«A piece of shit» así calificaría años más tarde el propio Neil Young a Landing on Water (1986), otra olvidable obra de los ochenta que al escucharlo actualmente no resulta tan desastroso, pero si lo es para los estándares del artista.
Sorprendentemente la primera parte es bastante decente y tiene buenos descubrimientos escondidos en el repertorio del canadiense como “Hippie Dream” (una crítica al idealismo hippie y en particular a su antiguo compañero David Crosby), “Weight of the World”. El lado dos lamentablemente está casi en su totalidad infectado por efectos de sonido ochentosos, por ejemplo: “People on the Street” y “Hard Luck Stories” que deben rankear entre las peores canciones de su historia. Aunque también cuenta con “I Got a Problem” y “Drifter” que tranquilamente podrían ser parte de su repertorio furioso con Crazy Horse.
La idea de Neil de mezclar el country rock que tanto amaba con una producción contemporánea y ochentera no resultaría y confundiría a la mayor parte de sus seguidores. Sin embargo, Landing on Water te deja una sensación ambigua, porque tiene sus momentos agradables que te llegan al corazón y hasta después de algunas escuchas probablemente empieces a no odiar tanto a los sintetizadores.
N. Chomsky en “Lo que realmente quiere el Tío Sam” nos muestra —o aún más, nos evidencia— la intención y el propósito real (acaso plan y fin) del método operacional, ya político ya militar, de Estados Unidos (EEUU) ante la guerra y/o amenaza de guerra; ante las organizaciones sociales y, sobre todo, económicas distintas a las diseñadas anteriormente por ellos mismos; ante el cambio —es decir, la transferencia— del poder y el control institucional, corporativo y gubernativo intranacional; y, entre muchas otras vicisitudes, ante la reacción colectiva frente a la constante intervención militar (además, política) norteamericana en asuntos plenariamente independientes e internos en países mayoritariamente tercermundistas.
Para realizar una opinión crítica o comentario analítico sobre esta lectura, primero se deben entender algunas cuestiones que de pronto se vuelven complejas y crean prejuicios en el leedor —por la posición social, económica y política en que el propio lector se encuentre. En una primera leída al texto, surgen muchas confusiones y malentendidos (tal vez por la gran carga referencial que mantiene el autor y su manejo tan cuidadoso de información que requiere revisar muchas otras fuentes antes de continuar leyendo; si no bien para corroborar los datos y fundamentos, sí para comprenderlos mejor), por lo cual es imperativo aclarar, preliminarmente, ciertos puntos:
(1) el texto no es un panfleto en contra del gobierno —ni pretende serlo—, aunque bien podría ser un recurso eficiente si se utiliza como herramienta argumentativa (y/o discursiva) a favor de grupos anti-gubernamentales o simplemente como inicial instrumento de apoyo para el estudio exhaustivo de la historia de los EEUU;
(2) no es una novela fantástica hollywoodense que propone la existencia de una organización conspiracional del gobierno para controlar las sociedades intra e internacionales (aunque así lo parezca y aunque muchas personas en muchas ocasiones muy probablemente han pensado que esto no sólo es posible sino que también es real, no obstante, por falta de análisis o tal vez de información sólida, queda en simples especulaciones que llegan a parecer un tanto fantasiosas que se descarta la posibilidad de ser verdaderas y con ella también la investigación profunda de la premisa);
(3) no es un texto didáctico, de enseñanza y ‘revelación’ para el lector instruido ni, mucho menos, para el ciudadano tercermundista inconforme —tal vez el autor ni siquiera estaba pensando en poner su libro en manos extranjeras (o, al menos, no sería el objetivo principal)—, pues parece estar dirigido rotundamente a la población estadounidense, a sus conciudadanos, y quizá también a los compatriotas residentes en países extranjeros solamente;
(4) como en todo contenido expresado, ya de forma oral ya de forma escrita, se debe tener en cuenta el contexto cultural en el cual se encuentra el autor, en este caso: estadounidense nacido en 1928, lingüista graduado de la Universidad de Pennsylvania, político activista, psicolingüista, filósofo, e incluso novelista [por algunos considerado], etcétera —sin dejar de lado el hecho de que escribió este libro en 1992.
El tema es muy extenso y complejo, se necesita un estudio mucho más profundo y una investigación exhaustiva para poder conjeturar juicios a partir de ello; sin embargo, puedo emitir una opinión acerca del mismo, a reservas de que pudiera ser un pensamiento bastante primitivo por la falta de rudimento.
Por un lado, como parte de una nación tercermundista, los individuos se encontrarán en total desacuerdo con los procedimientos y medidas aplicadas por el gobierno de los EEUU para mantener su hegemonía, lo cual es bastante comprensible y, de alguna forma, correcto. Además, como lo muestra Chomsky, son ellos quienes están en constante lucha por el cambio, por la libertad, por la transferencia (o, al menos, reordenación) del poder.
Por otro lado, siendo parte de una nación de Primer Mundo, los individuos se mostrarán indiferentes (si no es que hasta en apoyo a estos procesos político-militares), ya por el cocowash de los medios de comunicación y la propaganda propagada por los partidarios del Tío Sam ya por el hecho de pertenecer a la nación favorecida por dichos procesos aunque esto no llegue al sector social al que pertenezcan.
