Archivo de la categoría: Digresiones Musicales

Vagabundo

En mil sueños me desvelo,
Persiguiéndote sin consuelo.
No se si es buen camino
Anhelarte en mi destino.
Pienso en tu figura de celestial,
Y me vuelvo de cristal.
La exaltación de tu sonrisa
No se me borra tan de prisa.
Maldigo mi suerte,
Por otra luna sin verte.
Un segundo es un mundo,
Para este triste vagabundo.
Nuestras miradas se citan,
Mil versos se recitan.
Se brindan serenatas de amor,
Que mitigan nuestro dolor.

Santiago Segura

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Run Like Hell

Yo corrí y corrí y corrí…

¿Pensar? No, no hubo tiempo para pensar; era correr y vivir o pensar y morir. Incluso históricamente (antropológicamente acaso) podríamos deducir que la especie humana ha hecho del pensamiento su propia sentencia de muerte: quien piensa, morirá.

Por eso, corrí sin pensar. Sólo corrí, quizá por instinto, pero no un instinto de supervivencia sino por uno de comodidad. En realidad, vivir no sirve para nada, estar vivo no es algo que se disfrute, vivir no es lo más importante. Lo que de veras vale la pena es vivir cómodamente. La comodidad es el verdadero beneficio de la vida. Para qué vivir enfermo; para qué vivir miserable; para qué vivir pobre; para qué vivir infeliz; para qué vivir solitario. No se huye de la muerte, se huye de la desgracia.

Fue por ello que corrí sin detenerme. Corrí, corrí y corrí. ¿De qué corría? No sé. Jamás me detuve a preguntar. Era muy arriesgado, así que mejor seguí corriendo. Parar por un momento puede ser el acto que acabe con uno; parar es lo que el universo necesita para aprovecharse de la naturaleza humana, de la involución, de la duda. ¡No! Yo no paré, sólo corrí…

Y corrí…

Y corrí…

Kobda Rocha

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Soundtrack de los muertos

Extraído del libro P L A G I O S

Hoy tuve un sueño extrañísimo:

No estoy seguro de poder explicar el escenario con precisión; era un tanto apocalíptico, aunque no como lo hubiera imaginado. Tal vez mis expectativas son muy diferentes al escenario actual por culpa de todas esas películas del fin del mundo y apocalipsis zombie que solía ver con mi hermano cuando éramos jóvenes.

Lo mejor de todo fue ver a mi hermano otra vez. A penas si lo recuerdo, o recordaba. Esta situación me trajo su presencia de vuelta. ¿Cómo podría describir a mi hermano? Él nunca fue tan estúpido como yo; él era sensato, era sabio, atinado en sus ideas y en sus opiniones. Sin embargo, ahora que nos reencontramos ―debo confesar― se mira cambiado… como más viejo y más listo, pero sin el toque jovial y burlesco que solía tener.

¿Qué le iba a decir?, ¿cómo se lo iba a explicar? Crucé medio país para encontrarlo, creí que él… pensé… tal vez, a estas alturas, ya estaría muerto. No busqué a mi madre ni a mis hijos; en ese momento, cuando vi morir a mi ex-esposa, sólo pensé en mi hermano. Aún, sólo pienso en él, en protegerlo, en mantenerlo con vida. A veces pienso en mi hija; quizás ella siga con vida. Algunas veces la sueño: sonríe me dice “¡Papi, te amo!” comienza a bailar con su vestido floreado me abraza luego sigue bailando llena de alegría veo a su madre también ambas bailan sonrientes hermosas tan llenas de vida tan llenas de amor.

Yo no sé cómo llegó o por qué regresó, pero estoy feliz de que lo haya hecho. Uno puede enterrar a sus padres, divorciarse, molestarse con sus amigos, pero jamás olvidar a un hermano. Y él es el único que siempre se quedó conmigo; él es el único que me acompañó en mis viajes; él es el único por quien podría morir; él es el único que puede golpearme hasta agonizar sin que yo lo deje de querer; él es el único.

