2001: A Space Odyssey

2001 A Space Odyssey

Puntaje de la Película: 

 

  • Año: 1968
  • Género: Ciencia Ficción
  • Director: Stanley Kubrick
  • Reparto: Keir Dullea, Gary Lockwood, Leonard Rossiter, Douglas Rain

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En esas épocas fue cuando Kubrick contactó al escritor de ciencia ficción Arthur C. Clarke, con el fin de adaptar su novela corta “El Centinela”. Aunque la sociedad no duraría mucho (Clarke, retirado a Sri Lanka, se alejaría de Kubrick, cansado de su personalidad arrogante), entre ambos pulieron una de las mejores producciones de cine de la historia, una amalgama de la ciencia ficción: 2001 Odisea del Espacio. Película suprema que levantó enormemente un género que venía muy decaído, puso un antes y un después, no en el género únicamente, en el cine en su conjunto.

2001 Odisea del Espacio contiene un gran número de elementos que combinados hicieron de ella una obra maestra, disfrutada hasta las lágrimas por muchísima gente, y que quedó marcada a fuego en la historia del séptimo arte. La película destaca enormemente por sus múltiples interpretaciones, su surrealismo, su exactitud científica, sus efectos especiales, su bellísima banda sonora y el casi nulo uso de diálogo. En dos horas y media de vals visual, mediante hermosas imágenes y notas musicales se plantean cuestiones como la evolución humana, la inteligencia artificial, la vida extraterrestre y los alcances de la tecnología.

Cronológicamente, la película consta de cuatro actos (como si fuese una obra teatral), de los cuales únicamente el segundo no se anuncia con un título superimpuesto en pantalla. En el primero, “El amanecer del hombre”, vemos a un grupo de monos conviviendo en una planicie desolada, antes de la aparición del ser humano. Un día encuentran un monolito, un rectángulo negro inerte, reaccionando al principio con temor, para luego estar más tranquilos. Luego de que uno de ellos, “Moonwatcher”, lo toca, aprende a usar huesos de animales muertos como herramienta y arma, para matar presas y alimentarse. Este mono mata al líder de la manada por el control de un charco, y en una imagen hoy icónica lanza el hueso al cielo, el cual se “transforma” en una estación espacial, saltando la historia millones de años al futuro.

Ahora, en el año 1999, el doctor Heywood Floyd se dirige a la base lunar Clavio, donde tiene una reunión con científicos norteamericanos y soviéticos, quiénes debaten sobre un extraño suceso ocurrido allí, y la sospecha de una posible epidemia en la base. Más tarde varios astrónomos conocen la misión de ir a la Luna, donde se ha encontrado un monolito similar al que encontraron los monos. Sin embargo, cuando llegan a él, éste emite un pitido que ensordece a los astronautas.

El tercer acto se desarrolla en el año 2001. La nave Discovery se dirige a Júpiter, y a bordo viajan los astronautas David Bowman (Dullea), Frank Poole (Lockwood), tres astronautas en hibernación y una supercomputadora que controla la nave, HAL 9000 (voz aportada por Douglas Rain). Aunque las computadoras HAL 9000 tienen una hoja de servicios intachable, con capacidad de inteligencia artificial, durante el viaje HAL reporta la falla de una pieza de comunicaciones, pero cuando Bowman y Poole la examinan, ésta parece funcionar bien. Para cerciorarse envían un reporte a la tierra, donde la supuesta falla es analizada por una computadora HAL 9000 en la tierra, la cual comunica que efectivamente la pieza en cuestión anda bien, lo cual pone en entredicho la confiabilidad de la HAL 9000 de a bordo, la cual evade responsabilidades.

Esto sumado a preguntas algo indiscretas sobre la naturaleza de la misión, hace que Bowman y Poole sospechen de la idoneidad de HAL. Cuando ambos salen en cápsulas a reemplazar la pieza al espacio exterior, HAL, que ha descubierto los planes de Bowman y Poole para desconectarla, asesina a Poole cortando su suministro de oxígeno y lanzándolo al vacío espacial, además de suprimir las funciones vitales de los astrónomos hibernados. Bowman discute con HAL, quién asegura que no permitirá que la acción de los humanos ponga en peligro la misión, por lo que se arriesga (ya que olvidó su casco) a entrar a la Discovery de nuevo y desactivarla. Una vez logrado esto, Bowman conoce por una grabación (que solo podía divulgarse a los tripulantes una vez alcanzado Júpiter, y que únicamente HAL conocía), que la misión consiste en averiguar en Júpiter la aparición de otro monolito, similar al encontrado en la Luna. Bowman prosigue la misión en solitario, pero al llegar a Júpiter algo inesperado sucede…

