La Renga – Esquivando Charcos (1991)

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Puntaje del Disco: 7

  1. Somos los mismos de siempre: 7
  2. Moscas verdes, para el charlatán: 6
  3. Embrolos, fatos y paquetes: 6.5
  4. Luciendo mi saquito blusero: 6.5
  5. Voy a bailar a la nave del olvido: 8
  6. Buseca y vino tinto: 6.5
  7. El juicio del ganso: 7
  8. Negra es mi alma, negro es mi corazón: 6
  9. Blues de Bolivia: 7.5

En medio de los festejos de fin del año 1988, en el barrio porteño de Mataderos, el futuro hiperinflacionario 1989 vería nacer a una de las bandas más destacadas de la década de los noventa en la Argentina. La Renga se componía de Gustavo “Chizzo” Nápoli, Raúl “Locura” Dilelio, Jorge “Tanque” Iglesias y su hermano Gabriel “Tete”, quienes dieron sus primeros pasos en el underground de Buenos Aires con presentaciones en las que versionaban temas de Creedence, Vox Dei y Manal.

En 1991 la banda grabó su primer disco, “Esquivando Charcos”, o mejor dicho, su primer cassette, ya que fueron los mismos integrantes quienes se encargaron de distribuirlos entre su gente. Un total de mil copias fueron repartidas entre los afortunados seguidores que hoy cuentan con una verdadera reliquia entre los fanáticos “rengueros”. En 1998 la discográfica PolyGram reeditó el álbum para que cada vez más gente siga descubriendo los sonidos de Chizo y compañía.

“Esquivando Charcos” es un entretenido disco de rock de garage en el que a través de sólidas bases de guitarras y batería, queda plasmado el estilo bien callejero del grupo. Las letras expresan, con un lenguaje coloquial y sin vulgaridades, las vivencias de barrio de este grupo de amigos que sólo querían hacer buena música (“Somos los mismos de siempre”). Rescato los buenos riffs como en “Embolos, fatos y paquetes”, la voz del cantante que siendo muy joven, todavía no había desarrollado esa ronquera que lo caracterizaría más adelante.

Después de los primeros cuatro temas a puro rock casi bailable, el disco baja la intensidad con el temazo “Voy a bailar a la nave del olvido” que sonaría mejor aún en vivo en próximos discos. Seguido, “Buseca y vino tinto”, volviendo al ritmo de los temas anteriores, invita no sólo a rockear sino también a “morfar”.  Por último el disco cierra con “Blues de Bolivia”, el otro destacado, en el que tomando el estilo blusero, la letra incita a recorrer los terrenos del hermano país y si la ley no lo advierte, conseguir algunas dosis de cocaína y marihuana.

Piro

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