Aquí todo parecía tan tranquilo que por unos días olvidé que el mundo se estaba yendo al carajo. Me dediqué a pasar tiempo con mi hermano: bebimos, pedimos pizza todos los días, jugamos ajedrez. Él no preguntó, sólo sirvió el vino (ya ni siquiera sé qué bebimos) y levantó su vaso diciendo “¡Por la estupidez humana!”, ¡por la estupidez humana, pues!

Los primeros días no dijo nada, sólo se dedicó a comer y beber. Nunca supe cuándo comenzó a beber, pero no pregunté y de hecho no me interesa. Pero después vino esta cosa… ni siquiera sé cómo llamarlos: ¿Deadites?, ¿Zombies?, ¿Caminantes? Mas nada de lo que Hollywood me mostró se parece a esto. La verdad es que pasó mucho tiempo desde que empezó hasta que yo vi al primero. Mi hermano levantó una muralla enorme, armó barricadas, elaboró trampas e instaló alarmas en toda la casa. Dijo que ya los había combatido antes. ¡Dios, lo dijo con una calma y una seguridad impresionantes!

Él había caído inconsciente por culpa de las drogas que se metió. Yo estaba un poco mareado, pero desde Tijuana ya no había podido dormir realmente tranquilo por más de dos horas. Pasaron al rededor de dieciocho horas antes de que él despertara, tiempo suficiente para asegurar su casa y hacer reservas de comida para varios meses. Creí que, cuando despertara, me llamaría loco o enfermo, pero sólo se levantó y dijo “¡Yo te sigo, hermano!”.

Estuvimos encerrados durante semanas. Si algo aprendí de George A. Romero, es que lo más importante en una situación de tal naturaleza es el ejercicio, mucho ejercicio. Sentí recobrar la juventud: aislados del mundo como cuando adolescentes, compitiendo por quién tenía el cuerpo más musculoso, hablando de cosas inútiles y sin sentido, escuchando música ―La Música, nuestra música.

Un día llegó el Blastardo con aquella mujer. Mi hermano lo conocía a él, pero ella era una total extraña que se había encontrado en el camino. Pidió que lo llamemos Blast porque, dadas las circunstancias, podía utilizar el nombre que quisiera. Llegó con armas y libros en blanco: las armas para sobrevivir, los libros para coexistir.

Cuando llegó el Blastardo con ella, entre los cuatro creamos un tracklist que escucharíamos en caso de morir, es decir, lo escucharíamos en el preciso momento de nuestro fallecimiento. Cada uno tiene en su poder una USB con el soundtrack de nuestra muerte. No fue una tarea fácil. De hecho, hubo todo un procedimiento: 1) los cuatro debíamos escuchar la canción dos veces, una todos juntos y una individualmente; 2) quien hubiese propuesto la canción, debía dar argumentos de por qué consideraba que merecía su lugar en la lista; 3) si alguien estaba en desacuerdo, establecía su opinión y quien estuviera a favor debía contraargumentar sucesivamente; 4) después de terminada la discusión, debíamos escuchar la canción nuevamente ―en grupo y en solitario―; 5) y finalmente se hacía una votación para decidir si entraba o no en la lista. Con una buena colección musical, uno no se acobarda ante la muerte. Inclusive, a veces deseo morir sólo para escuchar la música que me acompañará en el viaje.

Estar aquí con mi hermano es una experiencia única. No creo que alguien en este mundo pueda ponerse a hablar de música justo a la mitad del apocalipsis. El Infierno de Dante, ¡cómo bromeamos con eso! A veces alguien soltaba tan buen discurso ―discursos que podían durar días― que de algún modo nos convencía de agregar su canción a la lista. Mi hermano, por ejemplo, nos convenció de votar a favor de la canción que musicalizó la película Cannibal Holocaust. Muchas y muy buenas canciones quedaron fuera; igual que la gente hoy en día.

