Archivo de la categoría: Korn

Korn – See You on the Other Side (2005)

519ivrvkkml

Puntaje del Disco: 6,5

  1. Twisted Transistor: 6,5
  2. Politics: 6
  3. Hypocrites: 6
  4. Souvenir: 6
  5. 10 or a 2-Way: 7
  6. Throw Me Away: 7
  7. Love Song: 8
  8. Open Up: 6,5
  9. Coming Undone: 6,5
  10. Getting Off: 5
  11. Liar: 7,5
  12. For No One: 6
  13. Seen It All: 6,5
  14. Tearjerker: 8

Tras una seguidilla de casi sacar un disco por año, con el esperable resultado de agotarse las ideas en Take a Look in the Mirror (2003), los padres del Nu Metal Korn decidieron parar la maquinaria y optar por explorar territorio desconocidos en su siguiente trabajo lanzado más de dos años después que su antecesor a fines de 2005: See You on the Other Side.

El principal motivo de este cambio claramente fue la incorporación al equipo de producción de The Matrix (reconocido productor de pop rock que trabajo con Avril Lavingne, Hilary Duff, INXS, entre otros) y Atticus Ross (mano derecha de Trent Reznor), quienes le otorgan a la banda algo diferente, nuevas bases, texturas y registros que los acerca mucho más al sonido industrial con influencias de Nine Inch Nails, Marilyn Manson y Depeche Mode.

Esta frescura se puede apreciar en temas directos y bailables a golpe de sintetizador como el sencillo “Twisted Transistor”, “10 or a 2-Way”, “Throw Me Away”, “Love Song”, “Liar” y la atípica “Tearjerker”. Aunque también es cierto que se podrían descartar tres o cuatro temas, a pesar de los esfuerzos de Korn por ofrecer algo superador.

Este planeado cambio de sonido hacia el rock industrial es uno de los mayores logros del álbum, dejando en claro que buscan permanecer en una escena que los tuvo de protagonistas hace más de diez años cuando fue su lanzamiento, con un resultado no del todo satisfactorio pero que supera bastante a sus antecesores.

F.V.

Tu puntuación
(Votos: 10 Promedio: 3.1)

Korn – Take a Look in the Mirror (2003)

r-1552278-1631631955-8803

Puntaje del Disco: 6

  1. Right Now: 8
  2. Break Some Off: 6
  3. Counting On Me: 6
  4. Here It Comes Again: 7
  5. Deep Inside: 5
  6. Did My Time: 8
  7. Everything I’ve Known: 7
  8. Play Me: 8
  9. Alive: 8
  10. Let’s Do This Now: 5
  11. I’m Done: 4
  12. Y’All Want A Single: 8
  13. When Will This End: 4

«Es el peor disco que hemos hecho», dijo sin vueltas Brian «Head» Welch, guitarrista de KoRn, unos años después de la salida de Take a Look in the Mirror, su sexto álbum de estudio. Una opinión debatible, pero se entiende si tenemos en cuenta que Head se fue de la banda después de la publicación de este trabajo y no participó en los aún peores See You on the Otherside o Untitled.

En cualquier caso, las prisas, falta de inspiración y el hastío interno del grupo se notan y mucho en este disco «de manual», compuesto y grabado a las apuradas durante la gira del Ozzfest. El álbum anterior, Untouchables, había demorado dos años y costado 4 millones de dólares, sin lograr las ventas esperadas y dejando a la banda endeudada. Así, Take a Look in the Mirror suena a un trabajo hecho por obligación para pagar las cuentas.

El disco nos presenta riffs de lo menos inspirados (nótese la similitud entre el puente de «Did my time» y la intro de «Everything that I’ve known», que para colmo están secuenciados uno después del otro), letras que siguen los moldes típicos de Jonathan Davis («todo está mal, todos me odian, estoy deprimido y furioso») y una interpretación vocal desganada. Si en los primeros discos de Korn Davis hacía creíbles sus letras, era porque sus guturales gruñidos e inquietantes susurros no dejaban margen para la duda. Acá, es simplemente un hombre de 32 años, multimillonario, con esposa e hijos, intentando hacer creer que sigue sufriendo porque le hacían bullying en la secundaria.

