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3 armas contra los zombies

El mundo, ahora, se encuentra a mitad de un apocalipsis zombie. Sí, igual que en una película hollywoodense, la humanidad se está contagiando con el virus zeta… y, poco a poco, el número de infectados va en aumento. Primero, habremos de esclarecer qué es un zombie. Un zombie es un pedazo de carne con forma humana, pero sin cerebro, no piensa, sólo se guía por sus instintos más primitivos, busca satisfacer a toda costa sus apetencias más bestiales: comer, dormir y copular. Un zombie no razona, únicamente se alimenta de cerebros ajenos. Dicho con sinceridad, así andamos por la vida, devorando todo lo que otros cerebros producen. Sus ideas, su ciencia, su arte, su música, su literatura, su filosofía, su tecnología, su política, su ideología y su moral. Pero nada sale de nuestros propios cerebros, todo lo vamos mordisqueando de donde podemos (y de donde más se nos antoja). Lo peor es que es muy fácil contagiarse; “vamos por una chela”, “hay que saltarnos esta clase”, “prende la tele”, “me gustas mucho, estás muy guapa”, “ya déjalo así, ni se nota”, “para qué te esfuerzas en algo que no te va a dejar dinero” y el clásico “hoy toca perreo intenso” son algunas de las vías de infección más comunes. Por suerte, existen muchas armas para combatir esta plaga, yo propongo tres: la poesía, la literatura y la filosofía.

Por supuesto, una guerra contra un mundo zombie no es fácil. Es un camino solitario y de constantes frustraciones —sólo hay que imaginarse a uno mismo como el último sobreviviente en un escenario apocalíptico. También existen varios peligros a los que se arriesga uno al emprender tal batalla; se corre el riesgo de perder amigos en el camino, de sentirse impotente ante la calamidad, de caer en abismos interminables, de ser perseguido (cazado) por una horda de zombies cabezas-huecas. ¡Pero lo vale, en serio lo vale! Qué habría sido de la especie humana si Newton se hubiera dejado vencer por los descerebrados; qué sería de nosotros si Sócrates hubiese sucumbido ante el contagio de los putrefactos; qué de nos sin guerreros tales como Dante, Einstein, Tolstoi, Marx, Jobs, Lamarck, Cervantes, Sófocles, Da Vinci, Edison, Borges, Gandhi, Picasso, Shakespeare o Rulfo (entre tantos otros más).

Resistirse a convertirse en zombie y elegir el camino del pensamiento —repito— es una condena casi automática a la soledad. Pensemos en un primer Adán homosapiens que despertó un día y se vio rodeado de zombies australopitecos carentes de facultades mentales; él pensaba y sabía que sus compatriotas no lo hacían, sólo los veía despertar todos los días e ir a la escuela o al trabajo para ganar dinero y pagar impuestos y de vez en cuando darse un gusto extra yéndose al cine o comprándose unos tenis de marca. Ciertamente, este primer Adán pensante se sintió solo al no poder comunicarse con ellos, pues seguían un nivel abajo en la cadena evolutiva. Si ese ser humano que pensó por primera vez en la historia de la especie se hubiera dado por vencido, nada de lo que tenemos (¡nada de lo que somos!) habría jamás existido. Es exactamente igual cada que el universo nos arroja un eslabón evolutivo más avanzado; Platón, Cervantes, Sun Tzu, Rousseau, Hegel, Sartre, Cicerón, Monterroso, Dostoievsky, Pasteur, Vasconcelos, Bolívar, Darwin, Freud, Schopenhauer y Monsiváis (entre muchos otros más) jamás sucumbieron ante la tentación de ser un zombie futbolero, borracho y mujeriego. ¡Y hay que ver hasta donde lograron llegar!