De vez en vez, nos poníamos a bailar. A mí me gustaba verla a ella porque tenía un hábito de bailar saltadito y sus pechos brincaban de un lado a otro. Si mi hermano supiera que yo llegué a considerar la posibilidad de estar con ella, no… Lo envidio; de los tres, ella lo eligió a él. No puedo creer que nunca me casé. Cuando encaras la muerte a diario, te das cuenta del gran valor de las banalidades.

Y entonces sucedió: escuchamos la lista.

Cuando ella murió… al menos mi hermano dice que mueren, yo no estoy seguro de ello. Siempre creí que atacarían a los vivos, que los morderían, que se los querrían comer o que se endemoniarían y nos asesinarían. Pero no sucedió. De hecho, nada pasó en absoluto. Ella sólo se quedó ahí sentada, viéndonos ―tal vez, pensándonos. Dejó de hablar, dejó de comer. Se movía, pero no hacía nada humanamente estable. Es como si estuviera viva y sin consciencia. Yo digo que se vuelven animales, que piensan sin razonar.

Por alguna extraña razón, ella me recordaba a Ariella, mi ―digamos, por ponerle un nombre―, mi pareja. No es que no la aprecie, sino que el término noviazgo no es aplicable al tipo de relaciones que suelo entablar últimamente. No podía dejarla ahí nada más. Simplemente no pude abandonarla igual que a todas las demás. Mi hermano tampoco pudo; decía que él no la veía muerta, sino photoshopeada. Decía que la veía como si fuera foto de perfil en facebook: como más guapa, pero como vacía.

Mi hermano la bañaba y le cambiaba la ropa. Una ocasión sucedió que la vistió de una manera idéntica a la chica que me gustaba en la universidad. Ese día no pude dejar de verla. Mi hermano se extrañó con mi actitud, así que me aconsejó alejarme de ella. “No la vayas a tocar, está muerta. ¡Ni se te ocurra!”. Ganas no me faltaban. Por suerte el Blastardo me mantuvo entretenido con su teoría sobre esta cosa; habló de números transgresivos e ideas infinitesimales o algo así.

Yo ya sabía que esto no iba a durar.

Traté de disfrutarlo, pues todos sabíamos lo que estaba por venir.

Tarde o temprano todos moriríamos.

Y sucedió: llegaron por montones, entraron a la casa, nos acorralaron, expusieron sus argumentos, dispararon dos o tres veces, amenazaron con matarnos. Nada que no estuviera previsto. Así que tome el control de los explosivos y amenacé con volar toda la casa si entraban al último cuarto, donde estábamos nosotros. Después, creo que entraron. O tal vez nosotros salimos. No recuerdo. En mi cabeza sólo hay tres memorias de ese momento: (1) Blast se desquició y mató a todos. Gritaba algo de que yo era el único que podía cambiar el mundo, que si había alguien que podía salvar a la humanidad, ese alguien era yo. Recuerdo pensar en él como un Rick Grimes o un Ash Williams, recuerdo su rostro lleno de terror y al mismo tiempo de heroísmo, recuerdo que me protegía con su cuerpo y su vida. (2) Recuerdo verla a ella vaciar cartuchos completos sobre los invasores. Pensé… pienso que ellos protegen a los que quieren. Creo que después de todo nosotros éramos su familia. La imagen que tengo de ella es borrosa, como que la veo pelirroja y sin dientes. (3) Veo a mi hermano encender el estéreo, conectar su USB y caer moribundo sobre la cama. Aún escucho su voz diciendo “Ahora tú también tienes un Luca Brasi, ya no me necesitas”. Aún lo veo cerrar los ojos con una gran sonrisa y el rostro ensangrentado. Aún recuerdo la bala que le atravesó el cuello.