Flaco favor le hace al disco estar producido por el propio Davis, quien se limita a seguir la fórmula KoRn a pie juntillas, comprimiendo los instrumentos de su otrora furiosa banda en un Pro-Tools estéril. Todo suena forzado, intentando recuperar elementos de un pasado glorioso ya extinto. ¿A Untouchables le faltaron las tradicionales gaitas de discos anteriores? Listo, ponemos una breve intro de gaitas en «Let’s do this now». ¿En «Life is peachy» y «Follow The Leader» tuvimos colaboraciones con raperos? Listo, ponemos a Nas a rapear encima de una base en la más pura vena Korn. ¿Nos piden que volvamos al sonido del primer disco? Listo, reciclamos «Alive», una canción de 1993 que no llegó a incluirse en el álbum debut. ¿La moda es renegar de las discográficas y la industria musical en general? Listo, hacemos un single pegadizo con un video en el que destrozamos una disquería. Y así podríamos seguir… Cada movimiento en Take a Look in the Mirror trasluce una demagogia berreta y una falta de ideas inquietante.

Apenas sobreviven un puñado de canciones decentes («Right Now», «Did my time», «Alive», «Let’s do this now») aunque ninguna memorable. Lo más interesante del disco, sin dudas, es su cuidado booklet, repleto de memorabilia y fotos de los comienzos del grupo. Imposible dejar de interpretarlo como una señal. Apenas una década después de su revolucionaria irrupción en la escena, Korn veía su estrella de gloria apagarse y no podían evitar sentirse nostálgicos. Triste pero cierto.

Camilo Alves

Tu puntuación
(Votos: 1 Promedio: 3)

Korn – Untouchables (2002)

Puntaje del Disco: 6

  1. Here to Stay: 9
  2. Make Believe: 3
  3. Blame: 4
  4. Hollow Life: 8
  5. Bottled Up Inside: 6
  6. Thoughtless: 8
  7. Hating: 5
  8. One More Time: 7
  9. Alone I Break: 7
  10. Embrace: 8
  11. Beat It Upright: 3
  12. Wake Up Hate: 5
  13. I’m Hiding: 4
  14. No One’s There: 4

Año 2002. El siglo XXI ya estaba instalado con comodidad. Las computadoras finalmente no enloquecieron, las Torres Gemelas fueron borradas de dos avionazos y, en Argentina, la economía y la moral social se habían ido al carajo. En medio de ese panorama desolador, KoRn, la banda que a mediados de los 90 había definido lo que sería el sonido pesado del futuro, se encontraba en una silenciosa invisibilidad. Su cuarto trabajo, Issues, fue sólido, pero ya habían pasado tres largos años desde eso y los jóvenes ansiosos de Nü Metal viraron su atención a bandas nacidas en el género, como Limp Bizkit, Linkin Park, Slipknot, System of a Down o Papa Roach.

En medio de peleas internas que ya erosionaban al grupo, los californianos se encerraron  en un recinto de Arizona para intentar poner paños fríos y componer un nuevo disco. El aislamiento no funcionó. Salvo por Jonathan Davis, el cantante recientemente sobrio, el resto de los integrantes se la pasó de joda en joda y la composición de canciones se demoraba. El álbum, editado con el título Untouchables, tardó dos años en terminarse, terminó costando 4 millones de dólares y, para colmo, no obtuvo la repercusión esperada, ya que fue uno de los primeros casos en los que un disco fue filtrado en alta calidad por Internet antes de su salida.

Enfocándonos en la música, tenemos una suerte de “Issues parte 2”, en una versión amortiguada. Si bien KoRn ya había perdido la virulencia de sus dos primeras placas, el productor de este trabajo, Michael Beinhorn, se obsesionó con obtener un sonido de alta calidad: llenó la sala de micrófonos, estiró la grabación de cada instrumento durante meses, insistió en rehacer partes y hasta se dio el lujo de grabar el disco en 96 kHz de fidelidad, algo inédito hasta el momento. Lejos de beneficiarlos, todos estos trucos terminaron afectando el agresivo estilo de Korn.