Por eso, debemos tomar la senda del pensamiento aunque sea un camino difícil… ¡Ah, porque pensar no es fácil! A veces uno se queda tumbado en el sillón ‘pensando’ por horas y de pronto alguien dice “ya ponte a hacer algo” como si pensar no fuera hacer algo. Y es que pensar no es, en términos pragmáticos, una actividad rentable; nadie contrata a alguien para pensar, nadie especifica en su tarjeta de presentación “Juan López: Pensador”, porque pensar no es algo que deje dinero. Es por ello que muchos zombies materialistas / capitalistas prefieren no pensar. Lo peor, encima de todo, es que cuando uno sí piensa los zombies en seguida lo quieren contagiar con frases como “ya deja ese libro y vente a jugar”, “ya no pienses tanto y tómate una chela”, “para qué le piensas demasiado, sólo relájate”. (Abriré aquí un paréntesis para hacer una advertencia: cuando un zombie te diga “no lo pienses, sólo hazlo” te está tratando de convencer de cambiar la razón y la inteligencia por el acto instintivo de los impulsos. Quien esté realmente convencido de la supremacía intelectual te diría algo como “no importa si lo haces o no, pero piénsalo mucho”.) Pensar, establecido como una cura contra la zombificación, se puede alcanzar —entre otras formas, como ya dije— a través de la poesía, la literatura y la filosofía.

 

Kobda Rocha

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Las goteras encomiables

Dos de las bellezas que la creación ha puesto en el universo sobrepasan los límites de lo sublime: el intelecto humano y el agua. La primera encuentra su cúspide en la metacognición; darnos cuenta de que nos damos cuenta, ése es el pináculo del pensamiento. La segunda, por su parte, es maravillosa en todas sus manifestaciones, desde los inmensos océanos hasta el vaso medio lleno.

Es indiscutible su magnificencia. El porcentaje de agua en el planeta y el porcentaje de agua en nuestro cuerpo son ejemplos claros de su potestad. Metafóricamente, la danza de los maremotos, como el llanto expelido por los amantes en el éxtasis de la pasión a mitad del oleaje sexual, sucedido por la calma lacustre bajo las sábanas, es la antropofanía de nuestra razón. Por ponerlo en forma de mito teológico, el agua es dios, único elemento creador de vida. Hace falta salir desnudo en un día lluvioso para sentir el flujo de gloria sobre nuestro cuerpo. Cada gota de lluvia es un ángel caído del cielo. No hay mayor fruición que extender los brazos y levantar el rostro para empaparse de beldad, dejarse bañar por el bautismo de las nubes.

No sólo de agua se forman las lluvias, sino también de ideas. Lamentablemente, todo el mundo se abriga y se enclaustra bajo techo en días lluviosos. Si han de salir, lo hacen con impermeable, paraguas y prodigando marquesinas. Lo seco se ha convertido en un santuario hermético y moroso. No dejan a los niños salir a jugar bajo la lluvia. Nadie se quiere mojar; algunos ignaros e ingenuos porque temen enfermarse, y otros más necios simplemente porque les resulta molesto.

Así, andamos por la vida desvalorando lo mejor que de ella acaece: la pluvial perfección atmosférica del planeta y nuestra propia capacidad de llover.

 

Kobda Rocha

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La derrota del aguador

Hay gente que tiene el pensamiento incoloro, inodoro e insípido. Es cierto, y además son muchos. A lo largo, ancho y profundo de este planeta, hay gente cuyo pensamiento es como el agua: simple.

Ándate con cuidado al toparte con gente de esa calaña. Son garrafones enamoradizos, amables, futboleros, parranderos, optimistas, envidiosos, chambeadores, responsables, traicioneros, hay de todo, hasta literatos y lectores. No importa la cantimplora, el pensamiento que contiene es lo importante.

Las más veces, van por el camino derramando todo el cántaro. ¡Ojo! Cuanto más purificada está su agua, más transparente y aburrida se vuelve. Ten cuidado de no mojarte tanto, porque ellos querrán bañarte como en sábado de gloria; no les basta una salpicadita.

Aún peor ―y, además, inútil― es tratar de echarle saborizante a sus garrafas, porque son necios empecinados en que el pensamiento simple es más saludable aun que el mejor licor de la cava. Lo que es más, siempre ¡siempre! están tratando, incansablemente, de rebajar tu pensamiento con su agua ligera, pura, limpia y de manantial.

El colmo de todo esto es que muchos ni siquiera llevan el pensamiento tan límpido e inmaculado como presumen, nomás van rellenando el cerebro con esa agua puerca de la llave, y ―según ellos para que no les haga tanto daño― le echan gotitas desinfectantes.

Si tú piensas con refresco, leche, detergente, mezcal (aun el de Tonayán), jerez, tepache, café de olla, jugo de naranja, ponche, cloro, pulque, tequila, gasolina, veneno o lo que sea, aunque te lleve a la muerte ―y aunque esa muerte sea la más hórrida y errada― ¡alégrate! y agradece haber tenido la oportunidad y, sobre todo, la convicción (y, por qué no, hasta las agallas) de haber probado algo más.

