagotable su amado instrumento y “Tomé Demasiado” con la participación de Juanse, promediando en definitiva un buen regreso con momentos irregulares pero momentos de alto nivel de inspiración.

F.V.

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Jingles

El mundo capitalista, consumidor y vanidoso tiene muchas formas de vender un producto, muchas de las cuales no necesariamente requieren que el producto goce de buena calidad… es más, ni siquiera de mediana calidad. Tampoco importa que el producto sea necesario o siquiera útil para ser comercializado. De hecho, y para llegar al colmo de lo absurdo, ni siquiera es relevante si al consumidor le gusta el producto; con que lo compre es suficiente… y, sobre todo, si lo compra recurrentemente. El grado más alto de éxito en la mercantilización de un producto es la creación de adictos, obsesivos y coleccionistas.

La estrategia mercantil es simple: no importa qué se vende sino cómo se vende. Para esto, hay muchos recursos; algunos de los más evidentes son los eslóganes y los logotipos. Y algo de lo más presente (que es a lo que nos dedicaremos en esta digresión) son los jingles. Un jingle es una tonadita breve y pegajosa utilizada en los anuncios comerciales para representar una marca o producto. Son las cancioncitas fastidiosas que se nos meten a la cabeza durante semanas y no se satisface hasta adquirir el producto anunciado. Los jingles son la prostitución suprema de la música.

Existen variaciones regionales y temporales en cuanto al uso de los jingles; esto es que las melodías son a veces diferentes dependiendo el país o el año en que se anuncie, sobre todo cuando el producto sobrevive al paso de las generaciones, pues se tiene que adaptar a las modas y oídos del nuevo mundo tan mutable y destrozable al por mayor.

El Méjico de los noventas (o sea, el mundo donde crecí mi infancia) estuvo lleno de publicidad, no sólo sonora sino también visual y hasta mnemotécnica —o como sea que se llame ese tipo de malevolencia. Previo al actual sistema internetizado, todo entraba por tres grandes y metafóricas cabezas de Cerbero: radio, televisión y revistas. Las revistas como entidad visual, la radio como herramienta auditiva y la televisión como la perfecta combinación de ambas. Además, la inteligencia mediática había madurado bastante durante las dos décadas anteriores (setentas y ochentas) con tantos avances en Sociología, Psicología y Maldad. Todo contenido que se transmitía por estos medios estaba cargado de intenciones políticas, económicas, sociales, y a veces hasta religiosas o cosas más ruines.

Hablar de publicidad en general es un asunto extenso en demasía que nos tomaría varios compendios enciclopédicos para revisar por completo, y el tema de los jingles no es menor. Por ello, sólo pondré como ejemplo aquellos jingles noventeros más malditos y asquerosos; es decir, los que recuerdo con más cariño y alegría… porque significa que cumplieron su objetivo al quedarme marcados en la memoria y sobrevivir a mi infancia. ¡Malditos! Lo repito porque odio recordar con más claridad los jingles que los nombres de mis compañeros del colegio; pude haber olvidado mis clases de Geografía y de Ciencias Naturales, pero los malditos jingles aún los recuerdo… y lo peor de todo es que los canto y se me antoja comprar sus productos. ¡Malditos!

El primero que viene a mi memoria auditiva es Dulces Vero. Ahora que sé de poesía y teoría literaria, puedo decir que su recurso era muy tonto, pues el ripio con la terminación “-ero” es un tropezón horrible en un poeta. Pero a quién le importa; a mis cuatro años era una tonada mágica con lavado de cerebro incluido:

Ésta es la magia de Vero,

el dulce que yo prefiero,

el dulce que más me gusta

porque Vero es primero.

 

¡Vero! ¡Vero! ¡Vero!

¡Vero! ¡Vero! ¡Vero!