¿Y las canciones? Abrimos con “Here to stay”, también primer single y definitivamente el mejor tema del disco. Clásico instantáneo que aún hoy es obligatorio en cada concierto. De allí en más, se sucederán tracks anodinos (“Make Believe”, “Blame”, “Hating”, “I’m hiding”), singles efectivos (“Thoughtless”, “Bottled up inside”, “One more time”, “Alone I break”, “Embrace”), coqueteos con la música Industrial (“Wake up hate”) y lo más cercano a una balada que Korn hubiera grabado hasta el momento, la bella y oscura “Hollow Life”.

Podríamos concluir que la mitad del disco son buenas canciones, la otra mitad relleno. Pero incluso las composiciones que valen la pena sufren la producción de Beinhorn. Las guitarras de 7 cuerdas afinadas un tono abajo características de Korn, diseñadas para ser una patada en las tripas, suenan acá comprimidas, como un búfalo furioso, dispuesto a dar pelea, pero que ha sido sedado y encadenado. El pulsante bajo de Fieldy quedó enterrado imperceptiblemente en la mezcla y a la batería de David Silveria no le hubiese venido mal algo de reverberación que le diera más cuerpo.

Untouchables no es un mal disco, pero no estuvo a la altura de las expectativas luego de tantos años y dólares invertidos en él. Aun así, todavía es una buena escucha, especialmente en un equipo de alta fidelidad.

Camilo Alves

Tu puntuación
(Votos: 2 Promedio: 4)

Korn – Issues (1999)

korn-issues-1999

Puntaje del Disco: 9

  1. Dead: 7
  2. Falling Away from Me: 10
  3. Trash: 8
  4. 4 U: 8
  5. Beg for Me: 8
  6. Make Me Bad: 9
  7. It’s Gonna Go Away: 7
  8. Wake Up: 6
  9. Am I Going Crazy: 7
  10. Hey Daddy: 9
  11. Somebody Someone: 10
  12. No Way: 9
  13. Let’s Get This Party Started: 9
  14. Wish You Could Be Me: 7
  15. Counting: 9
  16. Dirty: 9

Dos hechos redefinen el sonido de Korn en Issues: el primero es la ausencia total del elemento hip-hop, que en Follow The Leader tuvo un rol marcado (los tres invitados del disco eran raperos). El segundo es el abandono de los abruptos cambios de ritmo que dotaron a sus canciones pasadas de una desprolija y original imprevisibilidad. Por idea del productor, Brendan O’Brien, se utilizó una claqueta para marcar un tempo único a las composiciones, cosa que no dejó nada contento al baterista, David Silveria, por lo que en varios temas es el propio frontman del grupo, Jonathan Davis, quien se hace cargo de la percusión.

Puede argumentarse que estas modificaciones eliminaron buena parte de la originalidad del sonido del grupo, y algo de verdad habría en esas palabras. Pero no debe entenderse como algo absolutamente negativo, especialmente si tenemos en cuenta que para ese momento la banda ya había engendrado un cardumen de imitadores (Limp Bizkit, Linkin Park, Crazy Town, P.O.D. ) que redujeron su estilo a una simplista ecuación de rapeos + guitarras distorsionadas. Cuando todos empiezan a copiarte, la única salida es cambiar uno mismo. Así lo entendió Korn y produjo un álbum que, con debates, puede considerarse su mejor trabajo y su última gran gloria.