Si es necesario, merecido o, simplemente, anhelado un cambio en la organización política y económica del globo, esto no podrá venir de las naciones dominadas por las potencias (en este caso EEUU) por las diversas razones que explica el autor en este libro, sino de las naciones que tienen el poder; y, al decir “naciones”, me refiero a la población en general —es claro que el sector que controla todo el sistema no querrá hacerlo—, pues son ellos quienes pueden colapsar el sistema desde adentro, no con violencia sino con educación (moral, académica y cognitiva) y propuestas firmes de cambio social.
Con esto último, el autor concluye, ya que su texto no parece estar dirigido más que a la misma población estadounidense; con un mensaje (acaso propuesta) final no de cambio sino de acción. Y esto es, precisamente, a lo que se refería Rammstein cuando cantó «We’re all living in Amerika» como un sino de explotación inconsciente y, tristemente, invencible (culturalmente hablando, cuando menos). Así es que aquellos que odian con todas las entrañas dicha canción puede ir a la biblioteca local y buscar el libro de Chomsky… no se perderían de mucho en ninguno de ambos casos.
Si Port of Sorrow (2012), cuarto álbum de estudio de la banda formada en Albuquerque The Shins, te había dejado con gusto a poco, escuchar su siguiente trabajo Heartworms lanzado cinco años más tarde te hará rememorar aún más sus primeros años de pico creativo a comienzos de la década del 2000.
“Me esforcé mucho para que las cosas sonaran nuevas y diferentes. Quería que el disco tuviera canciones que sonaran familiares para los fans de The Shins. Durante la producción decía ‘esto suena a la clásica canción de los The Shins, así que no me lo complicaré”, pese a los intentos de James Mercer por mantener la esencia del grupo y a su vez expandir límites en sus composiciones Heartworms no logra el encanto de los mejores Shins.
Así y todo, tiene sus momentos efervescentes y encantadores como “Dead Alive”, “Painting a Hole”, “Name for You” o “The Fear” pero el nivel general está por debajo de lo esperado. Aunque para Mercer otra sería la favorita: “La canción ‘Cherry Hearts’ era algo más tradicional cuando empecé a escribirla en mi guitarra, y cuando la fui a grabar, me di cuenta de que quería cambiarla y hacerla de alguna manera diferente y de ahí salieron los arpegios con los sintetizadores y las cosas locas. Solo quería hacerla más divertida. Creo que mi canción favorita del álbum es ‘Cherry Hearts´”.
Como vacaciones para este verano elegimos ir directamente al Fin del Mundo. Ushuaia nos recibió con 5 grados de térmica, 25 grados menos a los que estábamos acostumbrados del verano porteño. Por lo que preparamos las valijas con abrigo, a punto tal que se nos fue la mano. Trajimos remeras térmicas que no llegamos a usar porque el tiempo fueguino, nos acompañó, ya que si bien el primer día hizo frío, la temperatura empezó a subir acompañada por el sol, dejando un buen clima.
La ciudad
Ushuaia es una ciudad relativamente nueva. Nació a fines del siglo XIX de la iniciativa de plantar bandera en el sur argentino. Se podría decir que tiene aires barilochenses, por ser una ciudad con montañas y agua. Y tiene a San Martín como calle central que también me recuerda al centro de Bariloche (o el de alguna ciudad de la costa atlántica). Pero en lugar de cabañas tenemos edificaciones en los que predominan las chapas para hacerlas más pintorescas.
Atracciones
Pingüinos patagónicos
Nosotros estuvimos 4 días que nos alcanzaron para hacer lo «esencial». Pero igual podes alojarte más días porque hay mucho para hacer.
El embarque para ver los Pingüinos es la experiencia más espectacular que tiene para ofrecer. En nuestro caso embarcamos en un bote más pequeño que nos permitió arrimarnos a la orilla de la isla donde se encontraban estás simpáticas aves. Una muy buena decisión, en lugar de tomar el catamarán gigante donde los vemos de lejos.
De todas formas, tomar el catamarán también es una excursión obligada para ver a los lobos marinos y al Faro del fin del mundo.
Por otra parte, Ushuaia tiene en sus cercanías para hacer muy buenos trekkings con senderismos en bosques con arroyos y vistas panorámicas de montañas (muy patagónico). El de la Laguna Esmeralda es espectacular. Pero el «Must» sería la visita al Parque Nacional Tierra del Fuego, con un sendero costero de 8km que te deja destroyed pero maravillado por sus increíbles vistas al canal de Beagle. Al mismo se puede llegar desde el pintoresco Tren del Fin del Mundo, otro imprescindible, pero con un doloroso costo de ticket.
Museos
Recreación del Petiso Orejudo dentro de la Galería de Historia de Tierra del Fuego
Ushuaia tiene varios museos para disfrutar. La mayoría se amontonan en la antigua Prisión de la ciudad. Justamente, el más atractivo para visitar es el Museo del Presidio, donde podemos conocer la historia de la prisión y los famosos presidiarios que tuvo, cómo asesino serial conocido como Petiso Orejudo.
