Todos vivimos en un submarino amarillo

  • Ayuda, necesito a alguien. Por favor, ayúdeme. No quiero perderla, y yo la amo.
  • De acuerdo, de acuerdo. Quiero saberlo todo.
  • ¿Por dónde empiezo?
  • Por el principio. Solo apague su mente, relájese y flote en su arroyo.
  • ¿Y eso significa…?
  • Empiece por el principio.

Mi nombre es Juan Pablo, y no me gustan los Beatles. No significan nada para mí. Ni los odio ni los amo, pero estoy más cerca del primer sentimiento que del segundo. Después de todo, son solo un grupo que la pegó por ser comercial. Escuché toda su discografía para poder confirmar mi postura. Pasé por todas sus etapas: De “Twist and Shout” a “Come Together”. Los Beatles, definitivamente, no son para mí, y nunca me privé de mostrar cierto orgullo en esto. Aunque a la vez estoy harto de oírlos en todas partes, aun cuando no suenan sus canciones. Desde gente que manifiesta que todo lo que necesitás es amor, que en juntadas que duran hasta el amanecer mis amigos comenten que aquí viene el sol, que mis propios días sean tan solo un día en la vida. Es desesperante. Esta indiferencia se fue convirtiendo en intolerancia pura, y esto me trajo hasta aquí, con usted. Le voy a contar mi historia.

Una noche cualquiera estaba en un bar con mi novia Eleonora. Habíamos pedido una porción de comida bastante generosa. Un churrasco y pan para mí, y ella había pedido lasaña vegetariana. Ambos charlábamos de nuestras vidas:

  • ¿Qué hiciste estos últimos días? – Pregunté para ponerme al día.
  • Trabajé mucho. Sobre todo ayer. Ayer y hoy. – Respondió ella.
  • Un día muy ajetreado, ¿verdad? – Volví a preguntarle.
  • Sí. Ser recaudadora de impuestos no es tarea fácil.
  • Sabés que podés contar conmigo para cualquier cosa, ¿verdad?
  • Sí. Sabés muy bien que te llamaría si necesitara a alguien.

Mientras que ella se tomaba su tiempo para comer, yo devoraba a lo bestia bruta. Ella lo notó e intentó detenerme.

  • Tomate un poco de tiempo antes de tragar. Sos una morsa.

¿”Soy una morsa”? ¿Cómo la canción de los Beatles? Y no solo eso, sino que todas sus frases estuvieran cargadas de referencias a sus canciones me molestó demasiado. Recién ahí me di cuenta. Intenté razonarlo con ella:

  • Querida, está bien. Te perdono que me compares con una morsa, pero decime por qué tenés que meter referencias a canciones de los Beatles en cada frase – Sí, hasta yo me estaba pegando esa costumbre.
  • Por nada en particular – dijo – ¿Por qué? ¿Qué pasa?
  • Nada, nada.

Entonces, la música empezó a sonar. Justo cuando estaba pensando en los Beatles, sonaron los Rolling Stones. Ni más ni menos que la canción “I Wanna Be Your Man”, compuesta por Lennon y McCartney. Vaya suerte la mía. Ella me invitó a bailar:

  • No me gusta bailar – Rechacé.
  • Por favor, complaceme.
  • Está bien – Me rendí.

Nos despedimos de nuestros asientos y movimos el cuerpo. Giramos y gritamos. Todo el mundo nos observaba con admiración. En medio de la danza, compartimos más palabras aún:

  • Todos nos están mirando – Dije.
  • Sí. Acá, allá y en todas partes – Agregó.
  • ¿Otra vez con canciones de los Beatles? – La situación había pasado de anecdótica a molesta.
  • Oh, querido. ¿Todo tenés que relacionarlo con los Beatles hoy? – Ella empezaba a molestarse por mis acotaciones.
  • ¿Y cómo no hacerlo? Todo me está recordando a ellos esta noche.
  • No le des más importancia. Sigamos bailando. Abrazame fuerte.

En ese momento no lo soporté más.  Me cansé, la solté respetuosamente y nos fuimos del lugar tras pagar la cuenta. Todo con la mayor de las sutilezas que podía permitirme. Nos fuimos cada uno por nuestro lado, ya que era muy obvia mi molestia. La acompañé a tomar un taxi sin que ninguno de los dos dijera nada. Se subió al taxi y se fue. La vi parada ahí, esperando el taxi, más preocupada que molesta por mi actitud. Solo me dijo buenas noches. Después volví a mi casa y me fui a dormir.

