Un desfile de colores,
de sonrisas de payasos
presumiendo sus amores
surge al vivo de los brazos
de la calle principal.
Con pelucas, brincolines,
van alegres saludando
con cornetas, con clarines;
son artistas parodiando
la figura nacional.
Silban, ríen y saludan
a la gente sin bandera;
a los grises ojos burlan
cuando exhiben su cadera
con sombría libertad.
Maquillaje, motas, rayas
y narices rojas locas,
las sandías, las papayas
que golpean como rocas
a mi patria tempestad.
La silueta celestial
es la única verdad
que el infante más trivial
ha llamado con beldad:
«¡un payaso es mi papá!».
Kobda Rocha
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