Eruca Sativa – Seremos Primavera (2019)

Puntaje del Disco: 6,5

  1. Omara: 7,5
  2. Creo: 7
  3. Carapazón: 6,5
  4. Tanto: 8,5
  5. Hay Tantas Cosas: 7
  6. Sorojchi: 7
  7. Por Quienes Vendrán: 6,5
  8. Baba: 6
  9. Cauce: 5
  10. Seis: 5,5

Lejos de los intensos riffs y baterías de sus comienzos, Eruca Sativa tomaría un rumbo diferente permitiéndose experimentar en distintos géneros en su quinto lanzamiento: Seremos Primavera (2019).

Embarcarse en esta versión íntima no les resulto fácil a los cordobeses: “Nos costaba mucho sacarnos la vieja ropa de Eruca y hacer algo nuevo. Pero pasó porque así lo sentimos. Yo creo que sabíamos que en algún momento íbamos a llegar a este lugar de limpieza en la banda. El momento fue ahora porque no queríamos repetirnos”. Y agregarían: “Fue una necesidad artística y una cuestión natural. Nunca en Eruca dijimos: “Vamos a ser distintos”. Somos distintos.”

En Seremos Primavera la potencia queda en un segundo plano, sobresaliendo la dulzura y sutileza en temas como “Omara”, la casi folclórica “Creo” o en la experimental “Tanto”. Aunque esta impronta personal de menos decibeles y más melodías no parece funcionar en todo momento quedando todavía agujas por ajustar en el proceso a esta transformación.

Sobre cómo influyeron las experiencias particulares de los integrantes del trío en su nueva etapa de cambios y en las nuevas composiciones de este álbum, Lula Bertoldi lo explicaría de maravillas: “Todo lo que hacemos por fuera de Eruca influye. Musicalmente y a todo nivel. Se nota mucho que estuvimos haciendo otras cosas, hay una frescura de sonidos nuevos. Si Brenda sale y toca con Rufa, yo con la Bruja Salguero y Gaby produce y toca con otros, todo eso se mezcla. Hay mucha gente que tiene que ver con este disco. Y cosas que hicimos con Eruca también, como tocar en el Cosquín Rock. La banda se camufla en todos los escenarios.”

F.V.

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Entrevista a Roadie

La banda de San Miguel de Tucumán, Roadie, nos brindó esta entrevista en la que nos cuentan su presente y sobre el lanzamiento de su último single «Bufandas».

¿Cómo presentarían a Roadie para quienes todavía no los conocen?

Somos una banda de san Miguel de Tucumán, llevamos siete años construyendo este proyecto, cantando lo que sentimos, reinventándonos y explorando sonidos que nos identifican constantemente. Comenzamos con un EP de 3 canciones titulado El Arte de las Decisiones y en 2018 presentamos nuestro primer disco, Diagonal Norte. Hace unas semanas sacamos una canción llamada «Bufandas».

¿Qué es lo que más destacan de su último single “Bufandas”?

La frescura, si bien es un tema que ya veníamos tocando en vivo, a la hora de grabarlo se construyó desde cero.

Producimos el tema con Fleko Correa y Álvaro Morales (Johny Boy) y ellos, en gran parte, pudieron darle otra lectura e incorporar nuevos elementos o reforzar lo que teníamos en mente.

En “Bufandas” se nota la influencia del Synth Pop. ¿Cuáles sienten que son sus principales influencias en el género y hacía dónde siente que está evolucionando el grupo?

Roadie arrancó siendo quizás por así decirlo una banda más «rockera». Nos volvían loco The Strokes, Arctic Monkeys, The Libertines, The Smiths. En ese camino, encontramos mucha más música y elementos que nos gustaban como Two Door Cinema Club, Depeche Mode, etc…

Por lo general componemos en una especie de democracia, entonces se ve involucrado todo lo que escuchamos cada uno y se vuelca en el ensayo. Fue todo un proceso que fue girando constantemente en esa búsqueda de un sonido propio.

Ya en nuestro primer disco nos dejamos llevar al agregarle teclas más presentes y ese disco nos llevó a compartir escenario con bandas como Bándalos Chinos, Usted Señalemelo, Telescopios… En algún momento eso que escuchás constantemente de alguna forma se tramita como influencia y para este single queríamos un sonido actual, de eso se encargó Fleko y Álvaro sobretodo.

¿Cómo están sobrellevando la pandemia de hoy en día como banda?

Si bien veníamos parados, teníamos un show el 8 de abril en el que volvíamos a los escenarios con nueva formación.

Era muy importante para nosotros porque veníamos generando una perspectiva nueva y laburando mucho el show.

