El 6 de septiembre de 2018 se publicó la primera digresión en este espacio virtual destinado para compartir música llamado Persi Music, inaugurando así esta sección titulada Digresiones Musicales, y hoy, aproximadamente dos años y medio después, se está publicando ésta, la cual resulta ser la digresión número cien. Por lo tanto, es un día de fiesta y como toda buena ocasión la mejor forma de hacer honor a tan gran suceso es con música. Había pensado en abreviar este texto a una sola canción que mereciera ser el soundtrack de este festejo, pero resultó complicado reducirlo a una sola; así que, aquí va la lista de las piezas que podrían ser bien el fondo musical de esta centésima digresión.
A) Lo primero que uno quiere escuchar cuando se piensa en fiesta es en algo escandaloso y rítmico tal como los Vengaboys sonaban por allá a finales de los años 90’s en canciones como “Boom Boom Boom Boom”, “Up & Down” o la definitiva “We Like To Party”. El dance, el disco y la euforia semisexual es lo primero que comienza a correr por la sangre cuando se presenta la oportunidad de festejo. Es ésa la primera emoción, el primer calor, el primer ritmo.
B) Después del primer arranque de energía, el oído exige un poco más de complejidad aunque el cuerpo sigue acelerado y excitado por el estruendo del ruido primigenio. Y encontraremos más fiesta cuanto más retrocedamos en el tiempo, pues la juventud, la alegría y las orgías de amor, drogas y plenitud no se hacían esperar por el recato, la vergüenza ni la moral. Así que el sonido máximo de fiesta musical, corporal, líquida y turística se encuentra en las notas de B-52’s, sobre todo en piezas como “Roam”, “Channel Z”, “Good Stuff” y la suprema pachanga “Love Shack”.
C) El viaje es casi interminable, sobre todo cuando los años sesentas y setentas se aparecen para musicalizar una fiesta; sin embargo, la búsqueda de un sonido festivo y actual comienza pronto. Invariablemente, tarde o temprano llegaremos a Diablo Swing Orchestra con grandes piezas de alegría, euforia y emotividad, de las cuales una sobresale por encima de todas, y estoy hablando de “A Tap Dancer’s Dilema”, una canción con energía, fuerza, ritmo, complejidad musical, sobreposiciones compositivas maravillosas y una sensación de celebración magnánima.
D) Haciendo brincos agigantados por el swing, el fussion, el glam y las interminables variantes del electro, nombraremos aquí una canción que bien podría musicalizar una fiesta de cien digresiones publicadas en una plataforma virtual: “Frau & Mann” de Lindemann. Mantiene la energía, la emoción y la alegría, además es lo más contemporáneo que podría sonar una festividad de estas magnitudes.
D) Finalmente, para no extenderme en este asunto y dejando pasar infinidad de canciones festivas, nombraré la que sin duda será la musicalización exacta y perfecta de esta digresión. Aclaro por anticipado que para estas alturas la euforia y la excitación sanguínea, corporal y emotiva a mermado ya, y el sonido que se busca ya no sólo es el de festejo y alegría sino también el de orgullo y satisfacción, aderezado con el vanidoso trofeo de la victoria (porque todo logro, más que una fiesta, merece un reconocimiento); no sólo es la celebración por haberlo logrado sino también la altivez egocéntrica de haberlo logrado (redundancia que sólo los campeones comprenderán). En este punto, quien haya sentido alguna vez en su vida esa sensación de ser la cima del mundo sabrá que el soundtrack perfecto para una situación tal es la magna composición de Wagner. Y no me refiero a la tan manoseada entrada de los dioses al Valhalla; aspirando un poco más alto y a riesgo de obtener etiquetas fatales de fascismo y mezquindad, me refiero a la cabalgata de las Valkirias.
Aquí termina esta digresión número cien… y que cada quien escuche en sus logros personales la vasta victoria que merezca la templanza y altivez de su corazón, su alma y su entereza.
Kobda Rocha