Cuando me levanté temprano en la mañana, levanté mi cabeza. Todavía estaba bostezando. Vi mi celular y tenía un audio de ella. No lo había escuchado aún. Me sentía avergonzado por mi actitud de la noche anterior. Luego fue que decidí pedir un turno con usted. Necesitaba solucionar mis problemas a la brevedad. Caminé por las calles de la ciudad y veía a toda la gente solitaria. ¡Toda la gente solitaria! Ya me estaba hartando más y más. Originalmente estaba viniendo a contarle de la culpa por cómo traté a mi novia, pero después me di cuenta de que tenía que ver mi problema Beatle. Y aquí estoy.

  • Es una situación muy típica. Odiar algo con fervor hace que de algún modo lo atraigamos a nosotros. Usted tiene que aprender a convivir con los Beatles – dice el psicólogo.
  • ¿Usted cree?
  • Sí. Y también debe hablar con su novia. Pero sea cuidadoso. No estoy seguro si ella lo ama aún.
  • Creo que tiene razón – digo, intentando convencerme a mí mismo -. Gracias, doctor Roberto. Estoy mejorando. Me siento libre como un pájaro – intento ignorar estas referencias –. Adiós.
  • Adiós – me dijo -. Si aún tiene problemas con los Beatles, puede ir a la india – Bromea.

Abandono el complejo. Pongo mi mejor cara de felicidad. “Si cayera en la obsesión, puedo contar con el doctor. Pero lo dudo. En mi vida voy a necesitarlo” pienso. “Realmente tenés poder sobre mí, pero voy a vencerte” Le digo mentalmente a mi problema.

Pasaron los días, y todo más o menos iba encaminado. Alguna que otra referencia menor a algún tema desconocido. Nada grave. Me reconcilié con mi novia. Seguíamos juntos. Parecía que iba a volver todo a la normalidad. Sin embargo, mientras pateaba las calles junto con ella, oí a un tipo interpretando “What You’re Doing”. Nada grave, o al menos eso pensaba. Pasé de largo, hasta que escuché frases al azar de la gente:

  • Ey, mirá lo que estás haciendo – Decía uno.
  • Me siento triste y solitario – Comentaba otro al celular.
  • ¿Qué me estás haciendo? – Gritaba un tercero enojado.
  • Me tenés corriendo, y no es divertido – Veía un corredor decirle a su personal trainer.

Intenté hacer oídos sordos de estas frases, siempre guiándome por lo que me dijo usted. Hasta que en las siguientes cuadras…

  • Ella solo tenía diecisiete. Sabés a lo que me refiero.
  • La forma en la que ella se veía no tenía comparación.
  • ¿Así que cómo podría bailar con otra cuando la vi parada ahí?

Era peor que antes. Ya no solo oía los títulos de las canciones, sino también las letras. La gente hablaba como si estuviera dentro de un musical de los Beatles. Quizás para ellos fuera el paraíso, pero para mí era horrible. Hui lejos de ella:

  • Querido, ¿a dónde vas? – me dice.
  • Lejos de todo.

Corrí. Incluso consideré comprar un boleto para viajar a la India, como usted me dijo en broma, pero me pareció que sería demasiado y no quería sumar más analogías Beatle a mi catálogo de desgracias. Fue ahí que decidí contactarlo de vuelta a usted, doctor.

Habiendo escuchado mi historia, el psicólogo se pone en posición de pensar. Me sigue la corriente:

  • Por lo que me cuenta, su día se rompe, su mente le duele, y todo por los Beatles – dice analizando la situación.
  • Exactamente – le respondo.
  • Sí. Estoy viendo a través de usted. Puedo ver esa angustia, esa frustración.
  • Es tal y como me estoy sintiendo.
  • No se ve diferente, pero cambió. Su tranquilidad se está yendo, y siente que va a perder a esa chica.
  • El amor tiene la costumbre desagradable de desaparecer de la noche a la mañana, y yo estoy haciendo suficiente mérito para que ella me deje. Ayer mis problemas parecían tan lejanos, y ahora parece que están acá para quedarse.
  • Piénselo así, Juan. Todo tiene una razón de ser. Quizás deba volver a la fuente de sus problemas. Al inicio.
  • ¿A qué se refiere, doctor? ¿Debo escuchar otra vez a los Beatles?
  • La solución a su problema podría estar en su música.
  • Si usted lo dice.