La pandemia nos tomó por sorpresa y un poco nos bajoneó, pero de todas formas nos dio también el tiempo de replantearnos decisiones, componer más, también trabajar en nuestros proyectos solistas.

¿Cuáles son sus próximos proyectos como grupo?

Queremos principalmente retomar el ritmo, subir canciones nuevas que ya tenemos grabadas y esperamos con ansias la habilitación para poder realizar esa serie de shows que quedaron pendientes. Actualmente somos un trío y seguro nos vamos a ir sorprendiendo nosotros a medida que pase el tiempo. Hay Roadie para rato.

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Vince Staples – FM! (2018)

Puntaje del Disco: 8

  1. Feels Like Summer8,5
  2. Outside!8
  3. Don’t Get Chipped: 8
  4. Relay: 7,5
  5. New EarlSweatshirt:
  6. Run the Bands: 8,5
  7. Fun!: 9
  8. No Bleedin: 7
  9. Brand New Tyga:
  10. (562) 453-9382:
  11. Tweakin: 8

Desde su fuerte irrupción, con sus discos revelación Summertime ‘06 (2015) y Big Fish Theory (2017), Vince Staples demostró su talento, carácter y ser una de las mentes más despiertas del hip hop actual y para muchos el nombre del futuro del género.

El rapero, oriundo de la ciudad de Long Beach en el estado de California, hijo de un traficante y pandillero Vince creció entre pandillas, violencias y armas, y en sus letras relata con total crudeza y precisión la encrucijada del pueblo afroamericano, violencia callejera y temas sociales logrando amalgamar su hip hop potente con el tecno, el pop y el house.

FM!, lanzado para finales del año 2018, es su tercer larga duración oficial y el más accesible de su repertorio, con un listado de temas en su mayoría cortos que dejan a sus oyentes con ganas de más rompiéndola con sus rimas y su flow en temones como “Feels Like Summer”, “Run the Bands”, “Fun!” y “Outside!”. Adicionalmente las participaciones de Big Boy, Tyga y Earl Sweatshirt completan la experiencia.

A su vez, Staples tiene una personalidad distintiva, particular y frontal que lo diferencia del resto y no pasa desapercibido con sus fuertes opiniones, como por ejemplo su opinión sobre la industria de la música y el hip hop actual en particular: “Nada de eso es real, es solo música. Es como el dinero: este pedazo de papel vale 20 dolares y este vale 1 dolar, pero todo comenzó en la misma hoja en blanco. Literalmente no significa nada. Así que no me preocupa la cultura hip hop. Me preocupa la gente y de dónde vengo. Realmente no me importa ser un rapero, prefiero ser yo mismo”.

F.V.

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La generación del fracaso

Pertenezco a una generación volcada en la desilusión, nacida en la comodidad (sí) pero heredera del desencanto. El grupo de estadísticas al que pertenezco es de ociosos inconformes pero, al mismo tiempo, de activistas conformistas. Somos los vegetarianos, veganos, naturistas, ecologistas, ateos, agnósticos, cientólogos, conspiranoicos, facebookeros, twitteros, yutubers, instagramantes, lesbianas, gays, bisexuales, trasvestis, transgéneros, transexuales, intersexuales, pansexuales, asexuales, demisexuales, queers, zoosexuales, feministas, feminazis, emos, hipsters, morenórdicos, vikingóticos, emprendedores, universitarios, sabionditos, que saben mucho pero no saben qué hacer con lo que saben. Somos una población que tiene toda (¡TODA!) la información a la mano (literal “a la mano”) en un teléfono móvil con veinte pesos de saldo para internet pero que, aún, nos la pasamos viendo videos insulsos y compartiendo memes bobos, entretenimiento ambos para pasmarotes y patosos. En fin, pertenezco a una generación que fracasó. Y ya. Fracasamos y punto.

Las historias de mi antepasado más antiguo que se contaban (las de mi tatarabuelo) eran sobre un hombre paupérrimo entregado al trabajo duro, de campo, de sol a sol, sin descanso más que el lecho amoroso de su esposa y las risas joviales de sus hijos. Él era un hombre que enseñó a mi bisabuelo el valor del trabajo y la familia, hombre de fe que inculcó la devoción y la virtud en toda su decendencia, practicante de buenos hábitos, cariñosos, trabajador (eso ya lo dije pero era tan trabajador que quizá debiera repetirlo tres veces) y, por sobre todas las cosas, trabajador.

Mi bisabuelo fue un revolucionario que peleó por defender a su nación. Era un hombre de principios, de valores, lleno de orgullo y patriotismo. No se amedrentaba ante hombre alguno y era capaz de acomodar una bala en cualquier sien con tal de asegurar el bienestar de su familia, su pueblo y su dios. Él era un hombre valiente, valeroso y honorable.