 

Kobda Rocha

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(Votos: 2 Promedio: 3)

Doom 2

Esencialmente, el Doom se compone de una contraparte vocal melódica femenina (dulce, soprano, armónico) y el gutural masculino (bestial, agresivo, caótico). Es una tradición esperada, es algo innato del género, es casi natural del mismo. Sin embargo, hay algunos rebeldes que se resisten a este precepto y logran hacer un Doom total y puro sin necesidad alguna de ese contraste, se limitan a la voz masculina, aunque no necesariamente a lo gutural, sino que una misma garganta abarca distintos registros para llenar el hueco que deja la ausencia del ente femenino. Aquí un puñado de ejemplos.

  1. My Dying Bride, considerados de pronto los padres del género, los iniciadores o, acaso, los antecedentes de esta premisa musical. Han logrado mantener a lo largo de su carrera una ambientación perfecta dentro del Doom con esas múltiples voces que logra conjurar Aaron Stainthorpe. Como algo específico, recomiendo el sublime álbum del 2004 titulado Songs of darkness, words of light.
  2. Virgin Black, otra gran banda con una propuesta magnífica a una voz. Su sentido es también oscuro, hosco y profundo como el de My Dying Bride, con la diferencia que la garganta de Rowan London es un tanto más melódica que la de Stainthorpe, quien es más doloso y desgarrador. Hay que escuchar Sombre Romantic para notar la fuerza, la magnanimidad y la supremacía de la virgen nocturna.
  3. El momento ha llegado… Dark Lunacy. Aquí es donde el Doom marca su línea ante el metal en general, y sobre todo pegándole al Death Metal. Los arreglos orquestrales de Enomys le dan la esencia Doom a estas composiciones que bien podrían ser catalogadas como Death sin recriminación alguna. Además, aquí no es total la ausencia de la multiplicidad de voces, pues su sonido estpa complementado de coristas ocasionales, tanto masculinos como femeninos. No obstante, es notorio que sólo es un acompañamiento vocal y no una participación principal, la cual se le reserva a la emotividad y los gritos de Mike Lunacy. Escúchese Devoid, su obra maestra, como prueba de todo lo anterior.
  4. Finalmente, y para no abandonar por completo la controversia, se encuentra Moonspell. Ésta es una banda que también ha sido encajada en muchos otros géneros, y es que además ellos mismos han navegado por muchos y muy variados sonidos que se alejan demasiado entre sí. Pero si habremos de considerarlos como Doom, al menos por su ópera prima Wolfheart, veremos que Fernando Ribeiro puede solucionar todas las exigencias vocales que solicita el género por sí solo. Que se sienta el corazón de lupus y a subir el volumen que sólo así podremos llegar a la verdad.

Kobda Rocha

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(Votos: 61 Promedio: 1.2)

Doom 1

Para los no totalmente metaleros y los no totalmente góticos, es extraño que el gótico no sea un subgénero del metal; por supuesto, tampoco lo es el dark ni otros géneros por el estilo. De hecho, es más fácil que se llegue a relacionar el punk o incluso hasta el pop, el hip hop, swing y otros tantos (como en el new metal, el shoe gaze, o lo que hace DSO por ejemplo). Pero lo vampiresco, lo negro, lo nocturno, eso suele ser apartado a una clasificación diferente, como si de otra corriente musical se tratara. No voy aquí a tratar de descifrar esta situación; sólo me limitaré a repasar un poco el género (o subgénero, ya ni sé) que de alguna forma logra empatar al metal con el gótico: hablo por supuesto del Doom.

