Oscuro estero de inmundicia, pantano y limen del dolor,
promueve infame la injusticia, disfruta negro el deshonor.
Señor de injertos perentorios, veraz destino de impiedad,
alfil sin cánticos mortuorios que surge en premios de oquedad.
El amo ingente del pecado, maestro innato de la inquina,
regente altivo del estado, conduce al hombre hacia su ruina.
Gerente máximo del fango, supremo dios de la maldad,
distiende errático su rango, sublima el gen de humanidad.
El rey que el pueblo se merece, perfecta cumbre del gobierno,
abraza el orbe y lo enaltece, convierte el mundo en vil infierno.
Saludos, pompas, monumentos, respeto y libre admiración…
¡Oh, gran señor de los tormentos, patrono gris de corrupción!
Es la demencia su legado, es el desorden su placer;
es por las leyes venerado, tiene la marca del poder.
El día que acabe su regencia y vuelva el tierno bienestar,
con armonía y diligencia, vendrá otro peor a gobernar.
Kobda Rocha