Glo hull… gloh último que freckerdo ss berlaella conn-n-n metragll des… des… d-d-senn-n-ntenn glah ckama juntmí. .Gsuh ckabllo. nn-n sspelda ung… ang… ung… mm-mim gherrmm-mann-n-n ung… ung… glah . k . ka-m; kamu; glah-;.?¡… glah kmossick,

Probablemente él hubiera preferido morir al ritmo de Opeth o Korn, pero Tool fue la musicalización de su agonía. Además, verlos ahí ―uno medio muerto y otra totalmente muerta― era la representación exacta de las líricas: This body, holding me, reminding me that I am not alone in this body, makes me feel eternal. Embrace this moment; remember all this pain is an illusion.

…ckunn-ndd-d-dssperrteeeee-e-e .todd-dgsstabera rojjoh. .gelh. ,gelh, mm-m-munn-ndd-dogh ess ess… ess esss …ess rojjoh,

Cuando desperté, se escuchaba Là Où Naissent Les Couleurs Nouvelles. Primero pensé que estaba muerto, pero enseguida me percaté de que sólo había sido un sueño; pues lamentablemente sigo vivo.

Kobda Rocha

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Somos todas iguales

Las minitas amamos los payasos y la pasta de campeón
dijo un celebre filosofo y yo le creí…
Si queres ganarte a esa minita…
levanta la vara!!!!
No prometas lo que no vas a cumplir,
ni mientas al pedo
Todas queremos lo mismo
una charla interesante, risas, cariño, atención, un «gesto»…un muy buen «gesto»
esos gestos que te dejan sonriendo todo el día,
un mensaje, un abrazo……en fin lo que todas queremos…

Brillá mi amor, brillá!!!
Dá lo mejor, pero no solo hoy…
intentá todos los días conquistarla…

Si sabes que todas queremos lo mismo!!!
Al final que pasó con eso de que eramos todas iguales…?
y bueno…
es cierto…
¡¡¡Así que muchachos…levanten la vara…!!!
porque todas queremos lo mismo…
a las minitas nos gustan los payasos y la pasta de campeón…

(cada cual interpreta a este filosofo como quiere…al fin de cuentas no existe una verdad…sino solo interpretaciones decía Nietzsche y obviamente le creí)

Coca y Bonjour
Natalia Balul (profesora de Filosofía y escritora)

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Remolachas

El estomago detonado mucha birra. Lo peor es la mañana. Pero no la mañana, al despertar, no, luego de tomar un cafe. Ahi es cuando sentis el ardor en un punto exacto de la bolsa estomacal. Casi pudiendo ver a la merca de la noche anterior, perforando el sistema digestivo.

Luego viene el reflujo. el instinto de vomitar, pero lo retienes. una vez. dos. y cesa. Ahi mismo sientes que toda esa mierda, todo ese alcohol digerido y cocaina tienen que salir de alguna manera. Ellos solo buscan abrirse paso por tu organismo. Y tu culo comienza a resentirse. Empieza a temblar como si fuese un ruso engripado en siberia. Abre, cierra, ya no resiste. Corres al hinodoro, practicamente te arrancas los mantalones y calzoncillos, y un chorro putrefacto sale eyectado directo al agua cristalina del escusado.

Ahi viene algo malo de vuelta. Tu cuerpo se estremese de alivio, pero en el fondo sabes que algo no esta bien.

Hasta que por fin lo sientes: Un infernal ardor, un hierro candente, como subiendo por tu cuerpo. Empiezas a transpirar. Sientes como ese hierro candente se abre paso, y se transforma en un hilo de lava volcanica. Sientes lava volvanica fluyendo en tu interior, a traves del colon y el culo abriendose paso al exterior. Comienzas a temblar y brotan las lagrimas. Algo no esta bien… comienzas a notar un olor mucho mas nauseabundo que lo normal. Asomas tu mirada por entre tus piernas directo al mierderio. Todo se a puesto rojo. Te pones a llorar por la cirrocis. Luego recuerdas que comiste remolachas.