Issues abre con un simple bucle de batería y el épico sonido de las gaitas que desde el principio dotaron a la banda de un elemento exótico. Jonathan Davis susurra una y otra vez que lo único que quiere es ser feliz y arremete con un coro de voces que parece un villancico. El tema dura un minuto y monedas, no contiene ni una sola nota de guitarras distorsionadas ni gritos descocidos. Un modo definitivamente inusual de comenzar un disco de metal, pero Korn no llegó a donde llegó haciendo lo que hacían los demás. De todas formas, pegadito a esta rara obertura, un riff en tinieblas nos advierte que se viene «Falling Away From Me», y con él, el álbum más oscuro y pesado del grupo.

La dinámica del disco puede formularse en estrofas compuestas por riffs minimalistas que pretenden sonar a cualquier cosa menos a una guitarra, contrapuestos con los usuales violentos machaques de guitarras de 7 cuerdas afinadas en Re, para compactar aún más esa pared de sonido. Todo suena más comprimido, más homogéneo, pero no por ello aburrido o monótono. Hay lugar para varios interludios experimentales (como la fabulosa «4U», casi un poema musicalizado) y Davis se anima a tratar su particular voz con diversos efectos, hasta dejarla irreconocible.

En lo que respecta a letras, Jonathan Davis sintetiza en Issues un descarnado retrato del lado oscuro de la fama y el dinero cuando llegan repentinamente a gente nada preparada para lidiar con ese tipo de exposición. A lo largo del álbum, el cantante revisita sus traumas de la niñez ( «Falling away from me» ) pero añade como la vida de gira y la popularidad arruinaron su matrimonio («Trash», «Make me bad»), su relación con sus fans («4U», «Beg for me», «Counting» ), con sus compañeros de banda («Wake up», «Somebody someone» «Let’s get this party started») y su salud mental («Dead» «It’s gonna go away» «Am I Going crazy» «Hey Daddy» «Dirty» ). Sus lúgubres susurros introspectivos resultan más inquietantes que sus alaridos, ya no tan rabiosos, sino desesperados o hasta derrotados. Su famoso scatt, proveniente de sus días de anfetaminas y alcohol, está aquí completamente ausente, dando lugar a un tratamiento más melódico y a la búsqueda por primera vez de estribillos gancheros, a la usanza de Nine Inch Niles.

Quizás no el más original, ni el más sorpresivo, ni siquiera el más furioso, pero definitivamente, el disco mejor compuesto, arreglado y meditado de todos. Issues fue el primer álbum de un grupo consciente de su identidad y su peso, ya repuesto de los traumas del pasado y listo para ocuparse del presente. Korn había llegado a la madurez.

Camilo Alves

Tu puntuación
(Votos: 2 Promedio: 4.5)

Korn – Follow The Leader (1998)

korn-follow-the-leader-1998

Puntaje del Disco: 8

  1. It’s On!: 8
  2. Freak on a Leash: 10
  3. Got the Life: 8
  4. Dead Bodies Everywhere: 8
  5. Children of the Korn (con Ice Cube): 7,5
  6. B.B.K.: 8
  7. Pretty: 7,5
  8. All in the Family (con Fred Durst): 3
  9. Reclaim My Place: 9
  10. Justin: 8
  11. Seed: 9
  12. Cameltosis (con Tre Hardson): 9
  13. My Gift to You: 9

«Renovarse es vivir» dice la sabiduría popular, y si una banda puso en práctica esa filosofía en la música pesada, fue definitivamente Korn. Luego de un primer disco revolucionario, el autotitulado ‘Korn‘ de 1994, el grupo de California repitió tándem creativo para su continuación, el flojo Life is Peachy. A sabiendas de que el productor Ross Robinson había dado todo lo que tenía para ofrecer, el quinteto decidió probar nuevos oídos para buscarle una nueva vuelta a su ya de por sí particular sonido.

Así, bajo la tutela de los productores Steve Thompson y Toby Wright, Korn dio forma al álbum que los catapultó al mainstream y marcó el modo de hacer metal en el siglo XXI. El título del disco, «sigan al líder«, no resulta antojadizo.