Mi abuelo, hijo de la revolución, aprendió de su padre sobre honor, fidelidad y patriotismo, y de su abuelo aprendió sobre trabajo, ahorro y sensibilidad. Él aprendió a leer y escribir gracias a que curso tres años de primaria. Heredó de su padre un gran terreno de milpas y ganado, además de la casa y todas sus pertenencias. Aprendió a disparar su arma pero nunca la usó porque nunca fue necesario, ya que todos en el pueblo lo respetaban. Se casó a los quince años y murió sonriente junto a su esposa. Trabajó desde los diez años y no se detuvo hasta los setenta; hizo una fortuna con sus manos enlodadas y su frente bajo el sol; a cada uno de sus hijos le dejó terreno, casa y educación escolar. Era amoroso con sus nietos y nos daba mejores consejos y enseñanzas que cualquiera de nuestros padres o maestros.

Mi padre fue uno de esos hippies revoltosos, luego punketos anarquistas y después rockeros rebeldones. Estudió animosamente hasta la preparatoria y, aunque dejó trunca la universidad tras darse cuenta que no pasaría jamás del segundo semestre, participó de todos los movimientos sociales de posguerra que surgieron en su juventud. Se gastó la riqueza de su padre en banalidades para disfrutar la vida al máximo pero, finalmente, se enroló en una empresa donde trabajó diariamente durante más de treinta años hasta su jubilación por seis mil pesos cada quince días de ocho horas más bonos, aguinaldo y prestaciones. Financió toda mi educación escolar hasta el posgrado y murió en la cama donde duerme mi madre. Él solía decirme que yo podía lograr todo lo que yo quisiera hacer y que lo más importante de todo era mi felicidad. También solía decir que él había superado a su padre y que deseaba que, igualmente, yo lo superara a él en todos sentidos.

Recuerdo que en mi infancia y adolescencia escuchaba canciones con alto entusiasmo en el mensaje social que promovían la unión de los pueblos contra la opresión, dispuestos a todo para conseguir una mejoría en nuestro estilo de vida. Desde la ya para ese entonces vieja Abuso De Autoridad de Three Souls In My Mind hasta la novedosa Energía Contra Ley de Sekta Core. Con sólo los títulos de las canciones ya se sentía un impulso por levantar el puño exigiendo justicia: Andamos Armados de Control Machete, La Carencia de Panteón Rococó, El Vals Del Obrero de Ska-P. Cómo olvidar ese grito insistente, orgulloso de estar entre el proletariado, y aquel gran himno de Molotov, Gimme The Power, en contra de los poderosos, los barbajanes y el gobierno.

Tres grandes bandas que promulgaban la consciencia social y la resistencia de clase eran Resorte, A.N.I.M.A.L. y Brujería. La primera canción del primer disco de Resorte, América, era ya una invitación a la congregación de todo Latinoamérica en pro de los derechos humanos (tal como lo hizo nuevamente Molotov en Voto Latino y A.N.I.M.A.L. en Poder Latino) y no sólo era un mensaje de unión sino de pensamiento; así se reflejaba en Think y en Opina O Muere (las cuales son comparables con Habla Y Piensa de Sekta Core), qué maravilla es que alguien te dé a elegir: opinar o morir.

Las dos Revolución, de Brujería y A.N.I.M.A.L. respectivamente, eran un gran grito de fuerza y coraje. En realidad, Brujería se preciaba de valentía casi al grado de guerrilla: División Del Norte y Marcha De Odio son ejemplo de ello. A.N.I.M.A.L., por su parte, tiene un gran historial de memoria, fuerza y unión: Gritemos Para No Olvidar, Usa Toda Tu Fuerza y Fuerza Para Aguantar por mencionar algunas de las mejores.

Creo que se esperaba demasiado de una generación que creció con tan emblemáticos ídolos de fuerza, resistencia, rebeldía y unión; pero no fue así. Seguramente mi tatarabuelo, mi bisabuelo, mi abuelo, mi padre y todas las bandas que escuchaba en mi juventud estarán decepcionados de un tipo macilento con estudios de maestría en una materia que a nadie interesa y que en nada ayuda a este mundo, sin empleo, sin metas a futuro, sin hijos, que se casó y se divorció por razones estúpidas ambas veces, que vive en casa de su madre y nunca va ni a una junta vecinal porque no le importa su pueblo, su nación ni su integridad propia aunque presume de consciente, tolerante, empático e incluyente. Qué otra cosa se podría esperar de un tipo que pertenece a una generación exitosa para fracasar.

Kobda Rocha

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