Puntaje de la Película:
- Año: 2021
- Género: Acción, Fantasía
- Director: Simon McQuoid
- Reparto: Lewis Tan, Jessica McNamee, Josh Lawson, Joe Taslim, Mehcad Brooks, Tadanobu Asano, Hiroyuki Sanada, Chin Han, Ludi Lin, Max Huang, Sisi Stringer
Puntaje de la Película:
Puntaje del Disco: 6
Say No More es el octavo álbum de estudio de Charly García. El disco se caracteriza por continuar lo que había empezado en La hija de la lágrima, pero profundizando más su faceta experimental, logrando uno de los trabajos más oscuros que se puedan encontrar en el catálogo de Charly.
En ese aspecto, Say No More tiene cohesión en su experimentación y solo en eso. Tiene algunos problemas que hacen que sea una de las producciones más defectuosas de Charly. Para empezar al aumentar su cara experimental hay un detrimento en sus melodías. Solo algunas canciones sobresalen en ese aspecto,:“Canciones de jirafas”, “Alguien en el mundo piensa en mí” (que tiene la melodía más Pop del disco y es lo más cercano a un éxito radial) y la homónima “Say No More”, que sin ser brillante se destaca por las interacciones de Violín y Violoncello de Erika y Ulises Di Salvo, combinados con el sintetizador de Charly. Parece un tema de otra época, tal vez de los años setenta. Un escalón más abajo están “Estaba en llamas cuando me acosté” y “Necesito un gol” (que cuenta con la colaboración de Calamaro).
El resto del disco va de lo regular a lo olvidable. Say No More tiene el gran defecto de tener una sobreabundancia de cortes instrumentales que suenan a puro relleno y lo único que logran es extender el álbum innecesariamente. Lo más pobre aparece en “Plan 9”, que no solo parece un divague, sino que es totalmente inmemorable. También está “Podrías entender”, que es una especie de reprise extenso de “Estaba en llamas cuando me acosté”, algo tan inentendible como excesivo.
En definitiva, Say No More no es un mal disco, la chispa de Charly sigue presente, pero sin dudas es uno de los álbumes más flojos de su repertorio.
Persy
¡Oh, gran cualidad de pensadores, vagos y mirones! La lentitud es una característica que hoy día pocos humanos poseen. La lentitud es un don. Puesto en las magníficas palabras de Kundera: “El que corre a pie está siempre presente en su cuerpo, permanentemente obligado a pensar en sus ampollas, en su jadeo; cuando corre siente su peso, su edad, consciente más que nunca de sí mismo y del tiempo de su vida.” Contrariamente, el acelerado, el veloz, el que viaja en automóvil, el que apresura su ritmo para ganar minutos en el reloj, ése vive ajeno a sí mismo, no se conoce, no se reconoce dentro de su propio cuerpo ya que existe al ritmo de una máquina, al ritmo acelerado de una tecnología que lo supera.
La velocidad, como propone Carl Honoré, convierte a las personas en seres atareados, agresivos, ocupados, apresurados, estresados, impacientes y superficiales. En cambio, la lentitud torna al individuo en un ente sereno, cuidadoso, pacífico, tranquilo, paciente y reflexivo. Lo rápido se vuelve impreciso y banal; lo lento se vuelve sabio y profundo. Como referencia, recomiendo la Pequeña Teología de la Lentitud de José Tolentino Mendoça. Quizá con dicho texto, no hubiéremos necesitado la mención de los ejemplos siguientes.
La velocidad, en síntesis, quita a las cosas su derecho a ser percibidas completamente, a ser disfrutadas fracción a fracción, a ser comprendidas y a ser debidamente procesadas. Ir rápido es ir descuidado. En cambio, la lentitud es precisión y profundidad. Lo lento está dotado de un sentido total. Porque lo rápido es imperceptible: ver sesenta dibujos en un minuto es prácticamente no ver ninguno; mirar uno solo en un minuto es fijar toda la atención en él, poner concentración e inteligencia en su reconocimiento. Lo rápido es vano; lo lento es sublime.
