Puntaje del Libro:
- Año: 2004
- Género: Cuento infantil
- Texto: Madonna
- Ilustraciones: Olga Dugina – Andrej Dugin
- Editorial: Callaway / Ediciones Destino
Cuando yo era pequeño, Madonna ya era un gran referente de la cultura pop. Ya en el colegio, junto a un grupo reducido de amigos, escuchábamos, vía casete y una radio vieja de a pilas, canciones de Michael Jackson y Madonna. Algunos compañeros nos catalogaban como mariquitas, sobre todo, los que se decían metaleros y en su polo opuesto, los bravos y berracudos chicheritos. A nosotros esas actitudes nos llegaban muy altamente, porque escuchábamos de todo, mientras que ninguno de ellos entendía la sensualidad y la delicadeza del pop.
Con el paso del tiempo, mi cultura musical ha ido variando y, quizá, enriqueciéndose, y aún sigo valorando mucho a la Madonna cantante, aunque pasen los años y ella no sea la jovencita atrevida que tanto nos atrajo en un tiempo remoto. Hay composiciones clásicas en su haber, y sin lugar a dudas se la puede calificar como “La reina del pop”; las demás son solo princesas, ella es la deidad mayor. Pero bueno, este artículo busca valorar no aquel aspecto artístico de la diva, sino su incursión en la labor literaria infantil.
Comenzaré con el planteamiento de un contraste que poco a poco se irá perfilando hasta concluir con el discurso planteado en este artículo. Quiero decir que haré una comparación relacionada a mi experiencia lectora con respecto a la Madona escritora: adquirí “Las aventuras de Abdi” en una feria de suelo -una pobre, triste y polvorienta cachina urbana-, ubicada cerca al Mercado Municipal de Huancayo, en la sierra central peruana. Yo que soy gran curioso de libros, lo vi allí discriminado y botado, pero en sí, impecable en su contenido, debido a que estaba protegido por una bolsa maltratada de plástico, pero nuevo en su interior. Pregunté al cachinero a cuánto el ejemplar, como fingiendo menosprecio al libro, pero muriéndome por dentro a que sea mío, pues ya notaba que era original y su tapa dura ya daba viso de que gozaba de una confección muy elevada en calidad. Grande fue mi sorpresa cuando el vendedor me respondió que costaba dos soles y cuando acepté su precio, con el corazón acelerado, el muy bandido me dijo, … no, tres, joven. Bueno, yo sin chistar, nuevamente acepté, debido a que, en su injusto aumento, aún el precio seguía siendo una ganga. Ya cuando le deslicé una a una las mugrientas tres monedas de a sol y me iba alejando de aquel puesto informal, comprobé que no me había equivocado.
Este hermoso libro infantil nos cuenta una bella historia que se desarrolla en un escenario oriental, muy plagado de magia y artificios que giran en torno a hechos morales y el destino; aquí se nos narra la impactante historia de un niño aprendiz de artesano, Abdi, quien ayuda a su maestro, el joyero Eli. El muchachito será el encargado de llevar un finísimo collar donde la esposa del Rey, pero en el camino es engañado por unos bandoleros, hecho que tiene como consecuencia, su encierro en un calabozo de Palacio. El joyero Eli al enterarse de la desgracia que sufre su protegido, llega en su rescate y haciendo gala de su talento, entrega con argucias la joya a la Reina, y en un acto de metamorfosis, transforma una serpiente en maravilloso y deslumbrante collar. Satisfecho el Rey ante tal desenvoltura de magia y espectacularidad, les recompensa con mucha riqueza y los dos personajes vuelven a su tierra y al final, se sugiere que Abdi con el sabio paso de los años y en base al aprendizaje fruto de la experiencia, se convertirá en un gran artesano gracias a las enseñanzas de su noble amigo y maestro, Eli.
Esta trama ha sido calificada por la crítica especializada como sencilla y manipuladora, puesto que Madonna utiliza los conocimientos tradicionales de la Kábala para crear sucesos de experiencia vital relacionados a una filosofía del destino condicionada a cierto determinismo, además de que la autora fabrica ambientes exóticos en un escenario de Harén – Chic. Pareciera que a ciertas estirpes conservadoras de la tradición judía les molesta que una artista como Madonna profane sus creencias con una gran imaginación desde un punto de vista original de libertad artística. Desde mi impresión como lector, esta trama sencilla no desmerece su valor, ya que esta nos presenta una bonita historia con un mensaje válido para los tiempos en que vivimos: En momentos de incertidumbre hay que mantener la calma, puesto que ciertas circunstancias extremas de responsabilidad, de encierro y dolor, ayudarán a forjarnos el carácter; además de que estas circunstancias pueden constituirse en pruebas a sortear desde un mandamiento superior. Yo no soy creyente de una sola doctrina religiosa; respeto muchas de ellas, pues siempre desde la tradición y la sabiduría arcana, nos sugieren una pedagogía de consejos morales. Y si un texto literario, en su hermosura nos ayuda a tener fe en el destino y confianza en los pasos y decisiones que tomamos, para mí ello ya constituye un gran valor artístico, por lo cual, como lector no menosprecio la ficción desplegada por Madonna.
Ahora bien, creo que ella y su editorial tuvieron un gran acierto al elegir a dos grandes ilustradores para este hermoso libro. Olga Dugina y Andrey Dugin. En este aspecto, sí que la crítica es unánime y ha aplaudido los dibujos que son maravilla, en buena fe de manifestar objetividad de impresión. El poseer este libro entre tus manos, y tener el privilegio de ser el dueño de un ejemplar, ya en sí constituye una gran alegría, pues uno se puede ufanar al mostrar con harto orgullo a amistades y desplegar así, sus ilustraciones a la curiosidad que deslumbrará al ojo humano avizor que sepa apreciar la belleza. Imaginemos la impresión que causarán estas ilustraciones a los niños en fantasía y sorpresa, puesto que en cada detalle de su composición radica una riqueza de talento y un abanico que despliega significados ricos en los planos denotativos y connotativos.
