La furia de mi gente

La furia contra el mundo (entendiendo al mundo como un sistema establecido por el régimen emperador de los fragmentos de humanidad afortunada) es una opinión compartida por prácticamente todo ser humano nacido en un hogar sin dinero, sin poder y sin título. La ausencia de dinero no es el paupérrimo andar de la miseria sino una suficiencia cuotidiana bastante satisfactoria a nivel de necesidad; sin embargo, en comparación con la realidad económica del poderío social, tener dinero significa ser pobre. La falta de poder es la resignación a depender de dios, la suerte o la bondad de la historia humana para dirigir, corregir y regir la existencia que entendemos aunque ellos no pertenezcan a la misma. La carencia de título refiere al nacimiento sin etiquetas salvo por el apellido y la nacionalidad, nacer sin futuro, nacer sin planes, nacer sin herencia, nacer sin membresía para los clubes más elitistas del ajedrez, el golf y la dominación del tránsito especiático previsionario. En fin, la ignorancia permeante en la dejadez social del entretenimiento imperial impuesto al valor filosófico desemboca inevitablemente en una furia generalizada contra el mundo. Más temprano que tarde, los artistas comienzan a hacer su trabajo, plasmando, describiendo, informando, protestando, exigiendo y lamentando el contexto, la situación, la realidad. En cuanto a música refiere hay innumerables canciones por mencionar, así que aquí me limitaré a un puñado de piezas que obtienen mayor profundidad gracias a la forma en que llegaron al sustentante de esta digresión.

A) El vals del obrero de Ska-P. La clase trabajadora, la comunidad que se gana el pan de cada día con el sudor de su frente, la constante oprimida en pie de lucha, los obreros, la misma descripción aplicable a tus padres, tus abuelos y todos tus vecinos, amigos y conocidos de conocidos. Dos grandes epifanías surgen al escuchar esta canción a una edad alborea: 1) “Orgulloso de estar entre el proletariado” es la línea de apertura, prácticamente a cappella… ¿Orgullo? He ahí un gran ramalazo a las expectativas del entorno clasemediero siempre mirando hacia arriba, soñando, deseando, mintiéndose a sí mismos, ¡pero no más! porque ahora pertenecer al flanco inferior es digno de orgullo; 2) “Somos la revolución” dice a poco de iniciada la canción… ¿Revolucionarios nosotros? Contrario a lo que la historia institucionalizada tradicionalmente dicta, los héroes patrios no son propietarios absolutos de la revolución o bien nosotros (los obreros insistentes, consistentes y resistentes) somos los héroes de la patria.

B) Gimme tha power de Molotov. Un grito directo, sin miedo y con desprecio total, un mensaje claro, grosero, sincero, un golpe enfurecido hacia el monopolio del poder, un himno nacional que verdaderamente representa a la nación, una verdad, la verdad, la nuestra.

C) La carencia de Panteón Rococó. Una canción que la misma estupidez del sueño aspiracional se ha encargado de desvalorar pero cuyo mensaje primigenio es tan severo como cualquiera otra canción de esta lista. Lamentablemente la tercera persona y las conjugaciones verbales en modo impersonal dentro de la letra alejan al narratario del narrador, no completamente pero de pronto parece que el emisor no perteneciera a esta categoría reflejada en la lírica. Eso sin mencionar que los últimos dos minutos de la canción está llena de palabras huecas y descontextuadas, llegando al punto de lo idiota y absurdo. Sin embargo, las ocho líneas iniciales son una tremenda palanca de fuerza. Simplemente hay que escuchar el grito certero: “En un mundo globalizado, la gente pobre no tiene lugar.”

D) Los techos de cartón de Alí Primera. Esta canción llega al alma común de todo un pueblo, no sólo por la opresión y explotación sino por la muerte, la masacre, la desgracia del orden natural del poder humano. Parece que el sufrimiento está ligado a la gente nacida de la tierra, como si fuera su herencia, como si la miseria fuera su virtud. “Usted no me lo va a creer pero hay escuelas de perros y les dan educación…” ¿y nosotros qué tenemos? Hambre, ignorancia, muerte. Una canción espléndidamente colocada en la película del 2004 Voces Inocentes, magistralmente dirigida por Luis Mandoki. Una escena perfecta en que el ejército y la guerrilla combaten a metrallazos en las calles irrelevantes, hogar de civiles empobrecidos por el destino, y de pronto como consuelo y resistencia al mismo tiempo comienza el canto acústico dentro de las casas de cartón. Una canción tan magnífica que ni Marco Antonio Solís podría echarla a perder.

E) Pan y circo de Juan José Lavaniegos. El humor permea esta gran canción que pareciera inocente al principio… bueno, en realidad, parece inocente casi completa, pero al final viene ese fuerte impacto en el rostro, en el alma, en la consciencia y en la moral. Un payaso de circo que se esfuerza por entretener a un puñado de niños que pagan sus entradas para ver la función, pero tarde o temprano los niños crecen y dejan de disfrutar el show repetitivo de ese payaso viejo; así que el payaso abre su negocio, una panadería para vender pan a los ahora adultos hambrientos, quienes siguen pagando al mismo payaso por sus servicios, primero el circo y luego el pan. Maravillosa metáfora política genialmente amasijada en esta canción.

F) Más circo y más pan de Amistades Peligrosas. Una canción de las más atrevidas por directa y ofensiva. Regularmente este tipo de mensajes se canta en la trova, en el rock o en el blues, pero aquí está puesto en un grupo de música pop, cosa extrañísima y por supuesto muy aplaudida por un servidor. Claro que es un grupo sin demasiada difusión, por obvias razones, así que será mejor permitir que cada uno le brinde una escuchada a su trabajo para finalmente entender que la música sí puede ser artística, política, filosófica, útil y necesaria.

G) Se vende mi país de Óscar Chávez. Esta canción tiene un motivo doble por lo que provoca una reacción doble también. Por una parte, el coraje y el enojo salen a relucir al notar que el país está en venta y sobre todo por pensar en aquéllos quienes son los vendedores, esos malditos egoístas codiciosos, avariciosos déspotas, fríos, corruptos, inhumamos. Por otra parte, es inevitable el brote de tristeza, de lástima y sufrimiento, incluso de desesperanza y desolación, esto no por ver que el país se vende y que uno no quiera venderlo sino precisamente porque uno no lo quiera, porque uno no lo venda… pobrecillo aquel hombre bueno, honrado, honorable y largamente prescindible. Pobre hombre-mercancía.

H) El jefe de Ricky Luis. Vaya, uno creería que después de tanto el tema se agotaría y que no habría más que decir, recriminar, denunciar. Pero siguen y siguen las injusticias y por lo tanto seguirán y seguirán las canciones. “Qué poder tiene el dinero que hasta simpático ya veo a este cabrón” dice en algún punto de la letra; la pregunta sería si en verdad es un tinte humorístico del artista o un retrato fiel del control político. No obstante la realidad histórica o paranoia fúrica que resulte, lo cierto es que esta canción es un excelente remate para esta lista.

Kobda Rocha

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