  1. Necesariamente, la primer mención debe ser dedicada a Theatre of Tragedy, pues fue esta banda quien encarnó todo el concepto heredado de la contrastante empatía entre la luz y la oscuridad, la bella y la bestia, lo femenino y lo masculino, lo soprano y lo gutural, Liv Kristine y Raymond Rohonyl. Prueba de ello son sus primeros dos álbumes, y en realidad los únicos dos que hacen verdadero honor a la esencia del teatro de la tragedia (con perdón del sublime Ægis). No es una guerra de contrarios; es una comunión de distopías.
  2. A pesar de los caminos por los que se han tornado los integrantes de Haggard, en algún momento hicieron maravillas musicales, tales como And thou shalt trust… the seer. ¡Magnífica obra de arte! Un toque sinfónico, medio folk, un tanto operístico, a ratos pagano, también tirándole a la cámara, pero todo mezclado en la porción exacta para crear un álbum exquisito y digno de ser la segunda mención en cualquier lista que pretenda revisar los anales del Doom.
  3. Ahora llega el turno del talento mexicano. Eidyllion logra en Gymnopaidia del Leteo un sonido internacional increíble, indetectable. Un Doom tan perfectamente bien construido que no presenta necesidad alguna de integrar guitarras en su sonido y aún así no deja de ser agresivo, metaloso, potente, fúrico y desgarrador. Uno de los mejor discos de Doom que puedan ser escuchados, construido con una maestría musical de conservatorio y un sentimiento nacido del abismo oscuro del averno catacúmbico.
  4. La lista no se acaba, ¡y qué bueno!, pero por ahora sólo habremos de mencionar a los cuatro más esenciales en el oído personal de quien aquí suscribe. Por lo cual, el cuarto, y el que dejará la puerta abierta para la segunda parte de esta digresión, es Within Temptation. Sharon den Adel es sin duda una de las vocalistas femeninas más espléndidas del Doom… aunque después se creyó estrella del pop, luego del emo y hasta se quizo hacer la gorda de la ópera. Pero sin meternos con esos tropiezos, y teniendo en cuenta que su verdadero lugar se encuentra en ese único disco Doom titulado Enter (el primero y el último que valió la pena), Sharon logró distintos momentos vocales supremos: de pronto parece una niña asustada, de pronto una dama portentosa, luego una virgen cautiva, también una guerrera temeraria, en fin, parece que su garganta no tiene límites… y claro, compositivamente, musicalmente, este álbum es una chuladísima que nadie debería perder la oportunidad de escuchar.

Kobda Rocha

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(Votos: 81 Promedio: 1.2)

Top song endings

Una canción, mejor dicho, una buena canción, es un éxtasis auditivo. Es claro que la posición de una canción dentro de un álbum es muy importante, esto puede aumentar o disminuir la intensidad emotiva de la canción; sin embargo, las buenas canciones también deben poder funcionar por sí solas, independientemente de su disco y su concepto integral dentro de una obra mayor de un cantante o banda. Lo que es más, hay canciones que solitas te llevan por un mar de orgasmos auditivos en diferentes momentos (el intro, el solo, el intermedio, etcétera). En la digresión de hoy, haré mención de algunas canciones con los mejores finales que han pasado por mi rocola personal.