Mar Qin

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Mi niña bien

Las niñas bien no escuchan Rock & Roll, mucho menos Heavy Metal, ¡y no se diga Reggae! Esa música es de marihuanos, de drogadictos, de delincuentes. Es más, eso ni siquiera es música; es puro ruido sin sentido.

Las niñas bien tampoco salen de noche. No beben alcohol, no fuman, no dicen groserías. Por supuesto, tampoco usan minifaldas ni escotes. Cero maldad, cero perdición, cero vicios. ¡Cero!

Las niñas bien llegan vírgenes al matrimonio. No conocen carne hasta después de ser entregadas en el altar. Un beso pequeñito de vez en cuando, pero ¡nada más!

Las niñas bien obedecen a sus padres siempre. Son muy obedientes, ¡deben serlo! porque después obedecerán a su esposo. Deben ser buenas mujeres, respetables y sumisas. Nunca nunca nunca pueden equivocarse. Tienen que ser elocuentes y capaces de soportarlo todo. ¡Todo! Incluso la vida, incluso al marido maldito que se aprovechará de ellas por inútiles, ingenuas y estúpidas. Pero no me hagas caso, hija, tú no serás como yo… tú serás diferente. A mí porque tu abuela me educó como pudo; soy la más chica de nueve hermanos. Pero tú eres diferente, nena… porque me tienes a mí ¡toda para ti!, porque tú eres mi única hija, y porque tú sí eres una niña bien.

Por eso se fue tu papá.

Kobda Rocha

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Síndrome de download

Amor, amor, amor.
Te extraño, te quiero, te amo.
Dime, corazón, dónde estás.
Ven, ven, ven.
Ven a mis brazos.
Siente mis abrazos.
Te adoro, te amo. Oh, amor.
Oh, amor.
Te amo.
Oh, amor.
Yo sueño con tus besos.
Yo sueño con tus caricias.
Yo sueño con tus abrazos.
Yo sueño contigo.
Te sueño. Oh, amor.
Oh, cariño. Oh, corazón.
Te amo.
Te amo.
Te amo.
Oh, amor.
Viva, oh amor, maduro.
Oh, amor.
Te amo.
Te extraño.
Yo quiero… yo quiero más de ti.
Te deseo con pasión.
Te amo.
Oh, amor.
Oh, amor.
Oh, amor.
Oh amooooooooooor!!!

Kobda Rocha

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Vinilo

El viejo vinilo siguió girando,
Hasta que las últimas velas,
Se fueron apagando.
Las personas ya no discutieron,
Argumentos languidecieron,
Ideologías se extinguieron.
La artesanía se fue perdiendo
el arte y la ilusión, desvaneciendo
Y los sueños sin rumbo, esparciendo.
No hubo más poesía,
Ni música ni fantasía,
mucho menos armonía o filosofía.
Desaparecieron los trabajadores,
Suplantados por programadores,
Sólo resistieron algunos ordenadores.
La evolución destruyó la imaginación,
Las ideas fraccionarias
Se volvieron rutinarias.
La balanza comenzó a inclinarse siempre para el mismo lado,
Podes jugar una carta o tirar un dado,
Pero el resultado siempre está cantado.
Los eternos perdedores
Se volvieron ganadores
y son ahora petulantes señores.
Ellos te hablan de respetar las instituciones
Como si fueran divinas imposiciones,
Pero sólo quieren frenar revoluciones.
El viejo vinilo siguió girando,
Hasta que las últimas velas,
Se fueron apagando.

Santiago Segura

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LVMEN DE LVMINE

I’ve learned to become numb to negativity;
it’s better to just follow your heart.
Maria Brink

El mundo se ensañó con mi existencia, el infierno desató su furia entera sobre mí, el universo dejó caer toda su entropía en mi fragilidad humana. Desde pequeña me hablaron de los horrores del mundo y de la maldad que el Orco es capaz de heredarnos pero jamás lo creí cierto. Cómo creer que los hombres pueden vejarte en cuerpo y alma cuando tú sólo has conocido de ellos cariño y mimos, como los de tu padre, los de tu abuelo, los de tu hermano; cómo dudar de quien forzosamente habrá de ser padre o hermano de alguien. Quién creería que se puede ultrajar a alguien a tal grado que prefiera morir; una niña, cuyo cuerpo no ha recibido sino caricias, jamás creería que en verdad se puede sentir tanto dolor. Me lo advirtieron, pero mi pueril inocencia añubló mi credibilidad.

