Tool – Lateralus (2001)

Tool - Lateralus (2001)

Puntaje del Disco: 10

  1. The Grudge: 9
  2. Eon Blue Apocalypse:
  3. Patient: 8
  4. Mantra:
  5. Schism: 10
  6. Parabol:
  7. Parabola: 9
  8. Ticks & Leeches: 9
  9. Lateralus: 10
  10. Disposition: 8,5
  11. Reflection: 8,5
  12. Triad: 8
  13. Faap De Oiad:

Es cierto que la música no se comprende, sino que se siente, en eso, todos estamos de acuerdo con eso. Pero, hay varias preguntas: ¿Es posible hacer comprender a la música?, ¿Es posible que, no solo que se sienta, si no que alcance los límites hacia el más allá?

Y la respuesta es sí, esto, claramente lo deja Lateralus, que sin duda es el mejor disco de Tool.

Estamos ante una obra maestra, el mejor álbum del metal del siglo XXI, y en mi opinión, el segundo mejor álbum de la década de los 2000. Una obra sin precedentes, que va más allá del sentimiento que produce, que va más allá de la música, más allá de los esfuerzos que los integrantes de la banda han podido hacer en toda su vida, y bueno, el resto, se lo dejo a su imaginación.

Hace unos años habrán hecho la crítica de AEnima, que si bien no es el mejor disco de Tool, tampoco se queda atrás, respecto a sus líricas filosóficas y simbólicas, era una emoción espectacular, un disco violento, sacando todo lo de Maynard, aunque, siento que a este le habrá faltado algo, para que la banda haga su máxima expresión. Tuvimos que esperar 5 años para que salga la obra maestra, Lateralus.

Porque es una obra maestra?, sencillamente, la respuesta del álbum esta aquí, si profundizamos el álbum completamente, podremos presenciar que su giro en torno se dirige hacia «La Secuencia de Fibonacci».

¿Que es esto?, bueno, para los que no saben, la «secuencia de Fibonacci», es una secuencia matemática descubierta por el italiano Leonardo de Pisa en el siglo XII, relacionada con el número áureo, y basada en la siguiente regla: de la suma de los dos términos anteriores a un número resulta precisamente dicho número.

Sencillamente, la secuencia sería la siguiente: 0,1,1,2,3,5,8,13… Y para percatarnos de la tremenda importancia de dicha sucesión numérica, basta decir que es ésta sucesión la que rige múltiples fenómenos de la naturaleza (por ejemplo, la disposición de las hojas en el tallo de un árbol).

Tomemos como referencia la canción «Parabol» que, casualidad o no, se haya conectada de forma perfecta con la siguiente pieza, «Parabola». Cabe pensar entonces que se trata de una única composición. Y curiosamente ambas canciones constituyen lo que vendría a ser la mitad del disco y de la espiral, formado por 13 canciones (efectivamente, el número de la sucesión Fibonacci).

Si continuamos la dicha espiral, podremos tener algo parecido a: 6,7,5,8,4,9,13,1,12,2,11,3,10. Si colocamos las canciones en ese orden, no podría ser mejor, transforma al álbum en un excelente álbum de metal, a algo que va más allá, porque las canciones en ese orden, parece que no solo es un álbum cualquiera, sino que parece una sola composición, llena de cosas violentas que luego pasaran a belleza y a relajación, como que si fuera una sola canción de 78 minutos, sin pausas, todo un viaje fumable.

Ni hablemos de la canción «Lateralus» al igual que el álbum, es compleja y también contiene espirales.Todo se inicia con un enigmático punteo de guitarra, que ya ha pasado a los anales de la música moderna. Como si de la gestación de un feto se tratara, el motivo va desarrollándose por encima de un tenue ritmo, que crece y se forma pacientemente, anunciando la venida. Y entonces, se hace la luz: el riff se desata, construido sobre una combinación de compases ternarios que reproducen la sucesión 9-8-7, correspondiente al decimoséptimo paso de la «secuencia Fibonnaci» (el número 987).

En un principio, este riff sólo se nos aparece a modo de presentación, regresando en el estribillo con toda su potencia. Mientras tanto, Tool sigue jugando con la espiral; sin ir más lejos, Maynard comienza a cantar en el minuto 1:37, o lo que es lo mismo, cuando han transcurrido 1,617 minutos, prácticamente la cuantía del número áureo en torno al cual se construye la «secuencia Fibonacci» (1,618).

Pero esto es sólo el comienzo. Si atendemos a los primeros compases de la estrofa, veremos como, de nuevo, Maynard reproduce de forma ascendente y descendente la secuencia hasta el número 13; para ello, debemos contabilizar el número de sílabas en cada fraseo:

Black (1)

then (1)

White are (2)

All I see (3)

In my infancy (5)

red and yellow then came to be (8)

reaching out to me (5)

let me see (3)

A continuación, parte del 13 y desciende por la secuencia:

As below so above and beyond I imagine (13)

drawn beyond the lines of reason (8)

push the envelope (5)

watch it bend (3)

Pero si esto resulta sorprendente, más lo es en la segunda repetición de la estrofa donde, añadiendo nuevas frases (There is so much…) que conectan las partes anteriores, Maynard completa la espiral, recorriéndola, a modo de prestidigitador de las palabras, de arriba a abajo una y otra vez.

A lo largo de todas estas espirales dentro de las mismas, Maynard reflexiona sobre nuestra forma de vida, el potencial del ser humano y su papel en el universo, y nos propone vivir sin reglas ni ataduras, abandonar un mundo lineal, cuadriculado y repetitivo, y romper las reglas, apostando por nuevas experiencias y el continuo desarrollo personal, tal y como sucede en la espiral: un crecimiento numérico sin fin.

Y luego sigue el álbum, un paraíso sin límites, un álbum lleno de sentimientos y mucho más, etc… Ya se pueden imaginar lo que quieran con esta obra maestra, sin duda, nunca he descubierto tantas cosas secretas, ocultas, en un álbum, que a la primera escucha es un álbum normal y corriente, y que luego, cuando se profundiza, es increíble encontrarte con esto.

De los mejores álbumes de la década, 100% Recomendable.

Toto

Tu puntuación
(Votos: 1 Promedio: 5)