  1. Invocation of the Continual One de Morbid Angel. Comienzo con esta banda porque el final de esta gran pieza es prácticamente una canción completa. Su duración es de casi diez minutos, y los últimos cuatro minutos son (repito) un salto melódico completo. Al minuto 5:20 hay un corte total, se detiene la música hasta el punto del silencio. Cuando entra de nuevo la instrumentación, lo hace con un cambio de compas, de tempo, de tono, de todo. La velocidad es distinta, el motivo es otro y hasta el tono ha variado indiscutiblemente. Y sin embargo, sigue siendo la misma canción y complementa la obra con un cierre exquisito. Además, todo esto sucede con una invocación en lengua hebrea y un solo de los mil diablos. ¡Una chulada de rola!
  2. Deliverance de Opeth. Ésta es una canción que tiene una cantidad insospechada de cambios rítmicos y melódicos. De pronto es muy acústico, luego muy agresivo, muy rápido y después lento, guturales, voces limpias, solos y adornos por aquí y por allá. En fin, algo en lo que esta banda se ha especializado magistralmente. Esta canción, que es un buen resumen del trabajo conjunto de Opeth, tiene además un final impresionante. Un ritmo único contrapuesto entre sí: mientras la línea rítmica es pausada, grave y lenta, la línea melódica es veloz, aguda y continua; luego viene el sentido inverso y los roles van y vienen continuamente. Un final con un mismo ritmo de tres minutos que no cansa, no aburre, y al término uno quiere más y más.
  3. Frozen Memory de Dark Lunacy. Otro final que bien podría ser una canción completa. Justo a la mitad del track comienza lo que uno, ingenuo en su primera escucha, interpreta como el intermedio de la canción. Pero la sorpresa es que ya es el final. Un vuelco de lo agresivo, rápido y oscuro a lo pasivo, armónico y complejo. Comienza un ensamble coral de voces femeninas al cual se le suma eventualmente la presencia de la voz masculina, en susurros, gritos, guturales y todo cuanto ha sido ingeniado para reforzar esta gran pieza. Es un contrapunto bellísimo aunado a una progresión sonora tan bien compuesta, ensamblada y ejecutada que uno simplemente agradece estar vivo para poder escuchar tal magnificencia.
  4. Apology for Pathology de Haemorrhage. El último track del disco homónimo a esta canción. El género de esta banda es de esos demasiado acelerados, llenos de brutalidad; pero esta última canción baja sus niveles de velocidad aunque no por ello deja de ser feroz. Y al final de la canción, cuando parece que ya todo terminó, comienza una revisión del soundtrack de NekRomantik. No sólo la adaptación musical es pertinente y acertada, sino también la intención. Esa imagen que automáticamente viene a la mente del necrófilo masturbándose mientras se apuñala a sí mismo; el semen y la sangre brotan incontrolablemente a la par, confundiéndose el uno con la otra; luego, la eyaculación y el suicidio llegan a su respectivo final; la muerte y el orgasmo han llegado juntos. Así es este gran final de esta gran canción de este gran disco de esta gran banda.
  5. The Satanist de Behemoth. Una obra maestra de principio a fin. El final tan catártico sólo es comparable con el intro tan impactante. Los tonos generales de la canción son la representación perfecta de los sonidos luciferinos más altivos. La filosofía lírica, la fuerza vocal, la firmeza instrumental, todo está puesto en el lugar exacto para formar una pieza digna de honores y alabanzas. Y aún hay más, porque el final es tremendamente desgarrador e inclemente. Primero, el grito develador “I am the great rebellion!”. Después, el solo… uno que no tiene descripción, debe ser escuchado y punto final.
  6. Alegoría de Ultratumba. Esta banda es una de esas pocas que no han cometido un solo error en toda su carrera, tiene acierto tras acierto en cada álbum nuevo que componen. Liderado por Lorenzo Partida, este súper grupo ha sido sede de grandes músicos, tales como Víctor Baldovinos, Alejandro González, Iván Ramírez, Antonio Tenorio, Arturo Huizar, Ricardo III, Sergio Burgos, Juan Partida, Javier Partida, Julio Márquez y Gerardo Lugo. En esta canción se demuestra a toda magnitud la calidad de estos grandes talentos mejicanos. El recorrido es maravilloso desde los primeros segundos del track, la letra profunda y poética como siempre a manos de Lorenzo Partida y la música explotando el talento de todos los involucrados. Al llegar al final uno ya está satisfecho con el gran trabajo musical que tuvieron a bien desarrollar estas grandes personalidades; y, sin embargo, no ha terminado aún, ellos ponen en decreto que tienen mucho más que ofrecer y lanzan un solo sobre una alteración del tempo y el compás seguido de una reordenación del coro, además de una aparición totalmente inesperada del barítono Roberto Ramírez, lo cual agrega el ingrediente final para esta gran obra maestra.
  7. Hasta que te conocí de Juan Gabriel. Éste es el pilón. Nomás pa que vean que se debe ser ecléctico. Y es que ¿quién no se emociona con el final tan estruendoso, tan lleno de emoción y sentimiento? Después de una intensidad lírica y vocal por parte del divo, llegan las trompetas casi como caídas del cielo anunciando el apocalipsis. Baile, llanto, emoción y mariachi. ¡Quién me va a decir que no es un final digno de esta lista!

Kobda Rocha

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(Votos: 31 Promedio: 1.3)

Tela de araña

Creer sospechas y negar verdades es lo que llaman en el mundo ausencia, fuego en el alma, y en la vida infierno.

Lope de Vega

Toda mi vida ha estado llena de mentiras. Todo el mundo me ha engañado siempre. Tanto se me ha mentido que al día de hoy difícilmente logro distinguir entre la verdad y la falsía.

Mis padres me dijeron que yo era un niño especial, que era único, que era el mejor hijo que pudieran haber tenido, que estaba destinado a la grandeza, que mi felicidad era su felicidad, que yo podría lograr cualquier cosa que me propusiera, que ellos estarían allí siempre que los necesitara, que yo iba a realizar todos mis sueños. Mis padres fueron mis primeros grandes falsarios. Alimentaban mis expectativas de vida con mentiras utópicas, no he logrado descifrar para qué.