Ya desde el principio, el track «It’s On» muestra los principales cambios en el sonido del grupo. El dinero ingresado no sólo les permitió casas, autos y excesos, sino también equipos. Munky y Head, los guitarristas, gastaron miles de dólares en pedales de efectos y así, a los machaques de distorsión compacta que ya eran su marca registrada, agregaron texturas espaciales, acuáticas o estáticas. Nadie los tildaría de virtuosos del instrumento, de hecho, ellos son los primeros en dar por tierra dicha noción, pero a la usanza de The Edge, de U2, aprendieron que dos notas condimentadas con chorus y delay, pueden decir más que mil tocadas a la velocidad de la luz.

A pesar de estos cambios, que refinaron el sonido crudo de sus dos primeras placas, la voz de Jonathan Davis continúa dominando el panorama, sin perder agresividad, pero haciendo gala de un matiz más melódico.

Estas aproximaciones engendraron las mejores canciones de Korn oídas hasta el momento: el segundo tema es nada menos que «Freak On A Leash», clásico instantáneo del grupo, obligatorio en cada concierto, por cambio de ritmos, un ida y vuelta entre la agresividad y el misterio y el pulsante scatt de Davis en el interludio, todo esto difundido por un videoclip espectacular. Los aciertos se suceden: «Got the life» (con una sorpresiva base disco), «Dead bodies everywhere», que comienza como una tétrica canción de cuna, y el elemento hip-hop que regresa con un peso pesado del género, Ice Cube, quien comparte el micrófono con Davis en «Children of the Korn». Lo mismo hace el por entonces todavía ignoto Fred Durst, de Limp Bizkit, en «All in the family», una batalla de rap bobalicona que constituye el único punto flojo del álbum.

«Reclaim my place» y «Justin» susurran algunos visos funk en el ritmo de sus guitarras, mientras que «Seed», de 6 minutos de duración, exhibe una oscura estructura progresiva. Ya cerrando el disco, «Cameltosis» y «My Gift to you» constituyen lo más parecido a las baladas de amor que el quinteto era capaz de cranear. La primera en forma de un rencoroso y mustio rapeo, con Tre Hardson, del grupo Pharcyde, a cargo de la mayoría de las voces. La segunda, como una épica y furiosa tonada que describe las retorcidas fantasías sexuales del cantante. Del bonus track oculto, «Earache my eye», no hay mucho que decir, ya que se trata más de una broma que de otra cosa.

Luego de dos discos enmarcados en el innovador sonido que supieron crear, Korn no se durmió en los laureles, se animó a salir de su zona de confort y entregó uno de los mejores álbumes de rock para el nuevo milenio.

Camilo Alves

Tu puntuación
(Votos: 1 Promedio: 3)

Korn – Life Is Peachy (1996)

korn-life-is-peachy

Puntaje del Disco: 5

  1. Twist: 7
  2. Chi: 7
  3. Lost: 5
  4. Swallow: 5
  5. Porno Creep (instrumental): 7
  6. Good God: 9
  7. Mr. Rogers: 1
  8. K@#Ø%!: 3
  9. No Place to Hide: 8  
  10. Wicked: 5
  11. A.D.I.D.A.S.: 7  
  12. Lowrider: 5
  13. Ass Itch; 4
  14. Kill You: 7,5

Un proverbio que suele escucharse en el mundillo de la música es el siguiente: «tenés toda una vida para componer tu primer disco, pero sólo dos semanas para componer el segundo». Por ese motivo, los segundos álbumes de muchas bandas suelen pecar de mediocres, especialmente si el primero fue bien recibido.

Este era el panorama al que se enfrentaba KoRn, el quinteto californiano que, casi sin darse cuenta, el cambió la cara al metal a mediados de los 90 y se convirtió en el sonido insigne del resto de la década y parte de la siguiente, cuando el grunge empezaba a seguir el camino de su gurú, Kurt Cobain (irónicamente, fallecido en 1994, año del debut discográfico de KoRn).

Los chicos de Bakersfield, que no habían escrito una sola canción en dos años por haber estado de gira, se juntaron en abril de 1996, otra vez con el productor Ross Robinson, y desplegaron toda la creatividad contenida, aunque el resultado denota que dicha creatividad, al parecer, no era tanta.

