Ódiame

¡Ódiame! Hazlo, por favor. Ódiame con fervor, con alevosía, por piedad, por empatía. Vacía mi alma, traiciona mi voz boscosa y hosca. Declara al mundo guerra con áspero clamor. Arrebátame tu imagen; olvídame tu nombre, astro ingente, ostral fulgente, estro sublime de poesía. Promueve presta mi agonía. Mírame llanamente como el sol a la flor; que tu sombra mi asombro alfombre. Dulce numen iridiscente, abandóname, silencia mi voz, magúllame, convierte tu figura en mi adversario, miénteme si es necesario.

Soy un hombre solitario, recuérdame; mi papel en el teatro humano es odiarlo todo: odiar al mundo, maldecir a dios, aborrecer lo bueno y lo vano, negar la fortuna, descreer del amor, desmentir la alegría, perder la fe, llorar a diario. ¡Nunca hubo sonrisa en mi rostro! ¡Jamás gocé alborozo gustoso! Cabizbajo, me deprimo, me enfurezco, me odio. Absurdo intento el suicidio a menudo: absurdo episodio.

¡Ódiame! Quiero estar vacío, quiero ser el mismo mimo sombrío, el mismo asno egoísta de siempre. Sé vivir con él; sé lidiar conmigo. ¡Ódiame! Quiero ser valiente, encarar a la muerte, enfrentar mi apellido, vencer mi bandera. ¡Ódiame! Adoro ser perenne. ¡Ódiame! ¡Ódiame! ¡Ódiame!

¿Qué debo decir para emprender tu rencor? ¿Qué debo hacer para olvidarme tu amor? Si me odiaras, sería más fácil vivir, no temería, no vacilaría, sería más fácil morir. Quisiera morir solo, sin ti, sin esta preocupación, sin este amor. Quisiera quererlo. Quisiera odiarte.

…quisiera odiarte, pero es demasiado tarde, ya no puedo dar marcha atrás, ¡te amo! Soy un producto más del cliché, soy un hijo de la farsa, soy un hombre estúpido más que se enamoró. ¡Ódiame! Hazlo, por favor. Quiébrame el corazón, rompe mi vida, tuerce mi alma. Hiende fiel desdén en mi pecho e ignora mi existencia. Quebrántame la voluntad, dedícame tu displicencia. De otra forma, podríamos encontrar en ambos calma; podríamos alcanzar peligrosa y celestial felicidad, pasar la vida juntos en dilección y afinidad.

¡Ódiame! Créeme, es lo mejor. De otra forma, estaremos condenados al amor.

Kobda Rocha

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