Mis maestros me dijeron que todos somos iguales, que yo tenía las mismas oportunidades que cualquiera, que no debía importarme el dinero ni la clase social, que estudiar me llevaría a hacer grandes cosas, que la escuela era un recinto sagrado, que el conocimiento y la sabiduría eran la mejor arma contra un mundo despiadado, que yo llegaría lejos si me esforzaba lo suficiente. ¡Oh, grandes embusteros, cuánto se burlaron de este pequeño idiota que creyó sus mentiras!

Mi gobierno me dijo que existía la justicia, que la ley me protegía, que no estaba solo, que le importaba mi bienestar, que lo apoyara porque él me apoyaba, que mi bandera era un símbolo de grandeza y solidaridad, que muriera protegiendo sus intereses, que era un honor ser mejicano, que era un orgullo ser mejicano, que méjico se escribía con letra capital y x intervocálica. Qué ingenuo he sido. Todos se han aprovechado de mi entrega, de mi fe. Soy el crédulo más ridículo que se ha visto desde el muro de Berlín.

Mi novia me dijo que me quería. Mi segunda novia me dijo que me amaba. Mi tercera novia me dijo que siempre estaríamos juntos. Mi cuarta novia me dijo que quería vivir y morir a mi lado. Mi quinta novia me dijo que yo era el indicado. Mi sexta novia me dijo que moriría si no estábamos juntos para siempre. Mi séptima novia me dijo que lo nuestro sí era amor verdadero. Mi exesposa me dijo que ésa era una unión hasta la muerte. Mi segunda exesposa me dijo que estaríamos siempre juntos por el bien de nuestro hijo. Mi amante me dijo que sólo íbamos a tener sexo sin que eso afectara nuestras vidas. ¡Todo fue mentira! …y yo, quedando como tonto, me lo creí.

Mis amigos resultaron impostores. Mis hijos resultaron espurios. Mis ideales, falsos. Mis convicciones, ficticias. Mis esperanzas, irreales. Yo mismo parezco engañarme a mí mismo.

¿Alguien recuerda cuando creyó odiar a su hermano por burlarse de sí? ¿Alguien recuerda cuando creyó que moriría porque acababa de fallecer su padre? ¿Alguien recuerda cuando creyó que no se volvería a enamorar perdidamente de otra persona de nuevo? ¿Alguien recuerda cuando creyó que la policía le iba a salvar la vida? ¿Alguien recuerda cuando creyó que el dinero no era la felicidad? ¿Alguien recuerda cuando haber creído en Dios? ¿Alguien recuerda cuando creyó que, en el fondo de su corazón, la gente era buena? ¿Alguien recuerda cuando creyó que tener un hijo salvaría su matrimonio? ¿Alguien recuerda cuando creyó que ir a la universidad lo convertiría en mejor persona? ¿Alguien recuerda cuando creyó que el sexo era el mayor placer del mundo? ¿Alguien recuerda cuando creyó que ese cáncer se curaría con un buen tratamiento? ¿Alguien recuerda cuando creyó que era el mejor en lo que hacía? ¿Alguien recuerda cuando creyó que esos juguetes los habían traído los reyes magos? ¿Alguien recuerda cuando se sintió muy muy feliz? Ahora, varios años después, nos damos cuenta de que nada fue verdad. ¿Ya notaron que yo no soy el único que ha vivido engañado toda la vida?

 

Kobda Rocha

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Territorio de sueños no cumplidos

«El silencio es un pez que ha mordido el anzuelo,
una mariposa herida,
un pájaro al que un depredador amigo le ha robado los polluelos de su nido.»

El silencio es una medida defensiva en contra del prójimo y sus herramientas bélicas, porque hablar es exponerse, mostrar ideas y sentires, entregarse abierta y plenamente a cualquiera que sepa escuchar con atención.

«Yo te nombro en el agua y en la tarde,
en cada rincón de nuestra casa
porque los silencios no tienen edad.»

Lilitt Tagle deposita tal intensidad en sus poemas que se antoja verla vivir, rendirse a sus piés y entregarle sangre y neuronas por igual. Lilitt se crea de una frágil estructura que escudriña entre los abismos intocables de la existencia y la penumbra inextinguible que sobrevive al natural filtro lumínico de los árboles. Fatalidad sustentable aun con tres indómitas sentencias:

1. En mis versos llevo la semilla de las cosas que viven solas.
2. Mi tallo, ahora vacío, es un volar de palomas buscando dónde hacer su nido.
3. Entre tu cuerpo y Dios, prefiero la amargura del instante de perderte: última risa intrascendente.