Gastronomía
La comida es cara como la mayoría del sur, o como cuando vamos a tomar un café a Palermo. Entre sus platos típicos está la centolla y la merluza negra, ambas carísimas (solo accesible para quienes ganan en dólares).
Mientras que entre las cosas dulces, hay buen chocolate (aunque no mejor que el de Bariloche) y probamos algún postre típico como el tiramisú fueguino, que estaba muy bueno (mezcla de tiramisú tradicional y cheesecake de frutos del bosque).
Miscelaneos
Había una buena cantidad de turistas extranjeros de todas partes del Mundo (españoles, franceses, gringos, brasileños, etc.), lo cual podría ser tomado como un buen indicio de que la pandemia esta terminando, o simplemente llegaron a Ushuaia googleando «holidays in the end of the world».
Los residentes locales iban en remerita cuando hacía 10 grados de temperatura y hasta nos preguntaban porque estábamos tan abrigados (señor, abriguese y déjese de joder).
Trailer de la serie de Amazon Prime Video, que se estará estrenando el 02/09/2022, cuya trama transcurrida miles de años antes de los eventos sucedidos en El Hobbit y El Señor de los Anillos de Tolkien.
Tras una seguidilla de casi sacar un disco por año, con el esperable resultado de agotarse las ideas en Take a Look in the Mirror (2003), los padres del Nu Metal Korn decidieron parar la maquinaria y optar por explorar territorio desconocidos en su siguiente trabajo lanzado más de dos años después que su antecesor a fines de 2005: See You on the Other Side.
El principal motivo de este cambio claramente fue la incorporación al equipo de producción de The Matrix (reconocido productor de pop rock que trabajo con Avril Lavingne, Hilary Duff, INXS, entre otros) y Atticus Ross (mano derecha de Trent Reznor), quienes le otorgan a la banda algo diferente, nuevas bases, texturas y registros que los acerca mucho más al sonido industrial con influencias de Nine Inch Nails, Marilyn Manson y Depeche Mode.
Esta frescura se puede apreciar en temas directos y bailables a golpe de sintetizador como el sencillo “Twisted Transistor”, “10 or a 2-Way”, “Throw Me Away”, “Love Song”, “Liar” y la atípica “Tearjerker”. Aunque también es cierto que se podrían descartar tres o cuatro temas, a pesar de los esfuerzos de Korn por ofrecer algo superador.
Este planeado cambio de sonido hacia el rock industrial es uno de los mayores logros del álbum, dejando en claro que buscan permanecer en una escena que los tuvo de protagonistas hace más de diez años cuando fue su lanzamiento, con un resultado no del todo satisfactorio pero que supera bastante a sus antecesores.
Revolucionario para su época: Stand! (1969), es considerado el momento de apogeo y el punto artístico más alto de los primeros años de Sly & The Family Stone, una de las bandas fundacionales del funk, lanzado justo después de su icónica participación en el Festival de Woodstock.
Stand! Es uno de los álbumes más significativos e influyentes en su género, combinando de maravillas tanto el funk como el soul con el rock psicodélico y el rhythm & blues y contiene algunos de sus himnos más famosos como “Everyday People”, “I Want to Take You Higher”, “Stand” y “Sing a Simple Song”. Otro tema que no se puede dejar de lado es el jam psicodélico e interminable de “Sex Machine”.
Asimismo, en lo discursivo contiene un mensaje político de protesta explícito, efectivo, provocativo y anti discriminación racial, evidente ejemplo es “Don’t Call Me Nigger, Whitey”, que genera mayor admiración dado el contexto y la situación de efervescencia de aquellos años.
Para muchos la música negra popular nunca sonaría igual después de Stand! Con un discurso revolucionario y un sonido fresco y enérgico que representó la culminación de los logros que la banda de Sly Stone y la consagración en su primera etapa.
Lindsey Jordan, guitarrista y cantautora más conocida por su proyecto “Snail Mail”, es una de las jóvenes promesas de la actualidad. En el 2021 Snail Mail publicó se segundo disco, Valentine, que fue de los más valorados por la crítica.
En Valentine se puede escuchar un Indie Rock con fuertes influencias de los años noventa. Lindsey Jordan es una muy buena interprete, aunque canta como si estuviese sufriendo. Por otro lado, musicalmente Snail Mail no despliega nada particularmente original. Es Rock Alternativo y Folk Rock que podría ser considerado convencional, pero compositivamente las canciones de Lindey llegan a cautivar.
La primera parte del álbum es realmente muy buena. La homónima “Valentine” tiene un estribillo tremendo, que pega muy alto y que tranquilamente puede transformarla en una de las mejores canciones del 2021. “Headlock” es la segunda en sobresalir, una balada Indie sumamente encantadora. Mientras que “Light Blue” es Indie Folk del bueno.
La segunda parte del disco no es tan extraordinaria. Las canciones tienen un buen nivel que lo ayudan a mantener su consistencia, aunque no sobresalgan. Pero en líneas generales los mejores momentos de Valentine son los que más pesan y por eso lo hacen un muy buen álbum.
Persy
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