Lo segundo que asalta mi memoria son esos jingles pequeñitos pero efectivos. Canciones que no duran ni medio minuto pero con eso se quedan marcados en la memoria para siempre. Por ejemplo: Play Doh, Mamut y Duvalín. Por un lado, aunque parezca mentira, Play Doh sólo era una repetición en una alta de escala, subiendo el tono y acelerando el compás: Play Doh Doh Doh Doh Doh Doh Doh, Play Doh Doh Doh Doh Doh Doh Doh… Por otro lado, Mamut es la cosa más simple que se ha hecho en cuestión de jingles: sólo decir tres veces la palabra “Mamut” con un tono cavernicolesco después de sentenciar “Para ese apetito feroz” a modo de consejo, sugerencia u ordenanza. Y, claro, el explícito mensaje de Duvalín: “A Duvalín no lo cambio por naaada… ¡Duvalín!”. Además, la súper promoción que hizo Chabelo cuando rapeaba: “A tu Duvalín / le quitas la tapita / le cortas la carita / y en una cartita / me mandas tres.” Ya estando en esto de los jingles cortos y efectivos, habría que mencionar el de Tuinky Wonder, el pastelito de más sabor.

Lo tercero que recuerdo al pensar en jingles es el comercial de Triciclos Apache. El tono alegre, jocoso, animado, es suficiente para bailar y gritar “A – – Pa – Che”. Pero lo mejor de todo es la intromisión de un verdadero apache diciendo “Dura, dura, dura, dura”. Esto, por supuesto, con el implícito cocowash de que los triciclos nunca se acaban pues el gran atractivo es que tenían un año de garantía (¡qué extraña parece en los dosmiles esta propaganda!). Por cierto, y como dato curioso, no conozco a un solo nacido entre los ochentas y noventas que no haya disfrutado un Apache en su niñez. Todos tuvimos uno… ¡qué triste!

Para terminar, los dos grandes genios del jingle: Sanborns y Del Fuerte.

Sanborns tiene dos jingles, uno muy adulto y otro muy infantil. El adulto es una cancioncilla como de superación personal que acompaña una secuencia de batería con pianito alegre en tonos mayores, casi navideño, y el coro vocal “Sólo, sólo Sanborns”. El infantil es un contrapunto de voz grave y masculina (Borro Borom) con una aguda y femenina (Turu Tururum). Y eso sin mencionar el excelso recurso caricaturesco de los tecolotitos. ¡Ah, malditos genios!

Del Fuerte… ¿Qué decir de Del Fuerte? Aunque el original es de los setentas, censurado para los noventas, llegó completa y unrated por repetición de las tías, las madres, las vecinas y las abuelas. Creo que es éste el nivel más alto de propaganda auditiva. Lo que es más, ¿no es esto poesía de la mejor?

Estaban los tomatitos

muy contentitos

cuando llegó el verdugo

a hacerlos jugo.

 

“Qué me importa la muerte”,

dicen a coro,

si muero con decoro

en los productos Del Fuerte.

Como mención especial, queda “Con XL3, alivia la gripa en un 2×3” y “Póngale lo sabroso” (con voz de gallina, por cierto). Y así, poco a poco, una vez más, se van descifrando los torcidos trastornos subliminales del mundo hecho pedazos.

Kobda Rocha

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Tindersticks – Can Our Love… (2001)

Puntaje del Disco: 8

  1. Dying Slowly: 8,5
  2. People Keep Comin’ Around: 8,5
  3. Tricklin’: 6
  4. Can Our Love…: 7,5
  5. Sweet Release: 8,5
  6. Don’t Ever Get Tired: 7
  7. No Man in the World: 8
  8. Chilitetime: 7,5

Para su quinto trabajo de estudio, Tindersticks, continuaría la dirección soul del grupo en forma más acelerada, que había abrazado en Simple Pleasure (1999), dejando cada vez más de lado el oscuro pop orquestal por el cual los conocimos en sus comienzos, demostrando a los desconfiados que también podrían mantener el listón alto cuando aligeraban el equipaje.

La magnífica “People Keep Comin’ Around” con reminiscencias a los Doors marca la tónica de Can Our Love… un álbum directo, consistente y con momentos de espectaculares melodías como la notable apertura con “Dying Slowly” y las emocionales “Sweet Release” y “No Man in the World”.

Sin tener entre sus prioridades el cautivar al público masivo, los oriundos de Nottingham se han ido consolidando con el correr de los años como un grupo de culto, convirtiendo su música en una experiencia conmovedora, por el sonido minucioso y delicado que crean.

F.V.

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