Vuelvo caminando a mi casa. Pienso sobre lo que me dijo: “La solución a su problema podría estar en su música”. Me pongo los auriculares, abro Spotify en mi celular y busco “B-E-A-T-L-E-S”. Escucho los temas en el orden en que entraron a mi vida en estos últimos días. Me gustan, pero a la vez no me dicen demasiado. Las vuelvo a escuchar una vez, y otra, y otra. Para la cuarta escucha la cosa me sorprende. ¿Qué es esto? ¿Sus canciones me fascinan? Sí, me FASCINAN. Con mayúsculas. Arreglos impecables, melodías totalmente creativas… Vuelvo a escuchar las canciones para confirmar que no me volví loco. Definitivamente es cierto. Esas canciones son geniales. Decido arriesgarme un poco más y pasar a otras canciones del grupo. El sentimiento es el mismo. Esa banda de música para gente vieja de repente me parece lo más exultante que haya pasado por mis oídos. ¿Cómo puede ser? ¿Cómo pudo este grupo pudo tenerme engañando tanto tiempo, haciéndome pensar que eran una manga de mediocres? Ya en mi casa, me voy a dormir.

Mientras caminaba para venir aquí, me pasó algo sorprendente: ¡No escuché ni una referencia al grupo! Era increíble. Parece que por fin estoy curado. ¿Usted que piensa?

  • Eso es quizás lo que usted necesitaba. Amar a los Beatles. Después de todo, si tras tantas décadas siguen siendo tan queridos, es por algo.
  • Es cierto. ¿Cómo no lo vi antes? Tanto tiempo de mi vida sin apreciar su gran música. Gracias, doctor. Le debo una. Ahora iré a recuperar a mi novia.

Decido irme del consultorio. Tomo el primer taxi que encuentro a la casa de Eleonora. Llego y toco la puerta, y ella me abre:

  • Hola – Le digo.
  • Chau – Me dice e intenta cerrar la puerta, molesta. Yo se lo impido.
  • Esperá. Sé que estuve mal en estos días, con este asunto de los Beatles, y te pido mil perdones.
  • ¿Y cómo sé que no vas a huir despavorido ante la próxima referencia a los Beatles que encuentres?
  • ¿Querés bailar? Tengo la música ideal.
  • Lo voy a aceptar como compensación por el baile que arruinaste el otro día.

Entro a su casa, pongo la música y bailamos al ritmo de los Beatles, como no podía ser de otra manera. Ella parece feliz de nuevo por haberme recuperado tal y como era antes y yo definitivamente estoy feliz por haber superado mi obsesión. Resultó ser cierto que, al final, el amor que recibís es igual al amor que das. Los Beatles lo transmitieron mejor que nadie. Ahora lo comprendo. Gracias, John, George, Paul y Ringo.

Motorik

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Entrevista a Trilitrate

Trlitrate, banda de Galicia esencialmente instrumental que hace una combinación muy interesante de géneros, recientemente estrenó su disco «Está de Grelo».  Los invitamos a conocerlos en esta entrevista,

¿Cómo se presentarían para quienes todavía no los conocen?

Somos Trilitrate, un grupo acústico de Galicia que combina música clásica, folk, impro libre, black metal, etc; principalmente instrumental, combinado con videoproyecciones realizadas a tiempo real.

¿Por qué se llaman «TRILITRATE»?

Porque somos muy malos poniendo nombres.

¿Qué es lo que más destacan de «Está de Grelo»?

Creemos que es nuestro mejor trabajo hasta la fecha y estamos muy contentos con el sonido capturado por Javier Ortiz en el Estudio Brazil y con el maravilloso diseño realizado por Montse Piñeiro, nuestra generadora de arte visual.

Si bien en en su disco predominan los temas instrumentales, aquellos en los cuales se suma una interpretación vocal suenan muy bien. ¿Se ven haciendo un disco en la que haya un vocalista fijo en la mayoría de las canciones?

La verdad es que no, pero sí tenemos intención de hacer más canciones y seguir colaborando con más artistas, como lo hicimos en este disco con Toño Magariños y Pablo Riveiro.

Al escucharlos se nota una interesante combinación de instrumentos y géneros, como el clásico, que no muchos grupos abordan en estos días. ¿A quienes mencionarían como sus principales influencias?

Música de todos los géneros: Ravel, Yamandú Costa, Inhumankind, Bach, Rameau, Purcell, Vaughan Williams, Tin Hat, Os Mutantes, Mr Bungle, Brad Mehldau, The Bad Plus, Camarón.

¿Qué opinan de la música de hoy en día?

Creemos que siempre hubo música buena, en cualquier momento de la historia. Otra cosa es que no siempre va de la mano con el ámbito comercial.

¿En qué fue lo que más los afectó la Pandemia como grupo?

