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Insultos al lingüista

La voz popular se vanagloria de poseer una sabiduría secular que permea a todos los individuos de una comunidad, acaso pretende discernir la verdad absoluta de toda la especie. Sin embargo, aunque muchas veces parece sensato el conocimiento vertido en esa voz popular, regularmente (me atrevería a decir que siempre), la sabiduría del pueblo está equivocada. Si algo he aprendido a lo largo de diez milenios de historia humana es que la opinión mayoritaria está mal. Aclaro que no he dicho que sea errónea, sino que es defectuosa. Cuando una idea se populariza, se echa a perder; ésa es una verdad indiscutible. No importa si en su origen fue una brillante idea, al momento de ser compartida por la mayoría de la gente, se va al caño. Para sostener lo que acabo de elucubrar, pondré en conflicto tres grandes frases de la sabiduría popular. Nomás por discrepar.

  1. Al buen entendedor pocas palabras.

Qué contrariedad tan grande y tan absurda. Esta frase sostiene una realidad completamente de cabeza, volteada patrás. Como escritor, filósofo y eterno conversador, estoy plenamente convencido de que las palabras jamás se deben limitar ni retener. Cuando uno encuentra un interlocutor digno de nuestras ideas, de nuestros sentires, de lo que pensamos, de esas divagaciones intelectuales, lo único que queremos es hablar y hablar y hablar, porque sabemos que quien escucha sí escucha de verdad, que comprende lo que decimos y que también, sobre todo, en algún momento nos habrá de devolver la cortesía y nos deleitará con sus palabras que por seguro tendrán mucha sustancia, relevancia y profundidad. Por eso, al buen entendedor muchas palabras. A los otros, a los que les dices algo muy simple y de todos modos no entienden nada, a esos sí muy poquitas palabras.

  1. Una mirada vale más que mil palabras.

¡Falso! Aquella persona que exprese más con una mirada que con mil palabras es una persona que no sabe usar el lenguaje, una persona cuyo vocabulario es tan limitado o tan deficiente que por ende lo que diga no tendrá mucha fuerza ni significado y tiene que lanzar una mirada para compensar su insuficiencia lingüística. Cuando una persona posee más valor en una mirada que en mil palabras, entonces no tiene sentido sentarse a platicar con ella, bastará con mirarse en silencio y así casarse, tener hijos y morir: juntitos y calladitos. Porque para qué gastar mil palabras inútiles, cortas y pobres. Ah, pero haría falta enamorarse de un poeta para darse cuenta que algunas veces ¡una palabra vale más que mil miradas!

  1. A palabras necias, oídos sordos.

Éste es un consejo para necios, porque sólo a ellos beneficiaría la sordera. Cuando un necio comienza a lanzar sus palabras necias a otro necio, si el segundo necio responde, sólo regresará más palabras necias. Por eso, es mejor ignorarlo, poner oídos sordos y hacer como que no lo escucha. Así, la discusión no se volverá una grillera sinsentido. En cambio, a los no necios no habría por qué ensordecerlos, pues ellos sí tienen la suficiente madurez para resolver dicha discusión. Entonces, el verdadero consejo es: ¡a palabras necias, palabras sabias!

Kobda Rocha

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Un comentario sobre “Insultos al lingüista”

  1. Hola, después de leer tu articulo y pensarlo un poco, he decidido decirte él porque es invalido. Siendo un autoproclamado escritor y filósofo, debes estar abierto a las críticas.

    Empezando por tu primer punto. Criticas el adagio «a buen entendedor, pocas palabras» diciendo que cuando encontremos a alguien intelectualmente a la par con nosotros solo queremos hablar y no usar pocas palabras. Sabes mejor que bien que esto nada tiene que ver con el dicho en sí. La lección del dicho es que si alguien ya tiene un entendimiento del tema no es necesario que lo expliques en demasía pues ya se sobro entiende de antemano y con tu falta de entendimiento de esto no te es posible ver la lección envuelta en el adagio en sí.

    En tu segundo punto criticas el dicho escribiendo que alguien que puede expresar una idea con solo una mirada no conoce su idioma. Entonces lamentablemente nadie conoce su idioma porque todos podemos expresar un mensaje con una sola mirada. Todos somos capaces de mostrar algo tan simple como un comando a algo tan complejo como la emoción a o un sentimiento con la simple mirada.

    Y al punto final. Bueno, usemos esto como ejemplo. Tus palabras son las divagaciones del insensato que se ve en el adagio, y yo soy el hombre que no es tonto. Después de leer tus puntos de vista “filosóficos” sobre estos adagios, he decidido intentar resolverlo. Y, sin embargo, dudo que se resuelva, pues antes que nada se debe de tener una mentalidad abierta a todas las ideas y no devaluar las porque no las entendemos o no queremos aceptar que hay una enorme riqueza cultural en estas frases.

    En conclusión, eres deliberamente obtuso al significado de estos dichos. Estas intentando oírte mas inteligente de lo que eres al arrojar estas palabras rimbombantes pero vacías. Todo esto muestra tu vanidad e incluso se podría decir que te estoy dando validez a tus comentarios y dándole valor a dicha vanidad. En alguna ocasión espero encontrarme contigo y oír tus palabras en lugar de leerlas y darte la oportunidad de explicar tu posición a pesar que tu no les has ofrecido pero si insultado a todos aquellos que en alguna ocasión han usado estos “Adagios”.

    En conclusion eres deliberadamente obtuso al significado de estos dichos. Estas intentando sonar mas inteligente de lo que eres al lanzar estas grandes palabras. Lo entendemos, tienes un tesauro. Todo esto muestra su vanidad e incuso si yo podria estar agregando mas dejando este comentario; tal vez la proxima vez intente sentarse y comprender realmente lo que esta leyendo.

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