Muy poco después del exitoso estreno de “Dr. Strangelove”, y ya armada la asociación con Clarke, Kubrick se lanza a la realización de su obra maestra. Corre el año 1965 y la MGM da libertad de tiempo y presupuesto a Kubrick para su trabajo. Meticuloso como él solo, Stanley durante ese tiempo devora todo material de ciencia ficción a su alcance: películas anteriores, novelas, diarios y revistas, gacetillas de noticias, divulgaciones, programas, etc. Luego de la intensa preparación llegó el rodaje; hasta 1967 se grabaron las escenas con los actores, y luego (ya sabiendo que la fecha planeada para estrenar se pasaría largamente) comenzó la preparación de los efectos especiales, que llevaría otro año en hacerse.

Para ello Kubrick convoca al entonces novato Douglas Trumbull, quién haría los mejores efectos para la película, entre ellos la famosa escena de la “puerta espacial”. Una enorme centrifugadora hecha a pedido a la Westinghouse haría de cápsula rotatoria para simular la gravedad artificial en las naves; este aparato sería el más costoso de todo el set. Un curioso detalle es que al momento de hacerse la película el humano no conocía como se veía la tierra del espacio (hasta la misión Apolo 11 en 1969, el momento en el que el hombre pondría pie en la Luna por primera vez), y Kubrick debió imaginarselo.

La música estaba inicialmente a cargo del conocido compositor Alex North, contratado por la MGM. Sin embargo, una vez que North finalizó con la banda sonora Kubrick la descartó para armarla él mismo pero a partir de composiciones ya hechas, combinando música clásica y valses (“El Danubio azul” de Strauss, y “Así habló Zaratustra”) con composiciones modernas de Gyorgy Ligeti.

En abril de 1968 se estrena la película. Kubrick, después de tamaño esfuerzo, esperaba con impaciencia una buena recepción de público y crítica. Pero al principio las cosas no fueron fáciles. Los críticos destrozaron la película, la tachaban de aburrida, sin sentido, surrealista, confusa, oscura. La gente (sobre todo los mayores) abandonaba las salas de cine. El actor Rock Hudson exclamó al salir de una de las salas, “¿Qué carajo significa esto?”. Kubrick estaba muy golpeado, pero al poco tiempo la cosa cambió. El público joven vió la película con otros ojos. Se sentaban en las primeras filas a deleitarse con el espectáculo visual que Kubrick les ofrecía, aplaudían a rabiar. Y de a poco la reprobación cambió por aclamación.

El tiempo le hizo justicia: los críticos cambiaron su parecer y elogiaron la película más y más. Al día de hoy es considerada un hito del cine, una de las mejores obras jamás hechas. Su influencia al día de hoy es enorme e incalculable. No solo encantaba a mucha gente, sino que inspiraba a la gente a hacer cine. Despertaba nuevas sensaciones en las personas, los llevaba a una orgía de felicidad y disfrute. ¿No me creen? Vean algunas palabras referidas a “Odisea”.

George Lucas aseguró que 2001 era la película final de ciencia ficción, y que sería imposible superarla en el futuro. Spielberg y Ridley Scott se manifestarían en igual manera, poniendo a la misma en la cima del género, un hito que habría que superar en los años venideros. Federico Fellini mandó a Kubrick un largo telegrama lleno de felicitaciones. Franco Zeffirelli, el astronauta Alexei Leonov, Neil Armstrong, David Bowie, Mick Jagger, Richard Lester, Roman Polanski, llenaron la película de elogios. James Cameron admitió que fue 2001 la película que lo convenció de dedicarse a ser director de cine. John Lennon la veía todas las semanas y dijo que había que pasarla todos los días en las iglesias. Charlie Chaplin lloró al verla en Londres, maravillado por la belleza de sus imágenes.

Un detalle final: si ven el último capítulo de la película, “Júpiter y mas allá del infinito”, superpuesto al tema “Echoes” de Pink Floyd, notarán que imagen y música se acoplan perfectamente. Los miembros de la banda siempre dijeron que ello se debía a una coincidencia. Casualmente Kubrick intentó convencerlos de componer la banda sonora de la película, pero se negaron (Roger Waters admitió más tarde que se arrepientieron de ello).

En esta película Kubrick ganaría su único Óscar propio, ni siquiera a Mejor película o Mejor director, solo a Mejores efectos especiales. Una prueba del destrato de Hollywood a uno de los mejores directores de cine de la historia.

Gustavo

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