Buf, en muchas cosas, sobre todo en los plazos; teníamos pensado grabar un año antes de lo que se grabó. También fué complicado juntarse para ensayar. Y lo peor, ¡Cero conciertos en meses!

¿Cuáles son sus próximos proyectos?

Venimos de colaborar con dos grandísimos artistas y amigos, Fajardo y Capitán Bazofia; el resultado de podrá descubrir después del verano. También compusimos la música para un documental de producción francesa sobre un pueblo fronterizo entre Argentina y Chile, que verá la luz este agosto.

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Seis Cientos, Sesenta Y Cinco

Estoy a un solo número de condenarme al infierno;

requiero un último pecado sobre mi alma

y estaré bien muerto, ¡muerto y chamusqueado!,

y no hallaré perdón ni compasión entre las llamas.

 

Levanto ahora mi plegaria al cielo…

y advierto que no siento arresto alguno de arrepentimiento.

Traigo, en cambio, una súplica sincera;

pues anhelo padecer, cuanto antes, mi tormento.

 

He pecado, lo confieso con orgullo.

He incurrido en todo crimen y probado todo vicio:

asesiné a tres hombres por mero capricho,

arrojé a mi padre desde lo alto de un edificio,

 

he violado, he robado, he mentido y traicionado,

he votado por el PRI, he votado por el PAN,

he golpeado a mi propia madre

y he encomendado mi vida entera a los fervorosos brazos de Satán.

 

Créanme los santos, confírmenme los pecadores:

si habremos de enlistar toda suerte de maldad ante la cual sucumbir,

verán que no existe el seis seis seis.

665 es todo lo que podemos maldecir.

 

Satanás, ¿dónde estás?

Muéstrame el camino; cumple mi destino.

No me orilles a hablar con él;

no me empujes a serte infiel.

 

Dios de gloria, dios fulgente,

tú que sí estás aquí a mi lado,

dime por qué, ya no siendo omnipresente,

después de todo, todavía no me has abandonado.

 

Abandonaste en las profundidades del subsuelo

a tu precioso ángel de la luz.

Abandonaste a tu propio hijo encarnado,

dejándolo morir en una cruz.

 

Olvidaste la canción de las montañas,

inmóviles ya ante la más grandiosa fe.

Desposeíste de su tela a las arañas,

privaste a la tierra de su natural color café,

 

despojaste a la flor de su perfume,

arrancaste el azul del ancho mar.

Todo arcángel ha quedado implume

desde que decidiste no volverlos a mirar.

 

¿Por qué irrumpiste artificioso en las letras de mi poema

si éste era un himno a Lucifer?

¿Por qué te clavas en mi corazón? ¿Por qué no te vas?

Déjame solo, déjame ser.

 

Satanás, ¿dónde estás?

Muéstrame el camino; cumple mi destino.

No me obligues a creer en él;

ven y enséñame el pecado número seis seis seis.

Kobda Rocha

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Yes – The Yes Album (1971)

Puntaje del Disco: 9

  1. Yours Is No Disgrace: 9
  2. The Clap: 8
  3. Starship Trooper: 9
  4. I’ve Seen All Good People: 9,5
  5. A Venture: 8
  6. Perpetual Change: 8

Luego de dos discos aceptables como el homónimo Yes y Time and Word, los ingleses se pusieron de acuerdo en reemplazar a Peter Banks por un virtuoso guitarrista llamado Steve Howe, quien les haría adoptar el sonido clásico de Rock Progresivo a la banda. Y así lanzarían su tercer disco de estudio denominado  The Yes Album, haciendo referencia a ese cambio de estilo. Además, fue un éxito en ventas siendo el primer disco de la banda en llegar al top 10 en Europa y se asentaría bien en los puestos americanos.

«Yours Is No Disgrace» es la encargada de abrir el disco y ya deja verse ese particular sonido de la banda con sus destellos progresivos que luego encaminarían a discos como Fragile o Close to the Edge. Junto a otros clásicos como «Starship Trooper» y la pacifica «Ive Seen All Good People´» demostrarían el gran talento del grupo, estando en el podio de las mas grandes bandas del rock progresivo.

También se incluye el primer tema instrumental de la banda, llamado «The Clap» de la mano de Howe, demostrando su gran habilidad con la guitarra clásica. Y para cerrar la épica «Perpetual Change», que tomaría el mismo rol de los temas finales de sus siguiente lanzamientos.

Sin duda The Yes Album es uno de los discos mas solidos en la carrera de Yes y fue una piedra angular de lo que vendría después.

