respirando-noche

Respirando noche

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«Si lo injusto se pierde en la distancia,

si la lluvia es fresca y placentera,

si la luz, diáfana y profunda,

si el paisaje arrulla en la ribera,

es porque te llevo en mí a mi manera.»

 

El arte se queda en la memoria de aquél a quien le provoca una sonrisa en el alma. Un recuerdo, un encuentro, un reencuentro con la vida misma que inspira ese arte. Los muros interiores podrían ser una edificación majestuosa, una obra dicotómica increíble. Por un lado, los muros son el soporte de toda construcción, son la sustancia de un hogar, la esencia vital de un espacio, de un lugar, de un dónde. Por otro lado, los muros son una fortaleza casi bélica, son la barrera que divide nuestro propio entorno de seguridad y confort del resto del mundo, son incluso un claustro que nos encierra y protege de las atrocidades del universo. Arquitectura y albañilería para dar una muestra de nuestra existencia, como una ventana hacia la intimidad; no es una puerta, no es dejar entrar a un extraño en nuestra guarida personal, sólo es una ventana por donde podemos visualizar el interior del prójimo como si fuese un museo: sin tocar, destruir ni lastimar nada. Para prueba, un botón:

 

«Quiero ser el lugar donde descanses,

el vasto jardín donde halles el alivio,

donde el viento borre tus heridas

y el insomnio sepulte tus mentiras.

 

Quiero ser el espacio transparente,

el amplio solar de tus ensueños,

donde sus aceros no esconda negra muerte

y la vida prodigue tus deseos.

 

Quiero ser tu horizonte lisonjero,

la tierra fértil de sutil poeta,

donde encuentres respuesta a tus preguntas

y pasión suficiente que te encienda.»

 

Kobda Rocha

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