Abluciones desde el nosocomio

 

Insane!
Am I the only motherfucker with a brain?
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La locura, en términos generales, es el estado por excelencia contrapuesto a la razón. Lo razonable es la sensatez, la prudencia circunspecta, la compostura mesurada, la sabiduría y el decoro; lo contrario es, por supuesto, la locura. Los locos, por lo tanto, han sido relegados a la categoría de enfermos [infirmus], en el sentido de ser incapaces de regirse por las leyes universales del actual orbe humano; son ovillados como imbéciles en los confines terminales del mundo: la pobreza, la ignocia y el psiquiátrico.

Desde Erasmo, y tal vez desde Jerónimo (o quizá desde Aristocles), la figura del cuerdo [cordis] ha sido cuestionada a profundidad, poniendo en duda su soberbia soberana. A partir de Adán, el primer homosapiens, la humanidad se ha conducido por vías de la razón, orgullosa de evolucionar a base de su propia mecánica intelectual y remática científica. Sin embargo, aun con todo el desarrollo especiático, el humano vive engullido por un limbo de tristeza, guerra, pena, injusticia, dolor y sufrimiento (eso sin mencionar nuestra larga estupidez). Tal vez la razón no ha sido el mejor sendero.
Es por ello que, el pasado 12 de noviembre del presente año (2018), se convocó el XIX Congreso Internacional de Filosofía, donde se planteó —y se aceptó casi como verdad absoluta por la mayoría de los académicos de las mejores universidades— que los locos son los verdaderos humanos y que los otros [ερως και μανια] son los auténticos insanos.

Kobda Rocha

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