Santi

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La Vela Puerca – Érase… (2014)

Puntaje del Disco: 7,5

  1. Capítulo I: Chamán:
  2. La Calle Adicción: 7
  3. El Soldado de Plomo: 7
  4. El Primero: 6
  5. Buenas Mascotas: 8,5
  6. Capítulo II: Araucaria:
  7. ¿Ves?: 7,5
  8. Sin Avisar: 8
  9. Habeo: 8
  10. La Madeja7
  11. Capítulo III: El Agua:
  12. Canción Para Uno: 7
  13. Mi Tensión: 7,5
  14. La Vuelta al Sol: 8
  15. Su Ley: 8,5
  16. Epílogo:

Continuando con su tradición de tomarse tiempo para sus lanzamientos, la banda de rock uruguaya La Vela Puerca daría a conocer su sexto disco de su repertorio: Érase…, en el mes de noviembre de 2014.

El material, más corto que sus antecesores, cuenta con la particularidad de dividirse en capítulos (“Chamán”, “Araucaria” y “El Agua”) con cuatro temas cada uno de ellos separados por unos breves interludios instrumentales, como si estuviéramos ante una especie de obra conceptual.

El capítulo inicial: “Chamán”, cuenta con canciones potentes y pegadizos, pero sin demasiado atractivo con excepción del cierre del mismo con “Buenas Mascotas”, la siguiente parte “Araucaria” es la más sólida, profundizando un poco más en el sonido inicial en especial en “Sin Avisar” y “Habeo”, además de contar con ¿Ves? Con la participación de la leyenda viviente Jaime Roos. Así llegamos al capítulo final “El Agua” donde el acústico “La Vuelta al Sol” y el más destacado de toda la obra a mi gusto “Su Ley” aportan los mejores momentos.

Si bien sus canciones también funcionan por separado estamos ante un álbum que le falta algo de la chispa característica de La Vela, donde predominan los medios tiempos y melodías bien diseñadas pero que no terminó de coronarse entre el favorito de sus fieles seguidores de ambos lados del charco.

F.V.

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Ódiame

¡Ódiame! Hazlo, por favor. Ódiame con fervor, con alevosía, por piedad, por empatía. Vacía mi alma, traiciona mi voz boscosa y hosca. Declara al mundo guerra con áspero clamor. Arrebátame tu imagen; olvídame tu nombre, astro ingente, ostral fulgente, estro sublime de poesía. Promueve presta mi agonía. Mírame llanamente como el sol a la flor; que tu sombra mi asombro alfombre. Dulce numen iridiscente, abandóname, silencia mi voz, magúllame, convierte tu figura en mi adversario, miénteme si es necesario.

Soy un hombre solitario, recuérdame; mi papel en el teatro humano es odiarlo todo: odiar al mundo, maldecir a dios, aborrecer lo bueno y lo vano, negar la fortuna, descreer del amor, desmentir la alegría, perder la fe, llorar a diario. ¡Nunca hubo sonrisa en mi rostro! ¡Jamás gocé alborozo gustoso! Cabizbajo, me deprimo, me enfurezco, me odio. Absurdo intento el suicidio a menudo: absurdo episodio.

¡Ódiame! Quiero estar vacío, quiero ser el mismo mimo sombrío, el mismo asno egoísta de siempre. Sé vivir con él; sé lidiar conmigo. ¡Ódiame! Quiero ser valiente, encarar a la muerte, enfrentar mi apellido, vencer mi bandera. ¡Ódiame! Adoro ser perenne. ¡Ódiame! ¡Ódiame! ¡Ódiame!

¿Qué debo decir para emprender tu rencor? ¿Qué debo hacer para olvidarme tu amor? Si me odiaras, sería más fácil vivir, no temería, no vacilaría, sería más fácil morir. Quisiera morir solo, sin ti, sin esta preocupación, sin este amor. Quisiera quererlo. Quisiera odiarte.

…quisiera odiarte, pero es demasiado tarde, ya no puedo dar marcha atrás, ¡te amo! Soy un producto más del cliché, soy un hijo de la farsa, soy un hombre estúpido más que se enamoró. ¡Ódiame! Hazlo, por favor. Quiébrame el corazón, rompe mi vida, tuerce mi alma. Hiende fiel desdén en mi pecho e ignora mi existencia. Quebrántame la voluntad, dedícame tu displicencia. De otra forma, podríamos encontrar en ambos calma; podríamos alcanzar peligrosa y celestial felicidad, pasar la vida juntos en dilección y afinidad.

¡Ódiame! Créeme, es lo mejor. De otra forma, estaremos condenados al amor.

Kobda Rocha

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