¿Y qué tiene que ver todo esto con la música? Desde hace ya varios años se ha puesto de moda la velocidad. En el ámbito del metal, cualquier subgénero del mismo, la tendencia es ir lo más rápido que se pueda. Todos los músicos quieren tocar cada vez más y más rápido; y los escuchas quieren escuchar música cada vez más y más veloz. ¿Y dónde queda el aspecto excelso de lo preciso, de lo profundo, ese carácter que dota a la música con una totalidad de sentido? ¿Dónde se ha dejado la capacidad de apreciar lo pausado, lo lento, lo acompasado? El gótico, el doom, el dark eran géneros lentos, oscuros, con más ambiente que notación musical; ahora suena todo a la misma velocidad que el technical death metal, perdiendo su personalidad, su unicidad, su esencia. Ya no se escuchan canciones con Rowboat de Coal Chamber… y ya tampoco existen personas que al escuchar dicha canción se emocionen, reconozcan la complejidad y la maravilla de esa lentitud. El death metal solía entregar piezas como Bloodfreak de Murder Squad que ahora son ignoradas y hasta desprestigiadas. Canciones como A Dying God Coming Into Human Flesh de Celtic Frost son raramente apreciadas, son dejadas de lado por canciones notadas en semicorcheas como mínimo. Dos Metros Bajo Tierra de Transmetal y Aquí No Es Dónde de Resorte son ejemplos de que la lentitud no es menor ni de más baja calidad ni menor potencia que la velocidad; por el contrario, incluso la lentitud puede llegar a ser aún más devastadora que la rapidez. Para prueba, el efecto de Slowly Burnt To Death o de Threading On Vermillion Deception. Es momento de detenernos por un momento frente a una pintura y sacar la mejor apreciación de ella; es momento de caminar despacio por la calle y mirar con atención todos esos detalles que la velocidad nos han negado; es momento de hacer música lenta y regresarle el sentido, la esencia y la calidad.
Kobda Rocha
Trailer de la secuela de la película de Venom, protagonizada por Tom Hardy, que tendrá a Woody Harrelson como Carnage. Se espera que llegue a los cines en septiembre de este año.
Puntaje de la Temporada:
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Puntaje del Disco: 6,5
Bayleaf (2001), el primer trabajo solista de Stone Gossard el querible y fantástico guitarrista de Pearl Jam, es un disco simple y aceptable, que le dio la oportunidad de probar sus dotes como cantante y a entregar algunos momentos valiosos.
Gossard siempre fue un tipo inquieto. En 1993 en plena efervescencia de la explosión Grunge de la que Pearl Jam era uno de los principales exponentes fundó una agrupación paralela: Brad, con la cual lanzaría tres discos, compraría su propio estudio de grabación en Seattle y a su vez al año siguiente creó su propia compañía discográfica «Loose Groove Records», fichando a conjuntos diversos en especial de hip hop y rock pesado como Queens of the Stone Age.
Volviendo a Bayleaf, se trató de un esfuerzo descomunal de Stone ya que no solo cantó y tocó la viola, sino que en algunos temas se hizo cargo del bajo, el piano, baterías. Se destacan “Fits” con la participación del ex baterista de su famosa banda Matt Chamberlain, la balada “Anchors” y las guitarreras “Pigeon” y “Bayleaf”. Dentro de un listado de temas discreto y parejo.
Con su experiencia solista y también con sus proyectos paralelos, Gossard buscaría de aquí en más buscar algo de oxígeno y cada tanto desarrollar y llevar a cabo ideas y composiciones que en Pearl Jam eran imposibles de desarrollar que se verían plasmadas en posteriores lanzamientos a Bayleaf.
F.V.
Puntaje de la Película:
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