Alguna vez escuché a viva voz de un amigo cercano que el rock (y derivados) es un género musical reservado para hombres. Tras escucharlo, sinceramente, primero me dio mucha risa de ver que alguien pensara de tal manera, pues yo jamás lo había visto así, ya que para mí la música es algo más profundo, conceptual y artístico; sin embargo, tampoco pude refutarlo limpiamente, pues algo dentro de mí no estaba totalmente convencido ni de una ni de la otra postura. Esa noche llegué a mi casa, donde tengo toda una pared cubierta de lonas organizadoras de CDs (como las que utilizan los comerciantes en los tianguis), y puse atención a las portadas de mis discos y noté que efectivamente hay una cantidad enorme de contenido sexista en la música en cuestión.
Cabe mencionar que mi colección asciende a un total de 190 discos compactos. Dentro de ese repertorio se encuentran los siguientes, por nombrar sólo algunos pocos: Enema of the States de Blink 182, donde está la actriz porno Janine Lindemulder vestida de enfermera y creo que eso ya lo dice todo…; ¿Dónde Jugarán las Niñas? de Molotov, donde se encuentra una colegiala con los calzones bajados hasta las rodillas y creo que también ya con eso se entiende el concepto…; Around the Fur de Deftones, donde está Lisa Hughes en ropa interior, de cuya foto se han dicho muchas cosas diferentes pero que al final sigue siendo una mujer semidesnuda, rasgo que se acentúa al verla junto a otras portadas…; Sodomizado Estás de Primeras Impresiones, donde se encuentra Sabrina Sabrok, la mujer con los senos más grandes del mundo, medio vestida con cuero, estoperoles, cadenas y mucha sensualidad…; el disco compilatorio Testosterona, donde está la actriz porno Tera Patrick de rodillas y semidesnuda (sólo porque es la portada, ya que en el interior sí aparece completamente desnuda)…; Worm Infested de Cannibal Corpse, donde está una mujer con la vagina infestada de lombrices…; Erotic Diarrhea Fantasy de Torsofuck, donde están dos mujeres cubiertas con excremento besándose apasionadamente…; Depósitos de Semen de Semen, donde está una mujer recibiendo en su cara la eyaculación de al menos ocho hombres al mismo tiempo…; y así sigue la lista, pero por cuestiones prácticas bastará con las mencionadas.
Después comencé a pensar en el contenido más allá de las portadas y me encontré con que hay más y más sexismo cuanto más a fondo lo analizaba, incluso en los discos cuyas portadas no reflejan ningún atisbo de misoginia. Por dar algunos ejemplos están Te Quiero Puta de Rammstein, Rastaman-dita de Molotov, El Llamado de la Hembra de Transmetal, My Latex Queen de Dark Funeral, Zorra de Genitallica, Cameltosis de Korn, Mecosaurio de Brujería, Fish On de Lindemann, Blowjob Barbie de Blood God, Amor Marrano y Y Tu Mamá También de Asesino. Y de igual manera la lista sigue y sigue y sigue…
Luego de esta revisión selectiva del material discográfico, comencé a tomar un poco más en serio las palabras de mi amigo cuando dijo que el rock (y derivados) está reservado para los hombres. Con seguridad, no he de ser el único que haya escuchado semejante aseveración, pues es una opinión muy arraigada en la tradición tópica del género, sobre todo cuando se trata de las acepciones más brutales del metal pesado. Es algo así como cuando se piensa en la plomería o la albañilería: automáticamente, al oír nombrar tales profesiones, es inevitable pensar en hombres desempeñando tales labores. Y claro que es posible que una mujer sea albañil o plomero; de hecho, hoy en día sí existen (no a proporciones cuantiosas pero el hecho es que las hay), y esto no es algo insólito, pero el punto es que en una plática con los amigos, los colegas o la familia, al mencionar la palabra “albañil”, la primer idea que se cruza por nuestra mente es la de un hombre desempeñando ese papel. Lo mismo pasa, pues, con el rock, el metal y similares. Es cierto que en los últimos veinte años la escena ha dejado camino abierto para que las mujeres se desenvuelvan en este género musical (tanto al escucharla como al tocarla) aunque en contraparte, fuera de lo contextual, tampoco se ha visto el tanto interés a nivel de profundidad como se lo ve en los hombres. Quiero decir, se ven mujeres ejecutando la música, tocando algún instrumento, cantando, etcétera, pero no se las ve componiendo, conceptualizando, produciendo trabajos tan complejos y laboriosos como los hombres. Esto se hace evidente al comparar el grado de dedicación que las mujeres han puesto en otros géneros donde sí hay muchísima presencia femenina, por ejemplo en el blues, el jazz, el pop, el rap, el hip hop, el bossa nova, el country y, por supuesto, los ritmos tropicales. En todos estos géneros musicales (y en muchos otros tantos) sí hay un desenvolvimiento femenino notorio… pero el metal parece construir una barrera que pocas mujeres logran penetrar. Todo esto sin mencionar que los hombres también se han encargado de enclaustrar el género en una costumbre no sólo masculina sino machista además.
La situación, supongo yo que soy hombre, no tiene solución desde la perspectiva de un hombre, quizá deban ser las mujeres quienes nos aclaren esta enramada de misoginia musical. Y no es responder si el metal es un género de hombres (sobre todo algunos subgéneros más extremos, repito) porque eso es claro que sí contiene mucha testosterona, lo cual es evidente y a cualquier mujer pondría incómoda con sólo ver una docena de portadas de discos, sino que es responder si se sienten en verdad atraídas hacia este tipo de música o si en la profundidad sea cierto que no les gusta o incluso que no lo entienden. Para explicar esto último vuelvo a poner el ejemplo de la albañilería: aunque es un oficio casi exclusivo de hombres, quienes nos dedicamos a la albañilería no lo hacemos por gusto, al menos no un gusto natural, puede que con el tiempo y la costumbre se vayan encontrando cosas buenas en el trabajo pero no es el anhelo de nadie ser albañil, lo hacemos por necesidad, porque es lo que sabemos hacer, porque no tenemos estudios ni preparación para ninguna otra profesión o porque es en lo único que hemos encontrado trabajo y contrato para ganar un poco de dinero y mantenernos con vida, alimento y vestido; sin embargo, la albañilería no es el sueño máximo de ningún hombre, no es la aspiración suprema de nadie, de hecho, y por el contrario, se encuentra en los niveles más bajos de la escala laboral, apenas por encima del basurero y el pepenador. Lo importante aquí es que, si ni siquiera a los hombres les gusta la albañilería, ¿por qué entonces hay mujeres que quieren ser albañiles? ¿En verdad ellas sí disfrutan desempeñando ese trabajo? ¿O entramos en los territorios del feminismo (donde en estos tiempos es inútil discutir por razones que también resultan inútiles plantearlas)? Es decir, si el metal carga con una tradición masculina, machista, misógina, es porque los hombres así la han moldeado (acaso a su imagen y semejanza), la pregunta es ¿a las mujeres les gusta eso? ¿O por qué se acercarían a una música que las denigra, las utiliza y las sexualiza? ¿Entienden de lo que se trata al menos? ¿O lo hacen por un impulso feminista de romper con esas barreras masculinas? ¿O simplemente son tan redundantemente simples que escuchan metal por las mismas simples razones por las que escuchan reguetón?
Tal vez sea un dilema que a nosotros los hombres se nos ha negado entenderlo…
Kobda Rocha