Las talentosísimas ilustraciones recrean con gran soltura los ambientes orientales de harén con ese toque chic que se le ha criticado tanto a Madonna. El libro presenta doce magníficos signos pictóricos. Ahora aquí me centraré solo en uno de ellos que merece mi completa atención y mi respeto. El dibujo se despliega magnificente en dos páginas a todo color, y los movimientos que presentan los personajes que lo componen es muy sugerente. Podemos apreciar a Abdi inclinándose ante la corte del Rey. Él, un niño humilde y pequeño, de ropaje sencillo que contrasta con el lujo de turbantes, collares de piedras preciosas y posturas y gestos, y sobre todo el poder reflejado en la posesión y presencia de dos animales fantásticos: Panteras aladas, que parecen esfinges mitológicas, las cuales demuestran una anatomía espectacular que dan ganas de tocarlas, para comprobar si son de a verdad reales. Y es que las texturas que presentan estos dibujos en su por demás detallista, quizá barroca, composición, son tan variadas y riquísimas que invitan al lector a sumergirse en la magia onírica de la alucinación en ficción. Al centro de la imagen se puede ver un enorme narguile que parte en dos toda la escena, que pareciera que, en su verticalidad y en su consecuente ondulación, nos susurra cierta división de clases sociales. En realidad, no creo que este dibujo se haya concretizado en poco tiempo, pues me cuesta creer que tanta finura, tanta delicadeza pueda ser fruto de un trabajo rápido. Me inclino, al igual que lo hace Abdi, ante la escena y percato los detalles del piso que observa el muchacho en su reverencia, y me sorprendo más y más ante la espectacular pintura y sus detalles que no me canso en contemplar.
Me acuerdo entonces, de que yo me encontré con este libro olvidado en el suelo polvoriento de una feria pobrísima de tercermundo en mis Andes Centrales; me pregunto, cómo habrá llegado este ejemplar a este lugar, por qué ondulante camino del destino terminó en mis manos. He tenido la suerte de conocer Londres hace unos años y sé que la tradición y la población judía está muy presente en el viejo continente. Acá en cambio, poco es lo que sabemos acerca de ella y nuestra herencia cristiana (¿trasformada, cambiada, manipulada, evolucionada, desraizada, disparatada?) apenas nos informa sobre sus vínculos con ella, a menos de que uno se eduque al respecto y no se deje llevar por charlatanerías que abundan en bocas de desinformados y manipuladores pastores de sectas conveniencieras. Grande fue mi sorpresa, al saber que, en una tienda ubicada en una de las más importantes calles de Londres, Madonna hace algunos años presentó este libro. Una gran cadena de ventas y publicidad se desplegó a su alrededor y se vendieron millones de ejemplares, pues ella, valgan verdades, tiene un gran poder de convocatoria. Su nombre vende, y no hay que engañarnos.
Yo, desde mis ojos pobres vi a muchos niños salir felices de las librerías con el precioso regalo que constituye un libro bajo el brazo. Vi los precios, para todos los bolsillos, de variada y riquísima bibliografía que uno pueda imaginar. Me di cuenta que allá no existe excusa para no leer, pues bibliotecas públicas abundan y existen tiendas y ferias en donde se pueden adquirir libros usados a bajísimos precios y en muy buenas condiciones. Participé en alguna lectura y me regalaron uno que otro ejemplar de libro. Observé la cultura de lectura infantil que se vive en un país desarrollado. Triste, contrasto lo que sucede en mi realidad. Pienso que, si no fuera yo, este ejemplar del libro de Madonna que ahora tengo entre mis manos, estaría dando pena ante la indiferencia de su presencia olvidada en suelo mugroso y polvoriento, o ya se hubiera perdido entre escombros de libros y más libros sin leer. No es que yo me jacte de ser el salvador de este hermoso objeto literario, sino que me pregunto por qué mi sociedad no da a importancia a la lectura desde los primeros años. Creo que es porque siempre desde altos estratos de poder y dominio, nos han restringido en educación. Un pueblo que muere de hambre siente como primordial todo lo que se constituye como comida material y deja en segundo plano al alimento espiritual, lamentablemente. Y lamentablemente, aquí también el libro en buenas condiciones es caro y se constituye en lujo de las clases más acomodadas.
Y aquí viene a mi mente la imagen de Abdi en el encierro, sin poder hacer nada. Quizá sea su destino, quizá ese sea su camino. No obstante, al finalizar el dolor, la prisión abrirá sus puertas y dará paso a un nuevo camino de luz, magia y libertad. Por ahora lo único que puedo hacer, es mostrar este libro a mis estudiantes, narrarles la historia que guardan sus páginas, maravillarme y tratar de contagiar mi emoción en ellos acerca de sus ilustraciones. Explicarles cómo lo encontré como un tesoro en cachinas que normalmente frecuento en búsqueda de maravillas escritas sobre papel. Quizá en algunos de ellos, de mis alumnos, se prenda una chispa adecuada que explosione en magnífica luz que ilumine el camino de la vida. Finalmente, sentencio al terminar mi narración en colegio, quizá con un fulgor en los ojos: Abdi es una metáfora de esperanza. Sé que más de uno lo hade entender. Lo sé.
Jesús Humberto Santivañez Valle