Ya de entrada, el disco abre con una por demás extraña «canción» de 49 segundos llamada «Twist», consistente en una vulgar demostración de poder, con Jonathan Davis usando su incomparable scatt a grito pelado, mientras Munky y Head, los guitarristas, machacan sus siete cuerdas y le sacan los ruiditos más irritantes. El viaje continúa por el mismo sendero con «Chi», pero a partir del tercer tema, el ambiente se torna anodino, sin cambios de ritmo, con guitarras de una distorsión amortizada y un Davis que susurra con desgano y grita sólo porque tiene que hacerlo, no porque lo sienta o lo necesite. El panorama no mejorará hasta la excelente «Good God», que recupera la virulencia demostrada en su primer disco, sólo para volver a naufragar inmediatamente después con la soporífera «Mr. Rogers», un bodrio de 5 minutos que no por casualidad jamás se molestaron en tocar en vivo.

A partir de allí, habrá altibajos con algunas buenas canciones («No place to hide» «A.D.I.D.A.S.»), algunas malas («K@#0%!» «Ass Itch») y dos covers de relleno («Wicked» y «Lowrider»), cuya grabación se debe más a la ingesta de alcohol durante las sesiones que a una verdadera intención artística. El tema final, «Kill You», remonta un poco el clima y pretende emular el escalofriante dolor de «Daddy», la épica composición que cerraba el primer disco, aunque sin lograrlo.

Un disco de transición, grabado a las apuradas, casi para cumplir. «No sé qué decir ¿y qué? Me importa una mierda», «Odio escribir boludeces, es tan estúpido, ¿qué me pasa hoy?». Dos líneas que Davis canta a lo largo del disco y demuestran lo poco inspirados que estaban a la hora de hacer Life Is Peachy. Afortunadamente, lo mejor estaba por venir.

Camilo Alves

Tu puntuación
(Votos: 2 Promedio: 4)

Korn – Korn (1994)

large.2r2d23a728zs

Puntaje del Disco: 7

  1. Blind: 7.5
  2. Ball Tongue: 7
  3. Need To: 7
  4. Clown: 7
  5. Divine: 7
  6. Faget: 7.5
  7. Shoots and Ladders: 8
  8. Predictable: 7
  9. Fake: 7
  10. Lies: 7.5
  11. Helmet in the Bush: 7
  12. Daddy: 7

Durante la época del movimiento grungue con Nirvana y Pearl Jam a la cabeza, hubo también una nueva oleada de metal que se hizo presente a mediados de los noventa. Una de las primeras bandas en llevar adelante estos nuevos sonidos fue Korn.

Esta agrupación sugió como una confluencia entre el cantante Jonathan Davis, que a comienzos de los noventa lideraba el grupo Sexart y el resto de los músicos  que eran parte de LAPD, entre quienes estaban James «Munky» Shaffer, David Silveria, Reginald «Fieldy» Arvizu y Brian «Head» Welch. Tras oir cantar a Davis, queLAPD quedó asombrado con su voz y pronto se formó la unión de lo que luego sería Korn.

En 1994 se lanzó el álbum debut del grupo sin la promoción de las radios o de la MTV, como sí tenían por entonces numerosos grupos devenidos del rock. A pesar de la poca promoción que recibió el disco, obtuvo buenos resultados de venta así como también la aprobación de los críticos que dieron una respuesta favorable al material.

La cruda voz de Davis y sus problemas personales son la principal característica del disco, mientras que las guitarras distorsionadas dan un aspecto más lúgubre y terrorífico a las composiciones. Temas como «Faget», «Shoots and Ladders» se destacan por el grado de dramatismo que Davis le pone a las estrofas.

Con el álbum debuto Korn no sólo expresó su malestar con la sociedad sino que además abrió la puerta para numerosas bandas de lo que se conocería como el Nu Metal.

Piro

Tu puntuación
(Votos: 1 Promedio: 4)