Han pasado los años, he crecido, ya fui arrojada a ese mundo maldito, ya conocí la malevolencia del báratro… y aun así, con todo, sigo creyendo que hay bondad en este planeta y que las personas pueden ser clementes, caritativas y bondadosas. Aún sueño con el afable resol del cielo, con los cálidos resisteros del verano, con esa resolana dulce ni álgida ni tórrida. También confío en dios; lo miro, lo adoro, lo añoro; sé que está ahí, que me cuida y que tarde o temprano me ayudará, finalmente me brindará su eterno consuelo. Aún mantengo la esperanza viva de que todo pasa por algo y que no hay mal que por bien no venga. Todavía creo en el amor.

Todavía creo en el amor…

Kobda Rocha

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Dentro de las profundidades… de la tristeza

En cada corazón humano hay un vacío profundo. ¡Cuánta aflicción se anida en esta infeliz travesía! El dolor desciende junto al moribundo puñal de la avaricia clavado en la existencia. Quemando como brasa, la antorcha arde. Ese sentimiento vivirá en ti hasta que el amor sea la verdad.

Te han dejado sin alma. Eres otra vida inútil, sin alma, sin nada en tu corazón. Eres la obra que contradice la perfección magnificente del paraíso. Eres el pretexto de Dios para verter su ira sobre nosotros y nos conduzca finalmente a la extinción. Eres la más completa colección de pesadillas infames. Eres la secular región abismal de oscuridad y locura donde miles yacen caídos en el hambre, roídos por la fatal declinación de voluntades. Eres la presa fatídica e infértil que soporta vivir como engendro. Eres la resultante enfermedad que habita en la especie, que la reduce a contriciones. Eres la imagen deplorable de una vida desollada. Eres un perro adornado con desilusión y amargura, sólo un despojo más, habitualmente loco. Eres vil… Tu vida postrada está, escurriendo en dolor.

En tus manos se posa un sufrimiento perpetuo, en tus labios se dibuja el sopor inexorable. Sufres en el fango como los gusanos que se arrastran por las nebulosas esquinas de los pesares sólo para mordisquear la fruta podrida. Los demonios que prolongan tu terrible realidad son la ironía, el suplicio y la estupidez. Un curso ciego rasga tu futuro, anda por el tiempo bordando destrucción. Caes rendido, recortado con reproches. Tu felicidad ha huido muy lejos de ti.

Miras al cielo y está lloviendo, es el llanto de aquellos tiempos pueriles en que una entidad cósmica era tu única guía. Recuerdas con flaqueza aquel lugar donde la oscuridad no gobierna la tierra. Quisieran que alguien extendiera su mano y te llevara en un viaje astral hasta esa luz infinita de calma y serenidad. Largos son tus sueños, pero son sólo sueños.

Cada mañana al despertar, te miras atrapado en cuatro paredes; estás encarcelado, internado en la demencia de una casa que te sienta a esperar tu muerte. Sombras espantosas cubren los despojos de tu hogar. Los días pasan en vano, lentamente van tornando miserable tu rostro. Tus ojos buscan mil palabras para suplicar al cielo un poco de sueño dulce bajo la quietud de las estrellas y el arrullo de las brisas de algodón. Pisoteado, dolorosamente penetró el veneno en tu cerebro, te mintió, te alejo de la algazara con tétricas formas implacables. Tu destino es un abismo en la trama humana y aún no has encontrado los signos que provocan tu dolor. No hay cura para tu desgracia; todos tus sueños agonizan dentro de las profundidades de la tristeza…

Kobda Rocha

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