La tierra de Nunca Jamás

Donde vivo nunca pasa nada. Todo lo que pasa en el mundo sólo pasa allá, en el mundo, pero aquí nunca pasa nada. Cuando hay una guerra, siempre pasa en otros países donde hay algo por qué pelear, pero aquí nunca hay guerra porque no hay nada qué defender porque no tenemos nada qué perder… y nuestra propia vida no es razón suficiente para pelear y morir por ella (aún con su irónica contradicción).

Las personas importantes, ricas, poderosas, inteligentes, nunca son de aquí. Ninguno de mis vecinos es un científico, un presidente, un astronauta, un artista, uno de esos personajes que salen en la tele. Aquí nunca viene nadie de afuera; es más fácil que nosotros salgamos al mundo a que alguien de allá afuera venga de vacaciones para acá. Es éste un lugar donde nunca ha nacido nadie que a la historia le valga la pena recordar.

Los grandes edificios de las grandes empresas nunca se establecen aquí. Los deportivos, los auditorios, las salas de arte, las universidades, las súper autopistas de dos pisos, los trenes y teleféricos, cualquiera de los magnos proyectos urbanos nunca se lleva a cabo por estos rumbos. Todo lo bonito e importante sucede en las grandes ciudades, no aquí. Lo más que ha llegado a pasar es que mandan un camión maroma a echar chapopote en las calles para emparejar las rúas rellenando los baches.

En las noticias siempre dicen que hay ataques terroristas, conflictos bélicos, epidemias sanitarias, locos asesinos, violadores, marchas pacifistas exigiendo mejoras sociales, pero nada de eso pasa aquí, ni las marchas ni las mejoras sociales. Aquí importan poco los derechos humanos, igual nos asaltan y nos matan por cualquier bicoca sin motivo ni justicia. Y cuando dicen que las cosas van a mejorar y que ya vendrán mejores tiempos, en realidad, no se refieren a nosotros; aquí siempre estaremos igual, ni peor ni mejor, sino como siempre ha sido: igual.

A nosotros no nos inmuta si en Medio Oriente se está negociando la paz ni si en China se muere la gente por montón. En donde vivo es irrelevante si el humano ya llegó a Marte o a la Luna. También carece de importancia si hay robots que facilitan la vida y si ya hay cura para el Cáncer o el SIDA. Nada de lo que pase en el mundo altera lo que pasa aquí porque, de todos modos, ese mundo perfecto aquí nunca llegó… ni llegará.

Kobda Rocha

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