Komorebi es una resistencia al silencio, una declaración de letras y, por consiguiente, un ofrecimiento contundente de vida. «Tú recibes en esta entrega las luces de mi cuerpo y el pequeño fervor de todas las veces que fui virgen.»

Si consideramos que la literatura no tiene más destinatario que un lector ideal posible, entonces automáticamente uno desearía ser ese hombre de naipes, ese amante entendido que sabe escuchar, comprender e interpretar cada palabra y cada silencio.

La autora es directa, sincera, pasional, cuando escribe «He perdido todo para ser amada: la virtud, la transparencia, la inmaculada imagen de mí misma» o cuando confiesa «Rompo la isla, mi albedrío, y presumo de inocencia cuando, en verdad, soy cómplice entusiasta de tu ego». No hay hombre en esta tierra que pudiese resistir las ansias de palpitar al ritmo de sus versos. Qué promesa, advertencia acaso, resultaría más sensual que ésta: «Desataré tu risa, cambiaré el matiz de tus sentires, la ecuación de la edad será otra.»

Es importante mencionar que el fuego encendido por Tagle no es un incendio pasional que arrasa bosques y ciudades por igual; es, en cambio, una fogata controlada, madura, que arde y calienta pero también disminuye a voluntad; es un fuego donde se pueden asar bombones o quemar brujas según las exigencias de la autora en cada poema. El ánima de Lilitt Tagle se opone rotundamente al desenfreno juvenil de amores veloces y fugaces.

«Ámame sin prisas y con la mayor calma
enredada en la misma copla donde escribes los «te quiero».
Ámame a puerta cerrada, a cielo abierto.
Desabrocha mi vestido y tarda en ello
un infinito… un bosque… una estrella…»

Komorebi es una lección de amor, de espera y belleza.

«Siempre te espero, amor,
porque de no hacerlo
sólo esperaría la muerte.»

Me queda claro que yo no puedo esperar ser abrasado por las flamas de Lilitt. Arder entre sus llamas quizá no sea mi destino, pero puedo avivar el fuego en cualquier momento a través de sus versos, pues, como ella misma lo expresa, «lo profundo es menester abrirlo por la fuerza».

 

Kobda Rocha

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Parásito Rastrero

Es momento de revelar el misterio de dios y explicar el origen de la miseria humana. Para entenderlo adecuadamente, es necesario abrir bien los ojos y desempolvar la mente de tantos prejuicios y obstinaciones. Cabe la pregunta: ¿por qué el obsequio del padre es el padre mismo? ¿Será, acaso, que no tiene nada qué ofrecer más que su propia existencia?

Su mano es un cuchillo que rebana nuestros corazones, provoca un dolor que ni mil generaciones de hombres buenos podrían soportar. Nos ha traicionado al culparnos por haber encontrado en su mirada nuestra larga agonía cuando él se esconde entre las sombras como una pantera acechando a su presa. Insensible y despiadado, permite la muerte, la tristeza y el dolor. En cada persona ha germinado un extenso océano de lágrimas. Tanta devastación no encontrará paz en la tierra ni en el cielo porque más allá de las nubes sólo habita la mentira. ¡Desclava la espina hendida en el corazón!

Degradación sistemática, laberinto de cenizas. Es culpable de habernos creado como una especie enferma, de barro y lodo, de carne y hueso, de crimen y horror. La amargura de su alma ha provocado que su frágil creación acepte sus mentiras como verdades y espere feliz el momento de su muerte. No hay sabiduría ni arrepentimiento que heredar de él, sólo un paraíso lleno de excremento donde podremos vivir eternamente como parásitos rastreros moldeados a su imagen y semejanza.

Tú eres el enfermo, eres un gusano. Posees el corazón más penumbroso que haya existido. Posaste sobre el mundo maldad y sufrimiento. Y tus hijos, tu creación desolada, finalmente están cansados de ti.

La sabiduría se le ha agotado, su bondad de a poco se va extinguiendo. Ahora es un simple parásito rastrero alimentándose de nuestra putrefacción.

 

Kobda Rocha

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