Puntaje del Disco: 5
- Twist: 7
- Chi: 7
- Lost: 5
- Swallow: 5
- Porno Creep (instrumental): 7
- Good God: 9
- Mr. Rogers: 1
- K@#Ø%!: 3
- No Place to Hide: 8
- Wicked: 5
- A.D.I.D.A.S.: 7
- Lowrider: 5
- Ass Itch; 4
- Kill You: 7,5
Un proverbio que suele escucharse en el mundillo de la música es el siguiente: «tenés toda una vida para componer tu primer disco, pero sólo dos semanas para componer el segundo». Por ese motivo, los segundos álbumes de muchas bandas suelen pecar de mediocres, especialmente si el primero fue bien recibido.
Este era el panorama al que se enfrentaba KoRn, el quinteto californiano que, casi sin darse cuenta, el cambió la cara al metal a mediados de los 90 y se convirtió en el sonido insigne del resto de la década y parte de la siguiente, cuando el grunge empezaba a seguir el camino de su gurú, Kurt Cobain (irónicamente, fallecido en 1994, año del debut discográfico de KoRn).
Los chicos de Bakersfield, que no habían escrito una sola canción en dos años por haber estado de gira, se juntaron en abril de 1996, otra vez con el productor Ross Robinson, y desplegaron toda la creatividad contenida, aunque el resultado denota que dicha creatividad, al parecer, no era tanta.
Ya de entrada, el disco abre con una por demás extraña «canción» de 49 segundos llamada «Twist», consistente en una vulgar demostración de poder, con Jonathan Davis usando su incomparable scatt a grito pelado, mientras Munky y Head, los guitarristas, machacan sus siete cuerdas y le sacan los ruiditos más irritantes. El viaje continúa por el mismo sendero con «Chi», pero a partir del tercer tema, el ambiente se torna anodino, sin cambios de ritmo, con guitarras de una distorsión amortizada y un Davis que susurra con desgano y grita sólo porque tiene que hacerlo, no porque lo sienta o lo necesite. El panorama no mejorará hasta la excelente «Good God», que recupera la virulencia demostrada en su primer disco, sólo para volver a naufragar inmediatamente después con la soporífera «Mr. Rogers», un bodrio de 5 minutos que no por casualidad jamás se molestaron en tocar en vivo.
A partir de allí, habrá altibajos con algunas buenas canciones («No place to hide» «A.D.I.D.A.S.»), algunas malas («K@#0%!» «Ass Itch») y dos covers de relleno («Wicked» y «Lowrider»), cuya grabación se debe más a la ingesta de alcohol durante las sesiones que a una verdadera intención artística. El tema final, «Kill You», remonta un poco el clima y pretende emular el escalofriante dolor de «Daddy», la épica composición que cerraba el primer disco, aunque sin lograrlo.
Un disco de transición, grabado a las apuradas, casi para cumplir. «No sé qué decir ¿y qué? Me importa una mierda», «Odio escribir boludeces, es tan estúpido, ¿qué me pasa hoy?». Dos líneas que Davis canta a lo largo del disco y demuestran lo poco inspirados que estaban a la hora de hacer Life Is Peachy. Afortunadamente, lo mejor estaba por venir.
Camilo Alves
Buen disco, no me gustó tanto como el primero, pero sí conserva el mismo estilo. Lo mejor estaba por venir, concuerdo contigo.
Saludos
Concuerdo con la reseña.
Efectivamente los segundos discos de las bandas suelen ser «más de lo mismo», digamos, sobras del debut y este de Korn claro que lo es. Más allá de dos o tres singles muy potentes el disco es solo relleno insustancial.
Ahora, eso de que «lo mejor estaba por venir», no se eh? Desde el punto de vista comercial pero realmente cuesta desde acá encontrar un álbum sólido de comienzo a fin en la carrera de Korn.
Saludos!
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