Puntaje del Disco: 6,5
Disco 1:
- 1984: 8
- Rebel Rebel: 8
- Moonage Daydream: 8
- Sweet Thing/Candidate/Sweet Thing (Reprise): 9
- Changes: 6
- Suffragette City: 5
- Aladdin Sane: 7
- All The Young Dudes: 7
- Cracked Actor: 8
- Rock’n Roll With Me: 8
- Watch That Man: 6
Disco 2:
- Knock On Wood: 5
- Here Today, Gone Tomorrow: 5
- Space Oddity: 6
- Diamond Dogs: 5
- Panic In Detroit: 9
- Big Brother: 6
- Time: 8
- The Width of a Circle: 5
- The Jean Genie: 4
- Rock’n’Roll Suicide: 5
Hacia 1974 David Bowie se encontraba en un limbo de incertidumbre. Había alcanzado la tan ansiada fama y reconocimiento con su álbum/personaje Ziggy Stardust, luego de años de indiferencia por parte del gran público, sólo para agobiarse pronto y «matar» en vivo a su criatura en aquel legendario concierto de julio del 73 en el Hammersmith Odeon. Aún inseguro de qué paso debía dar para deshacerse del Glam Rock que lo tenía como una figura indiscutible, ganó tiempo echando mano a dos viejos recursos para cuando las ideas escasean pero hay que mantenerse en las bateas y revistas: un disco de covers y un disco en vivo. El primero se editó bajo el nombre de «Pin Ups», mientras que el segundo fue «David Live», reflejo de su gira de transición entre su etapa Glam y su próxima encarnación orientada al Plastic Soul.
La naturaleza más comercial que artística del álbum se nota en una edición apurada, ya desde la mediocre foto de tapa. «Por Dios, parece como si recién me hubiese levantado de la tumba. Así es como me sentía, de hecho», comentaría su protagonista tiempo después.
El listado de temas tiene una adecuada selección de sus, por entonces nuevas, canciones de Diamond Dogs, más algunas favoritas de su etapa Ziggy Stardust, así como viejas gemas y covers más raros. El tratamiento de algunos tracks es verdaderamente interesante, por ejemplo la conversión de ‘Aladdin Sane’ en una pieza con sabor latino, los bronces y percusiones añadidos al rockero ‘Panic In Detroit’. Sin embargo, la adicción a la cocaína de Bowie había empezado a hacer estragos en su voz, lo cual es notorio a lo largo de todo el disco, donde suena ronco y gutural. No obstante, se las arregló para alcanzar las notas más agudas.
Tampoco es un álbum en vivo contundentemente honesto, dado que, debido a diversos problemas técnicos de grabación y la limitada tecnología de la época, las voces de apoyo, algunos vientos y el solo de piano de Mike Garson en ‘Aladdin Sane’ fueron regrabados en estudio.
Aún con sus falencias, es un disco que vale la pena por las novedosas reversiones de grandes clásicos de David Bowie. Más cercano a la teatralidad del cabaret que al poderío rockero, ‘David Live’ es un digno souvenir del icono británico, justo antes de renacer y transformarse del rimbombante Ziggy Stardust al sobrio Duque Blanco.
Camilo Alves